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El comunicado de Fernando Burlando sobre Juan Darthés: "El acosado es él"

Tras las denuncias públicas de Anita Coacci y Natalia Juncos contra el actor, el abogado se refirió al caso que del que se hizo cargo el último fin de semana.

Después de que las actrices Anita Coacci y Natalia Juncos denunciaran públicamente a Juan Darthés por acoso, el actor contrató a Fernando Burlando para que lo represente legalmente contra las mujeres a quienes les inició acciones.

El abogado emitió un comunicado en el que asegura que "Juan Darthés es el acosado" y aseguró que ya se presentaron en la Justicia para que determine si las acusaciones que hicieron en diferentes medios son ciertas. "En las últimas horas, hice una evaluación e investigación de qué era lo que pasaba detrás del tema Darthés, quien no tiene ninguna denuncia en su contra", aseguró.

"Juan Darthés inició un camino serio y judicial, y está haciendo algo muy valiente, porque si tuviera algo que ocultar, no sería una buena estrategia ir a la Justicia. El que denunció públicamente, en el día de la fecha, estos hechos de abuso fue él", afirmó el abogado del actor este martes.

"Recurrió a la Justicia y le manifestó que, frente a estas acusaciones, el que pide que se investigue todo este tipo de situaciones es él. Si es culpable de los delitos que mencionan, por lo menos dos personas, que lo diga la Justicia", continuó Burlando en Involucrados.

Por otro lado, el abogado del actor aseguró que ni Anita Coacci -quien trabajó en Gasoleros y aseguró que Darthés la beso a la fuerza y le hizo tocar sus partes íntimas- y Natalia Juncos -con quien compartió grabaciones de Se dice amor y quien también lo denunció por acoso- no parecían "enojadas" al momento de dar sus testimonios en los medios.

"Una persona dice que Darthés le dio un beso en la boca con la lengua. Y a mí, si me quieren dar un beso y yo no quiero, lo menos que hago es abrir la boca", agregó Burlando y consideró que las actrices que denuncian a su defendido "quieren hacer el mal y tratar de romper una familia".

Este es el comunicado completo de Fernando Burlando sobre Juan Darthés

Juan Darthés es hoy un hombre acosado.

Padece de manera brutal el hostigamiento de personas que, vaya paradoja, dicen estar en contra de ese tipo de conductas. Dicen rebelarse contra toda forma de dominación por cuestiones de género o como resultado de apetitos sexuales descontrolados.

Juan Darthés es un hombre hostigado, si se quiere hasta acorralado por personas que dicen repudiar a quienes acorralan con intenciones de contacto sexual. Y lo acosan, hostigan y acorralan justamente por no pertenecer a esa clase de individuos.

La paradoja es que si Darthés fuese todo lo que sus acusadoras dicen que es, no sería Juan Darthés. No tendría el cariño y reconocimiento de cientos de compañeras y compañeros a lo largo de una larga carrera profesional. Y ni hablar del público que lo reconoce, más allá de los escenarios, como una persona de vida privada impecable.

Quien mire las estrellas verá un friso de millones y millones de soles. Alrededor de cada uno giran otros millones y millones de planetas y hay quienes dicen que en esos planetas no viven seres de cinco brazos o tres ojos sino personas como nosotros, nosotros mismos en realidades paralelas.

Siguiendo esa línea de pensamiento, es posible que en alguno de esos planetas el mundo sea gobernado por el azote demente de un Hitller o, por el contrario, que en otro de esos mundos paralelos el hombre no sea lobo del hombre y las personas vivan en armonía, paz y justicia.

Me permito esta reflexión para intentar describir lo que le pasa al señor Juan Darthés: su vida ha entrado desde hace tiempo en un mundo paralelo, en una realidad virtual donde los valores son anti valores y donde su condición de ser humano impecable, digno y respetable se ha cambiado al más bajo escalón de la miseria humana.

Un mundo paralelo donde las personas que una vez lo reconocen como un caballero incapaz de faltar el respeto a una mujer, se convierten en acusadores feroces usando el instrumento de las redes sociales para inferir heridas difíciles de curar.

Porque más allá del resultado de este proceso que entendemos será favorable a Darthés, las heridas que le han provocado a su alma, el dolor inferido a sus seres queridos, las noches de sueño perdidas buscando el por qué a tanta maldad, no las recuperará jamás.

