El avance de La Cámpora
La obediencia ciega y la falta de experiencia caracterizan a los militantes de la elite kirchnerista que ha copado el Estado.
El avance de la agrupación juvenil kirchnerista La Cámpora en distintas áreas del Estado continúa sin pausa y, luego de las últimas designaciones, prácticamente no hay ministerio o repartición en el que la organización que preside Andrés Larroque y coordina Máximo Kirchner no tenga una fuerte y decisiva presencia.
Sin antecedentes profesionales de peso, muchos jóvenes camporistas son ubicados en la administración nacional con jugosos sueldos que premian su militancia y su obediencia ciega. Su militancia suele suplir su falta de idoneidad, y su arrogancia en los nuevos cargos pretende disimular su falta de experiencia.
Como si hubieran establecido una cabecera de playa, una vez instalados en el organismo o ministerio que les cupo en suerte -ya de por sí superpoblados-, proceden a su colonización, permitiendo el ingreso de más camporistas.
El Registro Nacional de Armas (Renar); la Dirección Nacional de los Registros Nacionales de la Propiedad Automotor y de Créditos Prendarios; la agencia oficial Télam; la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, que adjudica las licencias de radio y televisión, y, además, el manejo de la publicidad oficial son sólo algunas de las últimas áreas que han quedado bajo el manejo de La Cámpora.
El poder que día tras día van ganando sus militantes ya había quedado reflejado en la composición de las listas de candidatos del oficialista Frente para la Victoria en las elecciones de octubre pasado, en las que si bien no descollaron, obtuvieron nueve bancas de diputados nacionales y siete en el Parlamento bonaerense. En el Senado de la Nación, el bloque oficialista tuvo que frenar el avance del camporismo para evitar que, con el apoyo del vicepresidente Amado Boudou, copara los cargos directivos de la Cámara alta.
Por lo general, los ámbitos que conquistan suelen ser aquellos que tienen capacidad de recaudación o de manejo de fondos, o fuerte relevancia política en materia de decisiones y designaciones para seguir incrementando la presencia de los miembros de la agrupación.
En sus manos ya estaba el dominio del negocio aéreo al hacerse con el manejo de Aerolíneas Argentinas, del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (Orsna) y de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC).
Ahora, Hernán Reibel Maier gestionará el gigantesco presupuesto de la propaganda oficial, que el Gobierno prodiga a medios afines y niega al periodismo independiente y crítico con la intención de asfixiarlo.
El gerente de Control de Procesos de la Anses e integrante del consejo asesor del Programa Conectar Igualdad, Matías Molle, quedó al frente del Renar, donde designó a numeroso personal.
También hay camporistas al frente de Documentación Presidencial y, en la Jefatura de Gabinete, de las subsecretarías de Comunicación Pública y de Reforma Institucional. En el Ministerio del Interior ocupan la secretaría y la subsecretaría de Asuntos Municipales. En el de Justicia, la Secretaría de Justicia y las subsecretarías de Relaciones con el Poder Judicial y de Coordinación y Control Registral. En el de Economía se encuentra el viceministro Axel Kicillof, y también en poder de La Cámpora figuran la Secretaría de Política Económica y la Subsecretaría de Comercio Exterior.
Hasta ahora, los militantes que ocupan puestos privilegiados en la función pública no se han destacado. Quien más notoriedad adquirió fue el economista Iván Heyn, ex subsecretario de Comercio Exterior, pero a raíz de su extraña muerte en un hotel de Montevideo mientras la Presidenta participaba allí de una cumbre del Mercosur. Lo reemplaza Paula Español.
Tampoco puede decirse que Mariano Recalde haya descollado al frente de la cada vez más deficitaria Aerolíneas Argentinas.
La Cámpora también actúa políticamente y así se lo demostró al gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta. Cuando este mandatario quiso aplicar un plan de ajuste que generó un fuerte rechazo entre los empleados estatales, los integrantes de la agrupación se retiraron en masa de su gobierno provocando lo que constituyó un verdadero golpe de Estado provincial.
Tras su reelección, la Presidenta sostuvo que se ocuparía del recambio generacional. Pero este recambio, cuando se trata de las máximas instancias de la administración pública, jamás puede basarse exclusivamente en la simple juventud y militancia dentro del grupo del oficialismo más rancio, obsecuente y verticalista.
La experiencia y la capacidad suelen ser dos de los principales requisitos para ocupar esos cargos en aquellos países en los que los gobiernos no consideran al Estado como un botín o una herramienta de poder. La ciega obediencia jamás puede suplir a la idoneidad.
