El almuerzo de fin de cosecha
Desde hace varios años, el Centro de Bodegueros y Viñateros del Este ha logrado institucionalizar, con notorio éxito, el evento llamado "Almuerzo de Fin de Cosecha". Este Almuerzo, junto con el tradicional Agasajo de la Vendimia que realiza Bodegas de Argentina, se han constituido en dos reuniones que, con matices diferentes, se complementan bien en la promoción y discusión de los temas trascendentes de la vitivinicultura.
En esta oportunidad, la realización del Almuerzo correspondió a la prolija bodega "La Rosita" de Emilio Brandi, en el grato paisaje vitícola del distrito Rodríguez Peña, en Junín. Estos eventos se potencian en los años electorales como éste, dado que son una muy buena vidriera en la que se exhiben los candidatos, dirigentes, aspirantes a cargos públicos, permitiendo así el contacto y el diálogo directo entre ellos y los empresarios que asisten.
Son una contribución muy positiva a la sociabilidad, para el encuentro de personas, del saludo, del diálogo entre ellos, de sentirse partícipes de una actividad tan noble y culturalmente rica como es la vitivinicultura.
En el Almuerzo del Este suelen expresarse opiniones, ideas, de un modo franco y abierto, que contribuyen a un debate enriquecedor para todos aquellos a los que les interesa la economía regional. Este año el discurso del Presidente del Centro de Bodegueros y Viñateros del Este, Javier Palau, un hombre joven, no ha escapado al perfil enunciado. Los Andes, en su edición del domingo 19 de junio, reflejó los aspectos destacados de la reunión. Resulta oportuno reflexionar aquí sobre algunas de las cuestiones planteadas, en forma clara y directa, por el dirigente del Este.
La necesidad de revisar el Acuerdo Mendoza-San Juan sobre el cupo de uvas destinadas a elaboración de mostos; concluir y poner en práctica el plan estratégico de este producto como industria estable y permanente de la vitivinicultura, ha sido uno de ellos.
Otra cuestión central es el ya ineludible problema de la falta de mano obra agrícola, especialmente a la hora del levantamiento de las cosechas. En sus palabras: "No se trata de lo que se paga sino de la negativa del trabajador a ser registrado en blanco, ante el temor que tiene de perder el plan social que viene cobrando. Así el productor asume el riesgo de contratarlo informalmente o perder esa fuerza de trabajo".
Expresivas y necesarias de reflexión fueron sus palabras sobre el tan mentado trabajo infantil, sobre el que dijo: "Reafirmamos nuestro compromiso con la erradicación del mismo pero la sola presencia de un niño en la viña acompañando a sus padres no puede ser entendida como presunción de trabajo infantil, imputándose al productor un delito penal porque ello significa desconocer el modo en que se mueven las familias que realizan la cosecha".
No faltó el delicado problema de la grave escasez del agua, el debate sobre sus usos alternativos tanto entre distintas actividades como en regiones agrícolas. Hubo un pronunciamiento expreso: "Decir no a la minería", frente a la severa limitación del recurso.
Las consideraciones sobre la caída de las exportaciones de vinos, por la falta de competitividad consecuencia de la inflación y del retraso cambiario, fueron puestas como señal seria de alerta.
Llamativa resultó la alusión a la constante disminución del consumo interno de vinos y su relación con la pérdida de una enorme fuerza de ventas, por efecto de la obligatoriedad del fraccionamiento en origen, sintetizada en la expresión: "Hay que recuperar al vendedor de vinos, al licorero".
Sin agotar los temas ni muchos menos, fueron elocuentes los números de la producción de uvas y vinos del Este, la visible mejora del sector tanto en la calidad de la uvas como en las bodegas y lo mucho que todavía falta por hacer. Positiva es sin duda la adopción de "Tierras del Este" como marca genérica para los productos de los cinco departamentos.
Es evidente que el Este ya se ha integrado a la vitivinicultura reconvertida, no es de ningún modo una zona marginal y de ello da clara evidencia el evento comentado.