El aumento de Cristina y Macri

En una ambigua resolución, la Justicia porteña no hizo lugar a los recursos presentados para dejar sin efecto el aumento al boleto de los subterráneos, que queda en 2,50 pesos por unidad.

Sin embargo, el juez interviniente aclaró después que la medida no significa avalar el aumento ni tampoco rechazar los amparos presentados por organizaciones no gubernamentales y usuarios, sino de quitarles a éstos el carácter de urgentes. Incluso, por decisión de los gremios y hasta el martes pasado, los molinetes fueron destrabados en determinadas horas del día y los pasajeros pudieron viajar gratis.

En una palabra, la cuestión sigue pendiente desde el punto de vista judicial, cuyo dictamen final resulta por ahora impredecible.

La anomalía de esta situación resulta más que evidente, con grave riesgo de desfinanciamiento del principal medio de transporte de la Ciudad de Buenos Aires, por el que se desplazan alrededor de un millón y medio de personas durante los días hábiles o laborables, lo que revela no sólo un clima de anarquía, intemperancia e ingobernabilidad sino también una falta casi absoluta de coordinación entre las distintas jurisdicciones del Estado, en este caso los gobiernos de la Nación y de la Ciudad de Buenos Aires, ya que no se hizo un traspaso ordenado del servicio, que estableciera un inevitable y retrasado aumento del boleto, que desde hace varios años estaba fijado en la irrisoria cifra de 1,10 peso por viaje, con las combinaciones incluidas, que son utilizadas por la mayoría de los pasajeros.

Esa cifra resultaba irritante y hasta ofensiva para los habitantes del interior, que pagan desde hace tiempo un precio mucho más alto por un servicio de transporte urbano mucho más deficiente que el que prestan los subtes de Buenos Aires. A modo de ejemplo, baste citar el de la ciudad de Córdoba, donde hace varios meses se paga 2,50 pesos por boleto de ómnibus, sin la posibilidad de hacer combinaciones entre diferentes líneas. De modo que quien tiene que tomar dos ómnibus tiene que pagar dos boletos, o sea que un viaje de ida y otro de vuelta cuesta en total 10 pesos.

Finalmente, hay otro aspecto de la cuestión –ya de naturaleza política– que no puede ser soslayado. En las paredes de los subtes y las calles de Buenos Aires han aparecido consignas que dicen "No a los aumentos de Macri", cuando deberían decir "No a los aumentos de Cristina y de Macri", ya que el Gobierno nacional, en otro gesto de hipocresía, se lavó las manos al traspasar abruptamente los subterráneos a la Ciudad de Buenos Aires, sin un previo acuerdo sobre el inevitable e impostergable aumento de la tarifa. Así se ha llegado a esta situación, que puede quedar fuera de control si no se la resuelve rápidamente. Y lo que exigen los cordobeses y todos los ciudadanos del interior del país es que se acate el principio constitucional de igualdad ante la ley.