El asalto al Banco Río: Vitette Sellanes y la verdad que oculta
Es el payasito de aquel asalto histórico, pero no fue ni el cerebro ni el financista. Los verdaderos mentores del boquete siguen libres, sentados en sillones VIP de la city y frecuentando la "pequeña Italia".
El uruguayo vive de un egocentrismo y soberbia tan grande que más parece ser argentino. Quizás algún complejo de inferioridad en su niñez, que estando en prisión le salió fortunas para salvar la integridad. Ya se sabe cómo es la vida de estas personas muros adentros. Si entrás teniendo mucho dinero y la pedantería bien alta, tenés que pagar peaje para mantenerte vivo y sin sobresaltos. Vitette (como Mario Segovia, el rey de la efedrina), no son ni serán la excepción a esa regla.
Pero al hombre no hay que negarle locuacidad ni rapidez mental a la hora de un contrapunto con periodistas. A un conductor televisivo lo dio vuelta como una media en una especie de reportaje contrapunto, algo que no caracteriza ni a los ladrones de guante blanco.
Pero lo que no cuenta Vitette es que él sólo fue el jerarca operativo del asalto al Banco Río de Acassusso, y el que eligió como compinches a quienes después cometerían el error de pisar el palito de "los caballos lentos y las mujeres rápidas" que fue fatal para ellos. Los verdaderos cerebros y financistas del robo del siglo jamás fueron indagados ni llevados a la justicia, entre otras cosas porque el uruguayo los conocía por sobrenombres, y no tenía cómo ubicarlos.
¿Qué dato obtuvieron los investigadores en su momento, los cuáles jamás pudieron corroborar?
Por lo que sabemos, los cerebros del robo al Banco Río fueron un par de jerarcas de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, quienes obtuvieron los planos y la data completa de los subsuelos de la entidad financiera de la zona norte, y que además idearon el plan perfecto y cinematográfico que llevó adelante Vitette y su gente.
Otro asunto clave del robo es cotejar (algo que jamás hicieron las autoridades que investigaron, aún cuando tenían esa data) las horas posteriores al robo con la partida de aviones privados rumbo a México y Centroamérica.
El rumor siempre fue el mismo: las primeras bolsas sacadas de las cajas de seguridad del Río fueron llevadas a una avioneta particular que se fue del país cuando aún la policía bonaerense estaba jugando al gato y al ratón con la presunta toma de rehenes.
Se dijo que la parte gruesa del botín voló en esa aeronave y el resto quedó en manos de Vitette y su gente. O no se hizo ese peritaje o no se pudo comprobar qué carga llevó el pequeño charter.
No fue la única ocasión que se utilizó una nave para alejar el botín robado de la escena de robo... En las horas posteriores al asalto al Banco Provincia de Belgrano -comienzos del 2011- también participó el "desaparecido" helicóptero de control de tráfico en la costa marítima. Aquel Robinson 44 que conducía Alejandro Ferzola y en un abrir y cerrar de ojos lo tragó la tierra, un eufemismo que nadie creyó nunca. Ni la tierra se traga nada ni la Bahía de Samborombon es el Triángulo de las Bermudas para hacer desaparecer naves que dejan de emitir señales de radio (GPS, rastreadores ubicados en todo lo que vuela y tiene motor) de buenas a primeras. Así como ese Robinson 44 se llevó parte de las cajas de seguridad del Banco Provincia, una avioneta privada se llevó la parte gruesa del Banco Río de Acassusso.
Vitette y sus socios quedaron con una tajada enorme, pero ni por asomo fue él quien organizó y/o financió aquel cinematográfico robo.
También es interesante en la historia secreta del robo al Banco Río, conocer dónde se reunieron y organizaron parte de la logística del asalto. En Avenida de Mayo, Ramos Mejía, se conoce un par de cuadras -que nace de la estación de trenes- llamada la "pequeña Italia" (Little Italy), como en la zona aledaña al China Town de Manhattan.
Ahí se juntaba Vitette con esos personajes cuya identidad siempre ignoró, pero quienes les fueron dando las pautas para el gran robo. Y se juntaron ahí por última vez antes de salir para Acassusso "el día D".
Esa "pequeña Italia" sigue teniendo vigencia, pues allí también frecuentaba la banda de ex piratas del asfalto devenidos en narcotraficantes que secuestraron a Candela Sol Rodríguez.
Una cantina italiana, varios centros gastronómicos a metros de la comisaría, y el misterio de que allí nada es lo que parece ser.