Se ha montado con mi defendido un show acaso para suplir la falta de show. Se ha creado una realidad paralela, virtual, un mundo donde lo blanco es negro. Un mundo en el que Romeo no debiera haber cometido el desatino de piropear a Julieta.

A esta altura no tengo ninguna duda que Darthés es víctima de un situación en la que se mezclan el absurdo, la maldad, la falta de escrúpulos y el aprovechamiento de un momento en que la sociedad tiene, en buena hora y por fin de manera decidida, los ojos puestos en todo aquello que implique un ataque a la dignidad de la mujer y cualquier forma de violencia de género.

Le toca a Darthés padecer esta situación impensada por obra y gracia de vaya a saber qué motivo oscuro. Vaya a saber qué fin persiguen las personas que han iniciado todo esto y que persiste en acusaciones aún cuando estas chocan brutalmente con la realidad pasada y presente.

En todo el relato acusador, desde el original de la señorita (Calu) Rivero hasta el de aquellas que de la noche a la mañana parecen haber descubierto en Darthés a otra persona hay contradicciones brutales y burdas.

De revisar twitters (sic), reportajes, videos, entrevistas surge que en la decidida intención de ponerlo de cara a la sociedad como un sujeto deleznable, hay una contradicción puntual, una situación que no le cierra ni a ella ni a la Justicia ni a la sociedad ni a todas las personas que han tenido que ver o han estado cerca del ámbito laboral vinculado a este escándalo.

Un escándalo fabricado, ficticio, armado, imaginado en vaya a saber qué circunstancias o como producto de sabrá Dios que tormentos espirituales o psicológicos. Un escándalo mediático cuyo único rédito ya conocemos y cuya única beneficiaria en términos de repercusión televisiva ya conocemos.

Porque queda claro en el seguimiento de toda la carrera profesional de Darthés nunca necesitó de este tipo de episodios para ser reconocido por el público y citado por los medios. Nunca necesitó mostrarle a la gente otra cara, otro valor que no fuese su propio arte y el resultado de su propio esfuerzo.

"El cuerpo no resiste la injusticia. Yo también sé lo que es el dolor, no sólo el mío sino el de mi familia, que es el que más me duele", expresa uno de los textos difundidos por Darthés donde cuenta que "hace cinco años la señorita Carla Rivero ante un rumor que me atribuía una conducta de acoso sexual, aclaró públicamente el 12 de julio de 2013 vía Twitter: ´Ya hace varios días dije que con Juan Darthés no pasó nada. NO HUBO ACOSO SEXUAL. No quiero hablar más del tema. Eso me hizo desistir entonces de iniciarle juicio", arranca su posteo.

Lo que ocurre entonces es acaso el resultado de la desproporcionada necesidad de una persona por ocupar un lugar que por peso propio no ocupa. Algo que personalmente el señor Darthés lamenta porque dice, a la hora de calificar a su acusadora, que en definitiva se trata de una buena actriz.

No hay otra explicación si nos detenemos punto por punto en cada tramo de la historia que se cuenta. No hay un solo antecedente entre las decenas de compañeras de trabajo que ha tenido que avale las imputaciones de que es objeto.

No hay una sola persona de entre las cientos que han estado vinculadas a su trabajo y, en el caso puntual de la exitosa novela Dulce Amor, que puedan siquiera poner en duda algunas de las afirmaciones formuladas contra su persona y sus actitudes como actor y, sobre todo, como hombre.

Me pregunto quién hubiese hecho oídos sordos a una denuncia si la denunciante lo hubiese hecho en el momento en que dice que ocurrieron los hechos. Me pregunto qué director o productor hubiese avalado tal situación. Conociendo los antecedentes de quienes tuvieron que ver con Dulce Amor la respuesta en nadie, imposible, impensable. Absurdo.

Absurdo porque lo que se le imputa debió haber ocurrido a la vista de todos, pero fundamentalmente ante la percepción de todos, de mucha gente de bien, gente cabal que jamás hubiese avalado un acoso como el que dice haber sufrido la acosada.

Una acosada que, como más adelante se relata, ha tenido actitudes contradictorias, rayanas en el ridículo si se las compara con sus dichos y se las pasa por la zaranda de la realidad, Darthés cometió acto indecente alguno, no acosó, no intimó, no se aprovechó de ninguna circunstancia en la persona de la señorita Rivero. Ella, en su ámbito más intimo que es la conciencia, en su espacio más preciado que entiendo debe ser su corazón, sabe que es así. Su almohada tiene la verdad que ella ha intentado disfrazar.

