El desafío narco en Río de Janeiro
Desde hace una semana, Río de Janeiro vive una verdadera guerra contra los carteles de la droga que controlan y se disputan áreas de dos de las favelas más densamente pobladas de la capital carioca.
Desde hace una semana, Río de Janeiro vive una verdadera guerra contra los carteles de la droga que controlan y se disputan áreas de dos de las favelas más densamente pobladas de la capital carioca. El vasto operativo lanzado por el Gobierno estadual con apoyo federal, incluye tropas de la policía militar, paracaidistas del Ejército y tanques blindados para detener una ola de violencia que provocó medio centenar de muertos, muchos de ellos vecinos que quedaron atrapados en medio del fuego cruzado.
Se trata de un escenario de verdadera conmoción interna en el que la legalidad pública debe apelar a todo su poder de fuego para establecer su autoridad.
La dimensión del despliegue de seguridad, con más de 20.000 policías y soldados para sofocar las acciones violentas de los narcos, revela el grado de peligrosidad alcanzado por estas organizaciones, las que desafían el poder del Estado, instaurando sus propias reglas, controlando las actividades económicas y manejando grandes recursos.
Brasil ha logrado elevados índices de desarrollo económico y avances notables en los indicadores sociales a lo largo de los últimos años. Esto le dio una proyección como potencia emergente en el escenario internacional, aumentando su presencia en los mercados de todo el mundo e irradiando energía a los procesos de integración regional. Además, elegida como escenario para el Mundial de Fútbol en 2014 y sede de los Juegos Olímpicos en 2016, Río de Janeiro no puede permitirse quedar a merced de las mafias y organizaciones criminales.
El despliegue para sofocar a los narcos en Río de Janeiro revela el grado de peligrosidad alcanzado por estas organizaciones y la amenaza que representan para las democracias.
Se trata de un escenario de verdadera conmoción interna en el que la legalidad pública debe apelar a todo su poder de fuego para establecer su autoridad.
La dimensión del despliegue de seguridad, con más de 20.000 policías y soldados para sofocar las acciones violentas de los narcos, revela el grado de peligrosidad alcanzado por estas organizaciones, las que desafían el poder del Estado, instaurando sus propias reglas, controlando las actividades económicas y manejando grandes recursos.
Brasil ha logrado elevados índices de desarrollo económico y avances notables en los indicadores sociales a lo largo de los últimos años. Esto le dio una proyección como potencia emergente en el escenario internacional, aumentando su presencia en los mercados de todo el mundo e irradiando energía a los procesos de integración regional. Además, elegida como escenario para el Mundial de Fútbol en 2014 y sede de los Juegos Olímpicos en 2016, Río de Janeiro no puede permitirse quedar a merced de las mafias y organizaciones criminales.
El despliegue para sofocar a los narcos en Río de Janeiro revela el grado de peligrosidad alcanzado por estas organizaciones y la amenaza que representan para las democracias.