El amor en los tiempos del mail

*Por Ricardo Roa. Los tiempos han cambiado pero no tanto como para que los jueces consideren a los mails eróticos como prueba suficiente de adulterio. En cambio, sí es un signo de este tiempo que empiecen a incorporar a las causas judiciales los mensajes por Internet.

La historia es una de las tantas de parejas rotas que se ventila en los Tribunales. Pero la sentencia no es una más: dos miembros de una cámara civil sostienen que "la infidelidad virtual, en tanto no pase a 3D , no llega a consumar el encuentro carnal que configuraría el adulterio" (ver Para la Justicia los mails infieles no son adulterio).

El adulterio es una relación sexual de una persona con otra que no es su cónyuge. Hasta hace muy poco era considerado un delito por el Código Penal y castigado con prisión de un mes a un año. Y un delito bien machista: la mujer era juzgada adúltera por haber engañado sólo una vez mientras que al hombre debía comprobársele que tenía otra pareja y encima la mantenía .
Desde el 95 ya no es así. El adulterio quedó como una de las causales de divorcio. Si se comprueba, quien lo comete debe indemnizar a su ex . Los mails no alcanzan. Aunque quizás sirvan para justificar injurias graves, que también se toman como argumento para la disolución del matrimonio.

En el fallo, sin embargo, los jueces tienen una mirada condenatoria sobre el uso de mails de la pareja . Dicen que "las expresiones de matiz amoroso -y, por momentos, erótico- que se observan en los mails intercambiados, pertenecen al ámbito de la autonomía privada de sus emisores ". Sería como un espionaje a la intimidad.

Existe un contrato jurídico de fidelidad y una promesa de no engañar. Pero los jueces se permiten una reflexión de estos tiempos: "Las razones del desamor son misteriosamente diversas. Cuando el amor no es más fuerte, se extingue el vínculo matrimonial sin que existan culpables ni inocentes ".

El amor no siempre dura para siempre. Los que pueden lograrlo, mejor . Pero las cosas del querer son complejas y el tiempo nunca pasa en vano: pasa y nos modifica.