Efecto Bomparola-Fariña: Pánico y locura en la noche porteña (y la farándula)
Chantajes, síndromes de abstinencia, ataques de pánico y temores hasta de atender el teléfono como pocas veces se vio.
No tenía que caer preso Rodolfo Bomparola y otros para saberse que en la farándula, la noche porteña, en la justicia o en el periodismo el consumo de drogas es cada vez más frecuente.
Si se hiciera un inventario o casting de famosos "drogones" todos saben -con mayor o menor grado de certeza- el "quien es quien" en esta ruleta rusa de consumir narcóticos.
Pero es como que el llamado caso de los "Narco VIP" abrió las puertas de un infierno en el cual se desataron todas las paranoias habidas y por haber.
Los "dealers" de siempre de los famosos desparecieron como si se los hubiera tragado la tierra. No es común que un vendedor de drogas deje de frecuentar a sus clientes habituales, sí lo es que tome recaudos de seguridad cuando el asunto se pone espeso.
En los boliches nocturnos donde todo se consigue (todo tiene su precio, pero nada falta) parece como que ahora fueran todos los caballeros santos y las damiselas carmelitas descalzas.
Se supo de algunos chantajes de quienes diciendo conocer el listado de sospechosos que figura en el expediente del juez Norberto Oyaribide piden dinero a cambio de proteger la intimidad a prueba de publicaciones periodísticas.
Otros tiran nombres al azar por venganzas personales; son partes de las miserias de un mundo donde nada es real. Algo así como sentimientos de plásticos y pensamientos de siliconas.
Tampoco es habitual que los distribuidores dejen la plaza "seca" porque se cumple esa ley inexorable que dice que el espacio que unos dejan libre otros se encargan de ocuparlo. Y eso que Bomparola y los suyos eran parte de una banda de "chiquitaje", nada grande sino porciones pequeñitas de un mercado inmenso, pero lo de ellos era ese mal llamado VIP (personas supuestamente muy importantes).
Lo que decíamos, los "dealers" desaparecieron de la noche porteña porque no confían en ese terreno cenagoso donde la Justicia busca un efecto propagandístico a gran escala para paliar la incapacidad que genera la guerra de narcos a gran escala (Rosario con "Los Monos" y el resto que todos conocen).
El ataque de pánico de actorcitos, mediáticos y sus secuaces o modelitos es otro. Los temores son dos. El primero, sabiendo quien es Norberto Oyarbide, piensan que ser esposados frente a las cámaras de los noticieros es casi el fin de su carrera en el mundillo mediático, y hasta ser estigmatizados como pasaba hasta hacer unos años si una persona consumía drogas. En la memoria colectiva está vigente el recuerdo del "Facha" Martel. El asunto de la cocaína lo hizo pasar de actor humorístico de fama (del staff permanente de Alberto Olmedo) a morir tirado en la cama de un hospital después de ser un "homeless", viviendo en un auto abandonado en la vía pública porque nadie le volvió a dar trabajo.
Y el rumor que podrían ser citados a declarar como testigos contra Bomparola es otro de los miedos. Ya se sabe cuál es la ley que rige en el hampa a quien denuncie a un vendedor de drogas, lo que nadie sabe es qué tienen que decir para no caer bajo las garras de los sicarios si los llaman a declarar en una causa judicial, y mucho más si esa causa la lleva Norberto Oyarbide. Negar que fueran clientes que le adquirían drogas a Bomparola y los suyos es la lógica elemental, pero si aparecen en escuchas telefónicas y el juez le recuerda que de mentir van presos por falso testimonio, ahí la cosa se pone complicada.
Por lo general, la Justicia nunca le toma declaración a quienes compran drogas para que lo digan en el expediente. El trámite es muy farragoso y no garantiza nada, pero tratándose de un juez como Oyarbide el asunto se complica. Al magistrado -cuando le conviene- le gustan las operaciones grandilocuentes y mediáticas.
De ahí y de la falta de drogas en la noche de la farándula es la sensación de pánico y locura que rige en este verano porteño.
Y sobre llovido, apareció otra vez un amigo impresentable de Leonardo Fariña apresado como narco. Juan Suris era el presunto socio del ex de Karina Jelinek en un negocio de fideicomiso en Bahía Blanca, del cual DiarioVeloz informó en su momento. Después el episodio del BMW con papeles truchos que involucró a Fariña-Suris y ahora esta acusación con allanamiento incluido a la vivienda de Mónica Farro.
Todos y todas querían estar al lado de Fariña y ahora están bajo otra mira, la policial y de la justicia. ¿Seguirá siendo el referente de ellos en la noche porteña?
A Leo Fariña las balas le pican cerca. Está zafando (por cuenta de terceros) en el escándalo de Lázaro Báez. Los contactos con Bomparola son también los suyos y el caso de Juan Suris puede traerle complicaciones varias. Porque además de drogas, se menciona falsificación de monedas y otros delitos no excarcelables. ¿Lo del fideicomiso en Bahía Blanca .-lugar de origen de Suris- era una pantalla para ocultar otras actividades no lícitas? De una que la Justicia lo querrá saber y posiblemente Fariña tenga que declarar en esa causa que lleva horas.
Bomparola, fariña y hay más. Como reza el título del último trabajo del Indio Solari: Pajaritos, bravos muchachitos.