A la hora de encontrar explicaciones sobre esta pesadilla que Juan está viviendo, encontraremos buena parte de ellas en el uso y mal uso de las redes sociales. Son que duda cabe, un medio de comunicación eficiente, de enormes magnitudes, que acerca a la gente que está lejos, pero que también puede alejar a la gente más cercana por ser un distractor y convertirse en un elemento dañino de alcances inestimables.

Y el caso de Juan resulta emblemático de los daños colaterales que provoca el uso malicioso de las redes sociales que así como permiten una escritura incorrecta, plagada de faltas de ortografía y abreviaturas inexistentes también permiten interpretaciones antojadizas de la realidad. Recorramos sino la cantidad de Twitter y de otros posteos que algunas personas han hecho sobre este caso.

Así como hay quienes sostienen que el uso de las redes sociales atenta con el funcionamiento de esa gran máquina llamada cerebro, vemos en este caso que a algunas personas les ha daño esa otra gran milagro que se llama alma. Y así es como cambiando la realidad, interpretando antojadizamente los hechos o simplemente por el solo gusto de involucrarse desde el casi anonimato, algunas personas se han dado a fastidiar la existencia de un hombre cabal.

Para ellos ha sido más sencillo agredir, amenazar, humillar y desprestigiar sin a veces pensar las graves consecuencias y daño moral, social y psicológico que pueden causar en otro ser humano. Lo más grave de todo es que hay gente que celebra y festeja que se den este tipo de prácticas.

He leído recientemente una interesante reflexión: "Vivimos una época en donde da más orgullo decir que se tienen más seguidores que amigos; el ego de los que quieren tener la mayor cantidad de seguidores en redes sociales aún y sabiendo que son comprados o de dudosa procedencia no tiene comparación con nada, se fomenta el narcisismo, de tal forma, que después bajarlos de su nube resulta una cuestión francamente complicada".

Lo ocurrido con Juan tiene mucho de todos esto. Hay quienes del mismo modo que no pueden diferenciar entre una amistad verdadera y una virtual, tampoco pueden diferenciar entre el valor de un rumor, un chisme, una acusación lanzada por odio injustificado, despecho o resentimiento y la realidad.

Ante esa realidad en la que incluyo a personas que inesperadamente se han vuelto acusadoras y testigos de episodios que sólo existieron en su imaginación, tomaremos el camino de la auto denuncia, de pedir que se investigue de punta a punta cada uno de los dichos contra Darthés.

Que no quede un sólo resquicio a partir del mínimo dado o acusación ligera. Que se haga carne en la acción de la Justicia cada palabra, como entre otras, la de la señora Malena Pichot que ha dicho en redes sociales que "no cabe duda" que Darthés es un abusador.

Pues vamos a fondo entonces, vamos con el instrumento de la Justicia a buscar la verdad que la señora Pichot sostiene en su concurrido perfil de Twitter. En un tiempo de realidad paralela donde una ola de extremismo feminista ha empezado a descomponer las relaciones humanas fabricando víctimas a partir de cuestiones mínimas, episodios de la vida cotidiana, lo de Darthés es sin duda un caso emblemático.

Ese tribunal de feminismo afiebrado que enacere el verdadero y noble objetivo de resistir y condenar cualquier forma de violencia de género, lo único que provoca es una mueca de rechazo en buena parte de la sociedad.
Un humor ácido ya rodea las afirmaciones de estas personas que en cualquier momento dirán que Romeo debe ser repudiado por acosar a Julieta mientras esta tomaba fresco en el balcón.

Así de ridículo y banal es el caldo en el que se ha cocinado este caso mediático al que hemos tomado la decisión de enfrentar con todos los recursos de la ley y del derecho, aunque en esa otra justicia, en ese otro tribunal que es la opinión pública, Darthés haya sido condenado y tenga orden de ejecución.

Vamos a pelear cada uno de los argumentos, cada una de las difamaciones, cada uno de los comentarios orientados a rebajar la condición de hombre de Darthés. Y lo vamos a hacer mostrando cada una de las contradicciones vertidas.

Es el camino que debe tomar un hombre de bien. Un caballero como en su momento lo describió su principal acusadora.

Fernando Burlando. Abogado.