El ayer y el hoy de la abuela Estela
*Por Pablo Sirvén. Nunca me llegó Hebe de Bonafini . Respeté en silencio su dolor, entendiendo que era el causante de su áspero decir. Pero Estela de Carlotto sí que me conmovió porque, atravesada por un sufrimiento parecido, supo sobreponerse para que ese sentimiento no le endureciera el corazón.
Me gustó que hablase en presente, y no en pasado. Que no elevase la voz y que una sonrisa dulce, acaso algo triste, la acompañara siempre.
Un milagro debió obrar en ella para que esa mujer que era feliz en el rito familiar de la mesa no se llenase de odio cuando la sinrazón le amputó a Laura.
Pero la vida la recompensó: con sus compañeras ya fue abuela 104 veces, aunque todavía quedan muchos nietos más por recuperar su verdadera identidad, incluso el suyo.
Estela sonrió desprejuiciada en la tapa de los personajes del año de la revista Gente y no fue triunfalista cuando Abuelas consiguió la detención de Videla. Perfil bajo, discreción y hábil diplomacia fueron su Norte durante mucho tiempo.
El aliento demasiado cercano del kirchnerismo se empeña en marchitar esa frescura. Qué pena.