El carro delante del caballo
*Por Eduarod Van Der Kooy. La política argentina parece invadida, de nuevo, por una espesa cortina de humo.
A dos semanas de las elecciones presidenciales, cuyo desenlace se descuenta, ha estallado un debate sobre otra posible reforma constitucional para el 2015. Debate inducido por el kirchnerismo al cual la oposición, con cierta ingenuidad, le arroja combustible.
El argumento central sería ahora el de la necesidad de cambiar el presidencialismo por un sistema parlamentarista , a la europea. En 1994 el peronismo, con la anuencia radical, impuso una reforma tendiente a mejorar la calidad de la democracia. En verdad, disfrazó de ese modo la pretensión reeleccionista de Carlos Menem. Sucedería en esta época lo mismo con el kirchnerismo y Cristina.
El fondo de la cuestión es, en verdad, la incapacidad del peronismo para resolver la sucesión estando en el poder. Menem no alcanzó un tercer mandato por impedimento de Eduardo Duhalde, a quien terminó condenando como candidato oficial. Cristina imagina ya serias dificultades para coronar en el 2015 a un heredero K, ajeno al peronismo clásico del cual desconfía. En ese contexto asoma la idea de una reforma.
La reforma, está comprobado, es sólo una excusa para conservar el poder. Se le añade hoy el anzuelo de un hipotético parlamentarismo, como si un giro de ese tipo ayudara mágicamente a mejorar la democracia.
No habrá ni buen presidencialismo ni buen parlamentarismo si antes no impera una módica calidad institucional y un sistema de partidos políticos estables . Europa atraviesa una severa crisis económica que también tiene anclaje en el debilitamiento de sus liderazgos políticos y de sus partidos.
Los partidos en la Argentina están desarticulados.
Se vió en agosto y se verá el domingo 23 . No sólo los de oposición. El PJ parece haber quedado encorsetado como partido sólo dependiente del Estado . Antes de menear reformas, se impondría rehacer la mecánica y la lógica partidarias. No pretender colocar el carro delante del caballo.