El Corralón: fortín de amigos y refugio de la farándula vernácula
Visitamos el lugar donde comía Diego Armando Maradona y en el cual cenó por última vez el cantante cuartetero Rodrigo. Dicen que “El Potro” nunca se fue de este lugar y que aún se siente su “presencia” invisible. El Corralón es atendido cada noche por sus dueños y está considerado como el último refugio de la farándula argentina. En 2017 fue distinguido por la Legislatura porteña.
Cuando un local gastronómico está en boca de todos, no es suerte, ni marketing. Es un cúmulo de variables enfocadas en ofrecer la mejor experiencia al comensal. En el caso de El Corralón, una de las claves del éxito parece ser que la gente se sienta como en su casa.
El restaurante - parrilla de Balvanera seduce desde hace más de tres décadas a turistas que buscan platos bien argentos, a artistas que están ávidos de reírse después de una función de teatro y a gente de a pie, deseosa de sentarse cerca de las personalidades más "jugosas" de la farándula argentina.
Si no, no se explica por qué cada noche tiene llenas sus mesas de manteles rojos sorteando todas las crisis que vivió el país desde su inauguración en 1992.
A los presentes, les encanta adivinar en cuál de esas mesas (quizás en la que justamente están sentados) cenó el Potro Rodrigo horas antes del fatídico accidente en el cual perdiera la vida aquel 24 de junio de 2000; o Gerardo Sofovich, Moria Casán, Diego Maradona, Susana Giménez, Pepe Parada, Norberto "Pappo" Napolitano, Carmen Barbieri, Santiago Bal, Carlitos Balá, Manu Ginóbili o el mismísimo Carlos Menem.
Además, los jóvenes que descubren este "museo vivo del espectáculo" hacen correr la voz de su hallazgo pues es un perfecto reducto instagrameable rodeado de camisetas de fútbol, alrededor de 800 fotos de celebrities tan eternas como inolvidables y también, claro, efímeras figuras mediáticas.
Satisfecho ya el antojo de “relojear” a la estrella del momento, los comensales empiezan a prestar atención a los sorrentinos humeantes o al matambre a la pizza tiernísimo que le acaban de servir. Es la hora de la verdad. Y los platos no defraudan ni en calidad, ni en tamaño.
Entre las especialidades del chef, aparecen en la carta: lomo agridulce, ravioles negros de salmón con salsa de camarones y mollejas a la crema con champagne. Hay también pastas caseras de elaboración propia como espaguetis rojos al morrón, lasagna o canelones acompañados por salsas especiales como la meridionale, nonna o scarparo.
Las ensaladas del rincón verde están elaboradas con verduras producidas en las huertas propias y, como no podía ser de otro modo, llevan nombres conocidos como Moria Casán, Jorge Corona, Luis Ventura, La Gran Diego y Salomón, entre otras tantas.
Rodrigo, siempre presente
Antes de ingresar al local, una escultura de Rodrigo Bueno vestido de boxeador da la bienvenida a los comensales. Adentro, las fotografías del cantante se aprecian en las paredes de ladrillo del establecimiento gastronómico.
Es que el Potro llegó a trabar un vínculo muy sólido con sus dueños, incluso antes de que lo sorprendiera la fama.
Hoy, los trabajadores del lugar hablan por lo bajo de una sensación de “presencia” invisible en las instalaciones y episodios extraños, como si el cantante aún deambulara entre las mesas.
De hecho, durante la realización de esta nota para la sección Costumbres Argentinas de Infoveloz, es posible que el Potro haya querido mandarnos un mensaje al aparecer frente a esta cronista, como por arte de la casualidad, un flyer con su imagen y una fecha coincidente con la de esa jornada. Quizás un primer guiño desde el cielo.
Un rato después, una reconocida conductora, cantante y empresaria llegaba a cenar trayendo como obsequio para los dueños de El Corralón un puñado de fotos de Rodrigo visitando el lugar.
Atendido por sus dueños
Carolina Miguel es hija de Guillermo Miguel, entrañable dueño y fundador de El Corralón. Desde hace dos años, se puso al frente del restaurante ya que su padre se vio obligado a correrse un poco del negocio por temas de salud.
Como heredera natural del carisma de Guillermo, Carolina no duda cada noche en tomarse un tiempito para compartir anécdotas con cada cliente.
“El Corralón es el comedor de mi casa natal de Boedo, y esto quiere decir que, si te invito al comedor de mi casa, te tengo que atender bien. Y eso es lo que hago”, contó alguna vez Guillermo y ahora es Carolina quien tomó esta posta.
El nombre del lugar surgió en la primera sede que tuvo el restaurante que funcionaba en una casa antigua de 1898 y donde había un corralón.
En 2017, el local fue distinguido por la Legislatura de la Ciudad. Le otorgó un reconocimiento por su aporte a la cultura nacional. Por allí, pasó lo mejor del mundo del espectáculo y del deporte.
Queda en Anchorena 883 y abre de lunes a domingo, a partir de las 20.00hs
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