El cumpleaños del escándalo, es delito
El escandálate de la pareja del Presidente, excusa más, excusa menos, y el echarle la culpa a la mujer, fuera de los reproches de orden moral, configuran un delito, y en ese sentido avanza la Justicia Federal. La condena, el tiempo dirá. Pero seguro que hay algo que el Presidente no podrá remontar: LA MENTIRA.
Apareció la foto que comprueba lo que todos sospechamos, y con mirar la circunferencia de la cintura del Presidente, nos damos cuenta de algo, come mal. Sus ojeras denotan que duerme peor. Su carácter explosivo, evidencia que el hombre está muy mal.
A modo de ejemplo, una vez al aire, Chiche Gelblung, veía la circunferencia de mi panza, mis bostezos y mis cabezazos y me lanzo al aire en televisión algo, que terminó cambiando mi vida, “noches alegres…mañanas tristes”. Santo remedio diría mi mamá. Cambie mi dieta, deje el alcohol y comencé a entrenar.
El Presidente no sólo hace cosas que están minando su salud y otras tantas que son peores, MIENTE sistemáticamente.
Concretamente, la reunión del festejo del cumpleaños de la compañera de Fernández viola el Decreto de Necesidad y Urgencia que firmó el mismo Presidente. Usted o yo podemos incumplir el mismo y seríamos sancionados por ello si nos detectan las autoridades. Pero el Presidente lo hizo sabiendo que estaba mal y que es un delito. Aún así, siguió departiendo con la caterva de personajes que disfrutaban de una mesa muy bien servida y la mejor bebida.
La Justicia ha requerido la lista de asistentes a la quinta de Olivos, seguramente, de uno en fondo, irán a declarar y casi con seguridad serán procesados. Sólo se salvará el bonito perro Dylan, de la condena hablaremos más adelante, pero cuanto menos, los felices comensales de la fiesta deberán prestar tareas comunitarias. Y seguramente algunos, se llevarán el repudio general.
El punto central de esta columna es poder pensar juntos, ¿qué nos molesta más? ¿Que nos mientan o que nos oculten la verdad? Fuera de cualquier valoración por una u otra opción, sin dudas, que nos mientan. Y peor cuando el mentiroso, se retuerce buscando excusas, pasó esto, pasó aquello, fue culpa de aquel o aquella, o por lo otro. Cuando simplemente se soluciona diciendo: PERDÓN ME EQUIVOQUÉ.
De algo estoy seguro: para pedir perdón, hay que estar convencido que lo que hicimos está mal. Cuando creemos que la culpa la tiene el OTRO, nunca podremos esperar del que tenemos enfrente una actitud de bien, por el contrario, raje, que tal vez lo abrochen en un lío, de rebote…
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