El día en que Raúl Pérez Roldán destruyó la carrera tenística de su hija Mariana
La denuncia de violencia familiar y estafas de Guillermo Pérez Roldán reveló toda una trama de violencia que también incluye a su hermana Mariana.
La estremecedora confesión y denuncia de Guillermo Pérez Roldán, sobre maltrato físico y de pérdida de patrimonio hacia su padre y ex entrenador, Raúl Pérez Roldán, conmovió al mundo del tenis. Una historia de 30 años de antigüedad que el ex tenista se animó a revelar este fin de semana.
“Esa denuncia la tenía que haber hecho Guillermo de chico, pero obviamente no pudo. Imaginate lo que ha padecido él, Mariana. Fue un calvario", reaccionó Mariano Zabaleta sobre la acusación de maltrato del ex tenista, quien también aseguró que su hermana Mariana Pérez Roldán también era víctima del destrato de su padre.
En aquellos tiempos de juveniles a mediados de los 80, el "equipo Pérez Roldán" viajaba por Europa en una Volkswagen Van y Raúl Pérez Roldán anotaba meticulosamente cada resultado de los torneos donde participaban sus hijos Guillermo y Mariana, Franco Davin y Patricia Tarabini. Cada uno construyó luego su carrera, aunque el mayor martirio tenístico fue para Mariana. Una lesión frustró su ambición profesional. Un ¿infortunado episodio? en Roland Garros 1988.
De ese grupo de chicos prometedores, Davin y Tarabini eran los más talentosos. Los Pérez Roldán le metían garra y corazón, corrían todas y apostaban a la derecha ganadora. En estos días se habló de Guillermo por su crudo relato de aquellos tiempos y de la relación con su padre. Pero, ¿qué pasó con Mariana?
Un triunfo sobre Emilse Raponi de Longo (era la 1 del país), en la central del Buenos Aires, en el República 1984, la posicionó cuando apenas tenía 16 años. En juniors, llegó a conseguir varias victorias sobre Gabriela Sabatini y fue campeona de dobles en Roland Garros 1986 con Tarabini. El mismo torneo en el que la propia Tarabini y Guillermo Pérez Roldán se adjudicaron los títulos de singles. Sin dudas, un gran respaldo para la escudería Pérez Roldán.
Ya profesional, en 1986 Mariana fue finalista en el torneo de Bregenz, en Austria. Y el mismo año (1988) en el que su hermano perdió por 6-4 en el quinto set la final de Roma en el Foro Itálico con checo Ivan Lendl, por entonces N° 1 del mundo, Mariana chocó de frente contra el destino cuando parecía que iba a dar el salto de calidad.
Previo a Roland Garros, con 20 años, jugó un gran torneo en Ginebra. Era la 59a del mundo y venció a la norteamericana Mary Joe Fernandez (20a) y a la sueca Catarina Linsqvist (25a). Se metió entre las primeras 39. Debía jugar semifinales contra la estaounidense Lori McNeil, pero tenía la rodilla izquierda muy hinchada. Con su padre, resolvieron bajarse del certamen y apuntar a recuperarse para el abierto francés, que arrancaba a los tres días. Solicitaron debutar el martes en París para de esa manera garantizarse más horas de descanso y fisioterapia.
Había siete argentinas en el cuadro principal femenino: Gabriela Sabatini, Mercedes Paz, Bettina Fulco, Adriana Villagrán, Andrea Tiezzi, Patricia Tarabini y Mariana Pérez Roldán. La rival que le había tocado en el sorteo era estadounidense Susan Mascarin (135a). La lesión en sí había evolucionado, aunque Mariana no estaba óptima, al ciento por ciento. Pero un Pérez Roldán siempre entraba a jugar. Casi un axioma familiar.
Vendada debajo de la rodilla afectada para mantener firme la zona, infiltrada para sentir menos molestias, ganó el primer set y estaba y 4-4 en el segundo. Hizo un movimiento brusco y de pronto sintió un dolor intenso y un ruido terrible en la rodilla. Siguió jugando. Perdió ese set. Se aplicaba hielo en los descansos y tiraba winners para evitar correr demasiado. De esa manera se impuso por 6-4 y avanzó a la segunda rueda. Cuando salió de la cancha, se detuvo dos minutos... y no pudo arrancar más. De ahí la llevaron a hacerse estudios: fractura y desplazamiento de rótula. Jugó media hora más sin sentido, alentada por la gente y con el respaldo de Raúl Pérez Roldán. Que no la cuidó como debía un padre y coach. Y si en algún momento a la protagonista se le cruzó por la cabeza seguir en medio de la adrenalina competitiva, desde afuera debió aflorar la sensatez. Como cuando aquellos boxeadores se exponen a un castigo innecesario, debió tirar la toalla y no lo hizo.
Quizá Mariana Pérez Roldán nunca hubiese sido top 20, por imaginar una proyección. Pero justo en el momento crucial de su carrera, falló la conducción. Luego de ese episodio, se sometió a operaciones, tratamientos de rehabilitación, sobrellevó temores y angustias propios ante la posibilidad de un retiro. Quiso volver al circuito en 1991, pero... "Mi físico ya no era el mismo. Siempre tuve el miedo de volverme a lesionar, el apoyo ya no fue el mismo, y las condiciones también hicieron que la decisión de abandonar el barco antes de zarpar fuese una obligación", confesó en 2017 al blog "Tenistas argentinas".
"Nunca supe, ni intenté saber tampoco, si durante todos los años que participé del circuito tuve una cobertura social que cubriera mi retiro obligatorio, por lesión y dentro de un campo de juego, ya que mi carrera siempre estuvo manejada por mi padre dentro y fuera de la cancha. Hoy me arrepiento de no haber sido más curiosa y menos confiada por temas personales en su momento", puntualizó en la misma nota.
Mariana, hoy con 52 años, vive en Tandil. Estuvo casada con Maurizio Salvatti, quien la conoció en un torneo en Italia y se vino a la Argentina impulsado por el amor. Raúl Pérez Roldán le confió al europeo la conducción de Mariano Zabaleta. Con Salvatti, Mariana tuvo dos hijos: Stefano y Franco. Vivieron muchos años en Italia (luego de la desvinculación de Maurizio y Raúl), donde ella participó en escuelas de tenis. Tiempo después, Mariana se separó y regresó a la Argentina con sus hijos. Actualmente tiene nueva pareja: Andrés.
Hace algunos años, tuvo un acercamiento político con Sergio Massa y Mauricio D'Alessandro, como precandidata a consejera escolar. Actualmente realiza tareas solidarias con la Fundación Todos a Jugar, en el Barrio Tunitas. Y también reparte su tiempo en un emprendimiento con su madre, Liliana, en un centro de estética en el centro de la ciudad.
Por estas horas, luego de las declaraciones de su hermano Guillermo, Mariana optó por el silencio. Entiende que no es el momento de hablar, de que su vida cambió y que tiene su propia familia. Si bien no está alejada de sus padres, tuvo su distanciamiento de Raúl, como lo admitió en una nota con El Eco de Tandil el 1° de junio de 2015: "Con mi padre tenemos diferentes maneras de ver la vida. Quizás no compartimos los modos, la manera que es él y la manera que soy yo. Tengo contacto pero no me relaciono".
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