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El blanqueo del trabajo doméstico

*Por Osvaldo Pepe. Probablemente esta semana, el Senado apruebe en particular y convierta en ley un nuevo régimen laboralpara las trabajadoras auxiliares de casas particulares, un intento por ampliar el blanqueo de lo que se conoce como el servicio doméstico.

Se trata de un sector que figura al tope del trabajo en negro en la Argentina , uno de los indicadores que, en ocho años del kirchnerismo en el poder, muestra mejoras con relación al que produjo el estallido de 2001, pero que aún se mantiene en niveles altos: 33,7% dicen los datos oficiales.

Son cerca de 4 millones de trabajadores que carecen de casi todo beneficio social. La cifra involucra a 1.100.000 trabajadoras del servicio auxiliar doméstico. En el sector s ólo 272 mil están en blanco gracias en buena medida al estímulo oficial que permite la deducción en Ganancias de $ 12.900 anuales, como explica en esta edición el periodista Ismael Bermúdez, un estudioso del tema. Es decir que alrededor de un 75% de esas mujeres trabaja en forma irregular.

La historia para incorporar a los beneficios de la seguridad social a estas trabajadoras data de 1956, cuando se consagró el Estatuto del Personal Doméstico, la primera normativa que reflejó un fenómeno social hasta entonces desconocido, como lo fue la gradual incorporación de la mujer al mercado laboral.

Hoy por hoy, el trabajo auxiliar en las casas particulares no es un lujo de los sectores pudientes , sino claramente una necesidad para amplias capas medias de la población que pueden subsistir gracias al doble ingreso familiar. Hay muchos casos de familias que son trabajadoras y empleadoras a la vez . Y con un trabajo en negro como el de hoy, no sería raro que algún trabajador en esa condición deba blanquear a su propio personal particular.

La legislación del sector debe enmarcarse en la situación global del país, donde el PBI crece a ritmo sostenido, pero los indicadores sociales lo hacen a marcha menor.

El derrame es gradual y trabajoso.

Por eso, el Gobierno suele comparar el cuadro social con la crisis terminal de 2001 para realzar sus estadísticas. Mejor sería decir sin exagerar lo que se hizo y aceptar lo que falta por hacer . Hay que blanquear la realidad: el 33,7% de trabajo en negro es mayor al de la primera etapa del menemismo (25,9% en octubre de 1990) y más alto que el de las décadas del 70 y del 80.