El cotejo de los polos
* Por Adrián Pecollo. El sueño de las colectoras. El velo proselitista se destapa y se detecta claramente la polarización. Continuidad o cambio de gobierno. Esta disyuntiva electoral se renueva en Río Negro. Aparecen fuerzas y actores para apuntalar o para transfigurar ese esquema.
El oficialismo cae en la inquietud cuando en el electorado se perpetúa la idea de que el voto se simplifique entre apoyar y castigar al gobierno. Sucumben sus cimientos. Existe multiplicidad de energías para modificar esa dualidad.
Eco Consultores –la encuestadora contratada por el FpV que adelantó la derrota radical en Río Colorado– consigna que hoy más de un 60% votaría "en contra de la gestión" provincial. Las resistencias sublimes están en Bariloche, Cinco Saltos y Catriel, con más del 70%. Las menores: Viedma y Regina, que bajan al 50 y el 42%.
Ese sondeo telefónico –que se concretó a fines de junio en 12 ciudades con 2.120 consultados– otorga una ventaja de 28 puntos a Soria-Weretilneck ante Barbeito-Arriaga (49,9 a 22,5%). Odarda y Lehner quedan rezagados al 6 y el 5%. Los indecisos llegan al 17%.
El radicalismo tiene su propio cuadro. La brecha es inferior pero la directriz, parecida. En Roca, el jueves, el consultor Ricardo Vignoni informó a Barbeito y Arriaga de guarismos y posibilidades. La fórmula incluyó una docena de técnicos-políticos destinados a un equipo por armarse.
Vignoni habló de diez puntos de diferencia. Puede ser algo más: la dupla del FpV supera los 40 puntos y la fórmula oficial está en 28 puntos. Sus indecisos trepan al 25%. Odarda se aproxima al 5% y Lehner ronda el 2%. Un voto polarizado entre continuidad y cambio. Así, Soria retiene un alto respaldo del sector independiente.
Esa revisión radical también se detuvo en el presente gubernamental. El gobierno está muy mal, pero puede recuperarse porque "la imagen de Saiz es buena". "Ya lo votó en contra un 60% cuando ganó en el 2007", alientan desde una mirada bien optimista frente a aquella alta impugnación. Igual, modificar esa sensación es la primera necesidad.
Para ese oficialismo, la otra disputa es situar al candidato en la compulsa. Aparece, en varios casos, después de la evaluación de la gestión de Saiz. Barbeito, entusiasta y activo, recibe consejos del consultor de imagen Héctor Iván Rodríguez –que actuó en procesos electorales en Latinoamérica– para ordenar y orientar su campaña. Fomentar su carisma y su perfil juvenil propuso tras los primeros "focus group".
La brecha requiere de mayores ayudas y aportes adicionales. El oficialismo, por caso, espera que aparezcan las habituales reacciones de Soria para su descrédito. Pierde, por ahora, porque no se topa con ese Soria. Tampoco está el radicalismo ocupado en los quehaceres proselitistas. Sigue atareado en resolver sus internas y sus borradores (¿dónde, cómo o con quiénes hacer colectoras?). Subsisten tantos como intereses individuales.
Hay un conato para desviar votos de Soria a favor de otra boleta gubernamental que lidere un dirigente justicialista. Por eso se sondeó y se midió a Víctor Sodero Nievas, candidato del PJ en el 1991, luego diputado nacional y hoy miembro del STJ. Se desechó. Había caído el proyecto con Osvaldo Nemirvosci. Las operaciones están ahora dirigidas al ex intendente de Los Menucos Ali Yauhar y al ex convencional Rodolfo Ponce de León. Este último, quien ya evaluaría esa propuesta, le encanta al oficialismo porque conlleva un desafío personal con el jefe roquense.
Todo el trajín actualmente pertenece al radicalismo.
El Frente para la Victoria está concentrado en sostener la polarización. Logró su inicial aspiración: mantener el caudal de Soria. Lo consiguió y lo aumentó. Es cierto también que el candidato radical recién emerge, pero la oposición tampoco se distrae en planes raros. Desalentó la colectora que le propuso Redes y consiguió que el legislador Fabián Gatti se asociara al Frente por una promesa futura.
El único dilema presente del FpV está en la inscripción de Ana Piccinini en la cabeza de la sábana, cubriendo el espacio de Silvina García Larraburu. Soria tiene resuelta esa recepción aunque mantiene una fuerte vacilación: las secuelas en el partido. Como Alberto Weretilneck, el roquense juzga que incluir a Piccinini expondrá realmente la apertura del proyecto. "Será costoso porque confirmaría el argumento del gobierno de que siempre existió una sociedad política", alertan los que vetan aquella posibilidad y, como contrapartida, proponen a la barilochense Sandra Guerrero. Valoran a Piccinini pero le desconfían. Ofrecen, en cambio, su continuidad en la Defensoría. Necesitarán, para eso, el triunfo en septiembre.
Hay otra lectura para proyectar. Sumar a Piccinini vaticina un nuevo poder. Ya se prevé un primer desafío: Piccinini o Carlos Peralta en la presidencia del bloque. El candidato lo resolvería fácil si fuera electo porque el legislador Peralta –hoy operador central en su armado político– integraría su gabinete.
Bastó un breve lapso para exponer la fragilidad de la reconstrucción que la dirigencia oficialista intentó hace diez días. Las promesas de Saiz y Mendioroz se desvanecieron en el silencio de las jornadas posteriores. ¿Todo fue sólo un reflejo interno y un acto de voluntarismo?
El gobernador y el vice debían retomar –cosa que no hicieron– una conversación después de la integración que Saiz insinuó cuando le ofreció a Mendioroz compartir la designación de los reemplazantes de los ministros-candidatos. La propuesta tenía nombres. El gobernador revisó un listado para sugerir después a Ricardo del Barrio en Producción y Adriana Gutiérrez en Salud, en reemplazo de Juan Accatino y Cristina Uría. Esas altas se desvanecen porque el vice no está entusiasmado con que los suyos asuman esas obligaciones. La legisladora puede ser, pero Del Barrio está descartado, entonces figura el secretario Maximiliano Bruno, otro mendiorista. Mendioroz se resiste a participar de esta transición. Siempre buscó esa participación, pero llega demorada y contrariada. "¿Del Barrio tendrá la ocasión de revisar lo actuado y hacer cambios en Tierras?", confronta así con sus aliados cuando éstos le cuestionan su resistencia. Nada novedoso habrá. Saiz, forzado por la Constitución, cumplirá con los reemplazos. Las restantes carteras quedarán para incondicionales: Norma Nakandakare estará en Educación por Barbeito, Gabriel Savini asumirá en la Secretaría General de Francisco González y el secretario José González –si no es candidato municipal– cubrirá a Alfredo Pega en Familia.
"¿Y (Víctor) Cufré?", arrojó alguien. "No es candidato", se cubrió el gobernador, sin perturbarse y garantizando la continuidad del secretario de Seguridad. Ocurrió en la reunión oficialista del 30 de mayo. Fue el mejor símbolo de que todo seguirá inmutable.
Este plano imperturbable de Saiz colisiona con los desenfrenos de un poder desesperado. Esta dirigencia que echa mano a lo que tiene y lo que no tiene. ¿Se necesita de encuestas para explicar esta percepción de debilidad y de incertidumbre?