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El 24 de marzo llegó para Menem con un indulto kirchnerista

*Por Julio Blanck. Carlos Saúl Menem tiene más admiradores vergonzantes en el mundo de la política que lo que el común de la gente supone. Le admiran la forma en que llegó al poder y la habilidad con que se mantuvo allá arriba durante una década , aunque fuera a costa de hacer picadillo buena parte del Estado y una gruesa porción de la herencia doctrinaria del peronismo.

También son muchos los que le reprochan la corrupción de aquellos años.
Todavía se están juzgando las responsabilidades de algunos de aquellos desastres y el propio Menem carga con media docena de procesamientos en su espalda. Claro que aquellos latrocinios poco tienen para envidiarle a algunas perlitas sistémicas de la corrupción en estos tiempos kirchneristas.

Pero no es esa la cuestión que nos ocupa. La cuestión es que Menem, incombustible, volvió a ser noticia estos días por su alianza a cielo abierto con el kirchnerismo.

Dicho de modo más o menos brutal y sesgado: así como Menem en su momento indultó a los genocidas Videla, Massera y compañía, ahora el kirchnerismo acaba de indultar a Menem . Lo demás es pura propaganda, diseminada como lluvia ácida por los propaladores oficialistas con plata que no es de ellos.

El apoyo kirchnerista a la reelección de Menem como senador por La Rioja se produjo en un momento muy oportuno: fue a pocos días del 35° aniversario del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, fecha incorporada a la iconografía del kirchnerismo con sólidas razones, para fijar la condena social y política a los golpistas , sus socios, sus escuadrones de la muerte y, de algún modo también, a sus indultadores de los años 90.

Debe resultar complicado explicar desde el discurso del progresismo este tipo de acuerdos políticos –como aquellos que Kirchner entabló con los patrones provinciales y municipales del peronismo– basados en el más descarnado pragmatismo . Tan difícil es que hasta algunos de los dirigentes que sin dobleces ni especulaciones adhieren al kirchnerismo se atrevieron a hacer público su desagrado . No es poco, conociendo con qué rigor punitivo funciona el aparato de Asuntos Internos del oficialismo.

En términos estrictamente legales, el indulto disminuye o anula la condena pero no borra el delito.

Está claro que por más indulto que hubiesen recibido, Videla, Massera y compañía seguían siendo tan delincuentes como antes. Quizás el kirchnerismo suponga que el conveniente acuerdo sellado en La Rioja no redime a Menem de todo lo que se lo ha acusado. Ni de su perdón a los militares, ni del remate del Estado en aquellas privatizaciones de escándalo, ni de las políticas que terminaron dejando en la calle a tantos trabajadores, profesionales y empresarios, ni de la convertibilidad que fue primero salvavidas y después cadalso de una sociedad estragada por la desgracia económica.

El kirchnerismo, que fue rival electoral primero y demoledor enemigo de Menem después, a lo mejor prefiere quedarse en la anécdota discriminadora de Néstor tocando la madera del estrado en el Senado con una mano y sus propios genitales con la otra, para espantar la mala suert e cuando Menem juró como senador en 2005. El mismo Kirchner que, siendo gobernador, había elogiado a Menem como el mejor presidente argentino de la historia.
La cuestión es que la ayuda táctica de Menem al kirchnerismo venía madurando hacía tiempo, en cada votación del Senado. La contraprestación a aquellos servicios prestados fue lo que se firmó en La Rioja.

Voceros del gobernador Luis Beder Herrera, que ahora es kirchnerista y antes fue lo que convenía ser en el peronismo, explicaron que la decisión suponía un homenaje a Menem.
Como ninguna voz relevante del kirchnerismo se pronunció sobre este delicado asunto, habrá que entender que el homenaje es a quien fue elegido tres veces gobernador y dos veces presidente por el voto libre de sus conciudadanos. Y a quien después del golpe de marzo del 76 pasó cinco años preso, cuando otros que mucho tiempo después cacarearon un falso heroísmo se dedicaban por ese entonces a la simpática tarea de hacer fortuna.