El acierto de desdoblar
* Por José Luis Toso. Las elecciones municipales de ayer confirmaron la tendencia que marcaron en el país Santa Fe, Córdoba, la Ciudad de Buenos Aires y otros distritos: a la hora de votar, la ciudadanía prioriza las gestiones locales si éstas merecen la aprobación, claro.
Salvo Catamarca, es el común denominador de las convocatorias electorales anticipadas de este año. La Capital de Mendoza y el departamento de San Carlos no son la excepción. Hasta el descomunal porcentaje que obtuvo este domingo el kirchnerista Alperovich en Tucumán va en dicha sintonía.
Precisamente, esa tendencia es la que llamó a engaño a muchos que, contrariamente a lo que todas las encuestas anunciaban, tenían la remota esperanza de que la Presidenta no sumara el importante caudal de votos que finalmente obtuvo en las primarias del domingo 14. Por eso Cristina Kirchner ganó en territorios que sus respectivos gobernantes habían retenido antes.
El liderazgo del Viti. Con su nuevo triunfo, Víctor Fayad entra en la historia de la Ciudad. Es el intendente capitalino más ganador del ciclo democrático que comenzó a fines de 1983 y el indudable referente territorial de su partido, ya que la UCR es el único partido que gobernó desde aquel año.
Los números hablan de la consolidación política de Fayad. En 2007 volvió a la intendencia con el 39 por ciento de los votos y en marzo de 2010, en la primera elección que decidió desdoblar, sus concejales obtuvieron el 40 por ciento. El 57,1 por ciento de ayer, con aplastante diferencia sobre el resto, constituye un reconocimiento clarísimo a su gestión. Por eso, al hablar en pleno festejo de sus simpatizantes, el jefe departamental rescató el respaldo de quienes lo votaron priorizando "la gestión local por sobre los intereses partidarios".
Detrás suyo, nada. El segundo puesto del justicialista Hernández le permitió al oficialismo provincial por lo menos mantener una representación mínima en el Concejo Deliberante y reposicionarse algo en la Ciudad luego de la pálida elección de concejales anterior.
Tanto peronistas como demócratas quedaron una vez más relegados por el derrotismo que los caracteriza desde hace tiempo en la Capital ante la imagen invencible que tiene la UCR. Es una lástima que ello ocurra, porque ambos partidos parecen resignados a sacrificar voluntarios llamados a ser fusibles.
Debería llegar la hora en que algún dirigente de la oposición capitalina decida armar un proyecto en serio a mediano o largo plazo, pensando en que en algún momento la alternancia política también será posible en el por ahora invencible reducto radical.
Un radical más allá del radicalismo. Siempre seguro de sus fuerzas, Fayad se dio el lujo en los últimos años de prescindir de alianzas u otro tipo de acercamientos políticos. Lo primero que hizo ayer al hablar con los resultados definitivos en la mano fue ratificar su pertenencia partidaria a la UCR y agradecer a la militancia. Pero también se tomó la licencia de hacer reclamos en las listas provinciales de su partido por dirigentes leales a los que pretenden seguir protegiendo.
Sabe que su misión está cumplida por este año electoral. Sólo queda el aporte que sus militantes le puedan realizar a los candidatos provinciales del radicalismo en octubre. En abril la fórmula encabezada por Alfonsín sólo superó el 11 por ciento en la Capital. Habrá que ver entonces qué porcentaje de los votos que recibió Fayad refuerzan a Iglesias.
Por ahora, el clima es tenso en el radicalismo. La visita de ayer de Iglesias a los festejos en el hotel Aconcagua no cayeron bien entre los dirigentes capitalinos y, finalmente, Fayad terminó hablando ante las cámaras sin la presencia del candidato a gobernador del radicalismo. El mensaje es claro: a priori, deberá trabajar por su cuenta la fórmula Iglesias-Jaliff para hacer propios los votos que hoy tiene Fayad.
El mérito de Difonso. El resultado de San Carlos también merece una consideración especial. Con la deserción de Parisi a su partido, en Luján, Difonso es el único intendente del Partido Demócrata. La reelección de ayer, clara en un escenario político mucho más complejo que el de la Capital, deja bien parado al jefe comunal, que hizo de la protesta antiminera uno de sus argumentos más fuertes de campaña. Queda posicionado como uno de los dirigentes del PD con mayor proyección.
Los que no desdoblaron se quedan pensando... Los triunfos de Fayad y Difonso confirmaron lo que casi todos los encuestadores locales señalan: los intendentes, más allá de su signo político, tienden en su mayoría a ser reelectos. Sin embargo, en la convocatoria electoral del 23 de octubre se especula muchísimo con el llamado efecto arrastre de la Presidenta a favor de los candidatos del justicialismo.
Los jefes departamentales son bien evaluados en general, pero la diferencia abismal entre los votos que obtuvo en la provincia en las primarias Cristina Kirchner y los que sumó Ricardo Alfonsín hace entusiasmar a unos y temer a otros. No en vano Alfredo Cornejo y otros "caciques" radicales intentaron despegarse y sumarse al desdoblamiento. No pudieron. Pudo más la pétrea estructura partidaria radical, hoy en día más necesitada del corte de boleta hacia arriba y del empuje de los departamentos que gobierna. Aunque un poco extemporánea y con los plazos legales apretadísimos, la intentona de desdoblamiento de Cornejo y compañía era hasta cierto punto lógica.
Tal vez esta sea la hora de los arrepentimientos, pero también la de decidir de una vez por todas remozar nuestro viejo sistema político y consensuar mecanismos de elección más equitativos, como el de boleta única, de modo que no sea tan necesario desdoblar para obtener el reconocimiento a una gestión o, como piensan varios en la UCR local, ponerse a salvo de los arrastres.