El caso Ángeles Rawson: ¿el juez sancionará a Miguel Ángel Pierri?
Existe un hartazgo en el Tribunal y la Fiscalía por los métodos del abogado de Jorge Mangeri desde la aparición del fax trucho.
Hace un mes, el abogado del portero incorporó a la causa un fax anónimo que dijo haber recibido en su estudio en el que, sin ningún dato fehaciente, apuntaba al padrastro de la adolescente, la madre, la mucama y el taxista como parte del complot que asesinó a Ángeles Rawson.
Si los periodistas jamás publicamos informes anónimos (sólo investigamos primero si nos ofrecen indicios concretos), una regla elemental de ética jurídica indica que tampoco los letrados de un imputado pueden introducir en la causa elementos que no aportan nada, sólo confunden y hasta embarran la cancha, por más que a Pierri le molesta esa expresión.
En ese momento se escuchó decir en el juzgado que la próxima jugada "sucia" de la defensa iba camino a una sanción. No sabemos si fue el juez o uno de sus colaboradores quien dijo: "Con la próxima jugada sucia de la defensa habrá sanciones y duras contra los defensores. No se puede tolerar semejantes barbaridades en torno a la memoria de una adolescente brutalmente asesinada".
No hizo falta pedirle a la Justicia de Morón que envíen las actas de cuando Pierri defendió al Padre Grassi, que por prácticas incompatibles con la función de la defensa el ahora abogado del portero, fue llevado a la cárcel. Esa data salta en los buscadores de Internet. Los delitos que se le adjudicaron entonces fueron encubrimiento, prevaricato y violación de secretos en el caso del sacerdote acusado de corrupción de menores y abuso deshonesto. En lenguaje de la calle, embarrar la cancha.
El mes pasado se escuchó decir en el juzgado algo así como: "La próxima vez que haga algo parecido defendiendo a Mangeri, va a ser detenido y aunque sea por un día lo mandamos a un calabozo y que sea la mucamita del pabellón, para que escarmiente con esas conductas indecorosas".
Se suponía que Pierri se iba a cuidar de no volver a denigrar la causa, cuando de repente fue el incidente con el perito genetista Gabriel Boselli acerca del supuesto hallazgo de restos suyos en el edificio de Ravignani 2360.
Pierri amenazó a los cuatro vientos con renunciar a la causa alegando que se ponía en duda la honestidad de su equipo. El otro perito criminológico, Roberto Locles, también fue puesto en duda, y por estos días Locles está siendo juzgado por modificar el proyectil que mató al militante del PO, Mariano Ferreyra.
Dos incidentes con hombres de su equipo ya son demasiados para considerarlos meras casualidades. Jamás en la historia policial de la Argentina un caso concentró tanto la atención de la opinión pública como el de Ángeles Rawson. Desde EEUU hasta Japón e Israel, se lo sigue con una atención inaudita. Hemos recibido decenas de mail de esos sitios remotos de gente interesada en saber más o elaborar hipótesis, pues todo el mundo quiere ser parte de la investigación. Para el Guinness, sin dudas.
Pero Adolfo Méndez, el perito médico de Pierri, rebalsó el límite con su exabrupto último hablando de prácticas sadomasoquistas de Ángeles y ahora como nunca tanto Pierri como el portero se pusieron toda la opinión pública, y hasta a los Tribunales en su conjunto, en su contra. La Justicia no actúa con sensaciones térmicas de bronca, se guía por lo que hay en el expediente, pero también jueces y fiscales son seres humanos que no escapan al asco que produce declaraciones como las de Méndez. Si Pierri no lo desmentía a tiempo y llegaba a avalar o darle crédito a esa guarangada de Méndez, posiblemente se le venía la sanción encima. Lo de ser por un día "mucamita" de los presos estaba próxima, pero el hombre supo zafar a tiempo.
Y algo para entender el lenguaje Pierri de estos días.
Cuando amenaza mediáticamente "dejar la causa ya", en realidad su mensaje es para quienes financian la defensa de Mangeri. Les está diciendo: Paguen la cuota de los honorarios o nos vamos.
Fue como cuando dijo: "El día que hable Mangeri se revoluciona Tribunales y se conmociona la Argentina". Sonó fuerte, pero al final Mangeri fue a declarar y su silencio no revolucionó nada de la causa y lo complicó aún más con esa bravuconada de no contestar preguntas.
Es cierto que esta causa es cambiante. Pero las definiciones de los más afamados genetistas y forenses no dan lugar a dudas sobre la culpabilidad del imputado. Los restos de Ángeles hablaron cuando se le encontró rastros genéticos del portero. Esto es como el llamado "ojo de halcón" en el tenis (grabación que muestra con exactitud el lugar donde picó una pelotita), son pruebas irrefutables que ninguna chicana ni embarramiento de cancha pueden tirar abajo.
DiarioVeloz fue el primer medio que señaló a la mujer de Mangeri como posible encubridora de su marido, y pronto el juez la llamará a declarar.
Encubrir a un familiar directo no es delito, pero el juzgado intenta saber si además de saber lo que hizo Mangeri también colaboró en deshacerse del cadáver. Si así fuera, de encubrimiento pasaría a co-autora o partícipe necesario.
A la defensa de Mangeri ya no le queda margen para jugar sucio, y si amenaza otra vez dejar el caso ya sabemos a quién le está enviando el mensaje. A los que se atrasan en pagar las cuotas de sus honorarios.