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El campo renueva esperanzas

La muestra Expoagro volvió a demostrar la fuerza de un sector que sigue brindando aportes de una extraordinaria magnitud.

Acaso haya sido la que acaba de realizarse en Baradero, en el establecimiento La Flamenca, a la vera de la ruta 9, la más brillante de las versiones habidas de Expoagro.

Todas las razones concurrieron para realzar la muestra anual que patrocinan LA NACION y Clarín. El buen tiempo acompañó las cuatro jornadas de la muestra. Los 500 expositores dejaron el registro imponente de lo que se ha logrado con el esfuerzo sostenido, la aptitud creativa y productiva, y el nivel tecnológico y científico de la asociación del campo con la industria y los servicios que la complementan. Esa suma de trabajo y conocimiento es la mayor y más dinámica contribución de un sector a la grandeza de la sociedad argentina. Está muy por encima del burdo 2,8 por ciento de participación en el total de la recaudación total impositiva con el que se lo ninguneó, casi con una fantasía del inigualable Indec de Guillermo Moreno, en el último discurso presidencial ante la Asamblea Legislativa Nacional.

El campo argentino no está solo. Y eso es decir mucho, frente a las humillaciones, el resentimiento y las retorcidas decisiones con que perseveran contra él los comisariatos políticos de un gobierno aplaudido por mercenarios y lunáticos que encontrarían un lugar apropiado en la decadente Venezuela o en la Libia aterrorizada por ese Kadhafy al que le está llegando la hora final.

Desde los gobernadores de Buenos Aires, Santa Fe y San Luis hasta los principales candidatos y dirigentes políticos de los más diversos partidos de la oposición se hicieron presentes en esta muestra de Baradero, que llenó de admiración a argentinos y extranjeros. Y todos, sin excepciones, pusieron en su lugar lo que significan para la Argentina las actividades agroindustriales, como el ministro Julián Domínguez, que no dejó dudas sobre su sinceridad cuando dijo que se sentía orgulloso de estar en Expoagro.

Se podrían marcar muchos puntos sobresalientes de una feria de esa jerarquía, como los de la maquinaria agrícola con novedades que trascenderán por sus exportaciones las fronteras del país, o los de los semilleros, con materiales de incesante aumento de potencial. El espectáculo de esos maíces, sorgos, sojas, dominantes en la muestra por ser de cultivos de verano, provocó manifestaciones de encomio entre la treintena de delegaciones extranjeras que se hicieron presentes.

Las miles y miles de personas que recorrieron el predio de Expoagro, unas para observar las novedades en exposición, y otras, para seguir los sucesivos turnos de la muestra activa en los centenares de hectáreas de sembradíos, dieron realce popular al acontecimiento. Allí se iniciaron múltiples negociaciones de las que surgirán ventas que acrecentarán la capacidad productiva del campo. Allí, también, las conversaciones giraron sobre los temas comunes de una campaña que, al parecer, se ha sobrepuesto finalmente a ciertas alternativas adversas del clima, sobre todo, las de principios de las siembras de octubre y noviembre, y las del período de florecimiento, en los primeros días de enero.

El resumen ha sido que tal vez sea la que concluya entre abril y mayo una de las campañas más felices de los últimos años. Y que si a pesar de todas las evidencias de la magnitud extraordinaria de los aportes del campo y sus industrias al erario nacional se lo sigue castigando con modalidades que asombran por su obstinación y perversidad, no queda sino renovar las esperanzas en la fuerza del reconocimiento social al sector, mientras se persevera en la consolidación de la inagotable capacidad de aumentar su producción.

Expoagro, por todas las razones mencionadas, ha estimulado esa confianza.