El caso de la nena trans de 6 años: es hora de aceptar la identidad autopercibida
Los padres de un nene que se siente nena lucharon para conseguir su DNI con el cambio de sexo. ¿Hay que esperar a que el niño crezca o respetar su pedido a esa edad?
Es un hecho nuevo y polémico, pero que merece un análisis profundo y sensible por su importancia e impacto social: el caso de la "Lulú", la nena trans que a los seis años logró obtener su DNI con sexo femenino.
Al igual que su hermano mellizo, nació con genitales masculinos; pero a partir del año y medio de vida empezó a expresar: "Yo, nena", "yo princesa", a ponerse ropa de nenas, a pedir muñecas para jugar, a relacionarse con las compañeritas del colegio porque quería ser como ellas. Luego, a los cuatro años, esa personita bautizada como Manuel, eligió un nombre femenino y le pidió a los padres que así la llamaran, contó su mamá.
La familia reclamó ante el gobierno bonaerense la modificación de la identidad para "acoplarla" al sentir de su hija. Previamente, en 2002, el Registro Provincial de las Personas había rechazado el pedido. Pero ayer, la Provincia decidió habilitar un cambio de partida de nacimiento de ese nene para que luego sus padres puedan hacer un documento con nombre de mujer.
Con dicho trámite, la identidad de "Lulú" -que no es su verdadero nombre, modificado por la exposición del caso- queda reflejada con su pedido y sentimiento más íntimo. El caso abre el debate sobre la opinión pública. ¿Hay que esperar a que el nene crezca para tomar la decisión? ¿O hay que respetar el pedido que se manifiesta a tan temprana edad?
El objetivo final debería ser que Lulú se sienta cómoda, que pueda crecer feliz, y por eso luchó su madre, quien removió cielo y tierra para que se le reasigne el sexo en su DNI. Por un lado, el marco legal la ampara. Pero en la práctica cotidiana debe ir de la mano del apoyo psicológico y la aceptación e inclusión social.
Ella y su familia son atendidos por un equipo interdisciplinario de psicólogos y asesores especializados en personas trans de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), quienes coincidieron en la decisión de que Lulú adopte su nuevo DNI.
Lo cierto es que lo legal, lo psicológico y lo social deben ir de la mano, porque al crecer puede sufrir problemas tales como bullying y discriminación en ámbitos de sociabilización como lo es la escuela.
Sin embargo, la sociedad no entiende de casos aislados, porque hay que resaltar que son pocos los ejemplos de nenes y nenas trans en el mundo. El desafío es instalar en la opinión pública el tema, que viene de la mano de la reciente Ley de Identidad de Género sancionada por Gobierno nacional en mayo de 2012.
¿Qué entendemos por identidad de género? Es "la vivencia interna e individual del género tal como cada persona la siente, la cual puede corresponder o no con el sexo signado al momento del nacimiento, incluyendo la vivencia personal del cuerpo. Esto puede involucrar la modificación de la apariencia o la función corporal a través de medios farmacológicos, quirúrgicos o de otra índole, siempre que ello sea libremente escogido. También incluye otras expresiones de género, como la vestimenta, el modo de hablar y los modales", reza el artículo 2 de la nueva ley de Identidad de Género de nuestro país.
Por tanto, podemos decir que negarle la identidad a una criatura que manifiesta a temprana edad su deseo, sería hacerla sufrir y condenarla a un crecimiento engorroso. Pensar en el qué pasará más adelante, se calma sabiendo que el DNI se puede volver a cambiar.
Fuera de la ley, la importancia en torno a estos casos está en el apoyo familiar y del entorno -instituciones, líderes de opinión, entres otros- hacia "cualquier Lulú", ahora y a futuro.