El cambio de nombre de calles y plazas
Exclusión de lo que se sale de lo común o normal. Cosa que se aparta de la regla general. Son dos definiciones que ofrece el diccionario de la palabra excepción.
Se suele escuchar a menudo el dicho "toda regla tiene su excepción", es decir que una norma no debe ser tan rígida que no permita una prerrogativa. Lo peligroso es modificar con frecuencia una ley para imponer cambios o privilegios, en algunos casos. La acción repetitiva provocaría la relatividad de la norma. Por ejemplo, el Código de Planeamiento Urbano de San Miguel de Tucumán ha sido pasible de numerosas excepciones.
En la primera sesión del Concejo Deliberante con su nueva conformación, se aprobó un proyecto por el cual se designa con el nombre de Plaza de San Cayetano al actual paseo denominado Juana Manso, ubicado en Eugenio Méndez y Gutenberg, del barrio San Cayetano. Los fundamentos indican que el cambio de designación tiene por objetivo "dar respuesta a los constantes pedidos de los vecinos, teniendo en cuenta el uso arraigado o costumbre de los habitantes" en llamarla con el nombre del santo. En el artículo 2º, prescribe: "Exceptúase a la presente de lo dispuesto por la ordenanza 1860/91 y sus modificatorias Nº 2023/93 y Nº 3465/04".
De diciembre de 1991 data la ordenanza Nº 1860 que establece la prohibición de cambiar el nombre a calles, pasajes, avenidas, plazas, plazoletas, parques y paseos públicos en el municipio, salvo en los casos que carezcan de denominación. El 12 de abril de 1993 se promulgó la ordenanza Nº 2023, que modificaba el artículo 1º de la anterior, indicando que la salvedad era posible en los casos en que tuviera como "único objeto restituir su nombre de origen cuando por su uso arraigado, o la costumbre o rechazo de los vecinos si así lo hiciera aconsejable". La ordenanza Nº 3465, promulgada en abril de 2004, ampliaba la prohibición de cambio de nombre a los barrios. El criterio de las disposiciones fue evitar que las administraciones municipales se valieran de su poder circunstancial para rebautizar los espacios públicos.
A fines de octubre de 2010, en ocasión de la muerte del ex presidente Néstor Kirchner, la decisión del intendente capitalino de imponerle su nombre a un sector de la avenida Roca (desde Alem hacia el oeste) despertó una polémica que tuvo diversas aristas. El deceso del ex primer mandatario se produjo el 27 de ese mes, y con una velocidad inusitada, el Concejo aprobó el 4 de noviembre el proyecto del intendente. De ese modo, el jefe municipal se convirtió en uno de los primeros en el país en homenajear al extinto gobernante patagónico, sentando, por otro lado, un riesgoso antecedente. La premura con que se aprobó la modificación, sin mediar un saludable debate previo -teniendo en cuenta que la ciudad es de los tucumanos, no de los funcionarios-, dejó la idea de que la mayoría de los ediles legislaron en función de sus intereses políticos y no teniendo presente el bien común.
Más allá del cambio de nombre de la plaza de San Cayetano -según el autor del proyecto responde a los constantes pedidos de los vecinos- sería importante que la excepción no se convirtiera en una constante en el futuro, porque daría lugar a que cualquier edil empleara un argumento similar para que se alterara alguna otra designación. En todo caso, la innovación debería ser producto de un estudio previo o a tal efecto, que existiera una comisión que se ocupara del asunto. Ello le otorgaría mayor seriedad a una posible reforma y se contendría además el fervor revisionista de nuestra historia imperante en la actualidad, que puede impulsar a algunos representantes a imponer su propio parecer por encima del bien común.