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El caso de Halla Diyab

* Por Pilar Rahola. En mi libro sobre el Islam escribí que las Nelson Mandela del siglo XXI son las musulmanas que luchan por sus derechos. Las admiro profundamente, no en vano son valerosas mujeres que se juegan la vida.

Soy amiga de algunas que viven escondidas en Estados Unidos, amenazadas de muerte, y recuerdo haberle preguntado a la siria Wafa Sultan si tenía miedo después de haberse enfrentado a un imán radical en Al Jazzera y haber tenido que huir. Wafa ha recibido tres fatwes de muerte. Me respondió: "claro que tengo miedo. La cuestión no es ésa. La cuestión es no dejar de hacer lo correcto, a pesar del miedo". Cuando conozco mujeres como éstas que están en la primera línea de la lucha por la libertad, y que no sólo sufren la violencia islamista sino también el ostracismo occidental (por suerte capaz de reaccionar contra el terrible fascismo de extrema derecha, pero no contra el también terrible fascismo islamista), cuando las conozco, siempre siento una honda emoción. Creo que el nuevo totalitarismo es el del integrismo islámico (sumado a los otros dos viejos conocidos, el comunismo y el fascismo), que no sólo quiere destruir Occidente sino, vía terror, también el Islam democrático. Y ellas, estas musulmanas valientes, son heroínas de nuestro tiempo, tal vez las últimas grandes luchadoras de la libertad. Pero... ¿a quién importa su lucha?

La última de estas extraordinarias Mandelas del Islam es Halla Diyab, una periodista siria que ha tenido que huir a Gran Bretaña por haber hecho un reportaje contra el burka. El reportaje se titula "Your Rightful Disposal", en referencia a un verso del Corán que habla de la esclavitud de la mujer, y trata de una joven que llega a Francia con burka y que vive la experiencia de liberarse de esa prisión textil, a la vez que se libera de la prisión mental que representa. Durante el proceso la joven relata los brutales abusos físicos y psíquicos que se esconden bajo una mujer emburkada. A pesar de la popularidad de Halla y de ser una de las periodistas más influyentes de Oriente Medio, no se ha librado de la furia de los fanáticos religiosos, que no han tardado en pedir su asesinato. Y como tantas otras mujeres libres del Islam, ha tenido que destruir su vida, dejar su tierra y su familia y emprender el camino de un exilio sometido al miedo. ¿Haremos nada, diremos nada, sentiremos nada? Lo dudo porque hemos interiorizado que las mujeres musulmanas no sean libres y, sea por miedo, por comodidad o indiferencia, no hemos hecho nuestra su desdichada causa. Sin embargo, y para recordar que no todos estamos callados, hoy hablo de ella.

Su nombre Halla Diyab. Es siria, es musulmana, es libre y ahora está amenazada. Ella es Islam. Sus perseguidores sólo son la expresión islamista del totalitarismo de siempre. Es decir, el asesino de Oslo y estos fundamentalistas violentos son, ¡oh sorpresa!, hermanos gemelos.

PILAR RAHOLA (*) Publicado en "La Vanguardia"