La Cámpora sirve de cantera de la cual se extraen recursos humanos sin importar su grado de competencia, para cubrir en la esfera pública espacios que suelen ser de carácter estratégico para el interés general. Casi nueve años de gobierno kirchnerista han puesto al Estado al servicio del régimen, que lo va copando a fuerza de servilismo y obediencia debida.
Sin antecedentes profesionales de peso, muchos jóvenes camporistas son ubicados en la administración nacional con jugosos sueldos que premian su militancia y su obediencia ciega. Su militancia suele suplir su falta de idoneidad, y su arrogancia en los nuevos cargos pretende disimular su falta de experiencia.
Como si hubieran establecido una cabecera de playa, una vez instalados en el organismo o ministerio que les cupo en suerte -ya de por sí superpoblados-, proceden a su colonización, permitiendo el ingreso de más camporistas.
El Registro Nacional de Armas (Renar); la Dirección Nacional de los Registros Nacionales de la Propiedad Automotor y de Créditos Prendarios; la agencia oficial Télam; la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, que adjudica las licencias de radio y televisión, y, además, el manejo de la publicidad oficial son sólo algunas de las últimas áreas que han quedado bajo el manejo de La Cámpora.
El poder que día tras día van ganando sus militantes ya había quedado reflejado en la composición de las listas de candidatos del oficialista Frente para la Victoria en las elecciones de octubre pasado, en las que si bien no descollaron, obtuvieron nueve bancas de diputados nacionales y siete en el Parlamento bonaerense. En el Senado de la Nación, el bloque oficialista tuvo que frenar el avance del camporismo para evitar que, con el apoyo del vicepresidente Amado Boudou, copara los cargos directivos de la Cámara alta.
Por lo general, los ámbitos que conquistan suelen ser aquellos que tienen capacidad de recaudación o de manejo de fondos, o fuerte relevancia política en materia de decisiones y designaciones para seguir incrementando la presencia de los miembros de la agrupación.
En sus manos ya estaba el dominio del negocio aéreo al hacerse con el manejo de Aerolíneas Argentinas, del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (Orsna) y de la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC).
Ahora, Hernán Reibel Maier gestionará el gigantesco presupuesto de la propaganda oficial, que el Gobierno prodiga a medios afines y niega al periodismo independiente y crítico con la intención de asfixiarlo.
El gerente de Control de Procesos de la Anses e integrante del consejo asesor del Programa Conectar Igualdad, Matías Molle, quedó al frente del Renar, donde designó a numeroso personal.
También hay camporistas al frente de Documentación Presidencial y, en la Jefatura de Gabinete, de las subsecretarías de Comunicación Pública y de Reforma Institucional. En el Ministerio del Interior ocupan la secretaría y la subsecretaría de Asuntos Municipales. En el de Justicia, la Secretaría de Justicia y las subsecretarías de Relaciones con el Poder Judicial y de Coordinación y Control Registral. En el de Economía se encuentra el viceministro Axel Kicillof, y también en poder de La Cámpora figuran la Secretaría de Política Económica y la Subsecretaría de Comercio Exterior.
Hasta ahora, los militantes que ocupan puestos privilegiados en la función pública no se han destacado. Quien más notoriedad adquirió fue el economista Iván Heyn, ex subsecretario de Comercio Exterior, pero a raíz de su extraña muerte en un hotel de Montevideo mientras la Presidenta participaba allí de una cumbre del Mercosur. Lo reemplaza Paula Español.
Tampoco puede decirse que Mariano Recalde haya descollado al frente de la cada vez más deficitaria Aerolíneas Argentinas.
La Cámpora también actúa políticamente y así se lo demostró al gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta. Cuando este mandatario quiso aplicar un plan de ajuste que generó un fuerte rechazo entre los empleados estatales, los integrantes de la agrupación se retiraron en masa de su gobierno provocando lo que constituyó un verdadero golpe de Estado provincial.
Tras su reelección, la Presidenta sostuvo que se ocuparía del recambio generacional. Pero este recambio, cuando se trata de las máximas instancias de la administración pública, jamás puede basarse exclusivamente en la simple juventud y militancia dentro del grupo del oficialismo más rancio, obsecuente y verticalista.
La experiencia y la capacidad suelen ser dos de los principales requisitos para ocupar esos cargos en aquellos países en los que los gobiernos no consideran al Estado como un botín o una herramienta de poder. La ciega obediencia jamás puede suplir a la idoneidad.
La Cámpora sirve de cantera de la cual se extraen recursos humanos sin importar su grado de competencia, para cubrir en la esfera pública espacios que suelen ser de carácter estratégico para el interés general. Casi nueve años de gobierno kirchnerista han puesto al Estado al servicio del régimen, que lo va copando a fuerza de servilismo y obediencia debida.