Educación para todos, pero exigente y de alta calidad
Varios autores coinciden en la degradación de la escuela pública en América Latina. Destacan que los países exitosos social y económicamente, son los que jugaron profundamente a la educación de calidad, al mérito y al esfuerzo.
Los acontecimientos vividos en Santiago en las últimas semanas -y que todavía no concluyen en un acuerdo- han desnudado el complejo panorama de la educación en Chile. El deterioro de la escuela pública trasandina y el agravamiento de la brecha social entre los establecimientos privados con los de jurisdicción estatal (nacional y municipal), se han convertido en datos contundentes y promotores de los reclamos masivos.
La incorporación de nuevos núcleos sociales a los sectores medios del consumo y la ambición cultural en las últimas décadas, ha ampliado la demanda educativa. El reclamo de estudiantes, docentes, trabajadores y empresarios, ronda en torno a una enseñanza de calidad, a la que todos tengan acceso. Pero este reclamo no incluye el relajo de la exigencia, la disciplina y la rigurosidad que impone el mundo actual a las nuevas generaciones.
Meses antes de la actual explosión estudiantil -que incluye el reclamo de docentes, trabajadores, dirigentes sindicales e incluso entidades empresarias- se podía leer el sinceramiento de funcionarios chilenos admitiendo que "lamentablemente, la brecha de calidad entre la educación pública y la privada es muy alta, aunque tenemos la esperanza de que las medidas y proyectos anunciados por el Ministerio de Educación este año, nos permitan fortalecer la educación pública municipal".
En una conmocionante carta publicada por el empresario Felipe Cubillos -un hombre dedicado a la reconstrucción escolar en Chile luego del terremoto y que murió en la caída del avión de la FACH frente a la isla Robinson Crusoe- se pudo leer su indignación "por docentes y profesores que dicen defender una supuesta calidad de la educación, cuando en realidad se niegan a evaluarse". "Porque no discutimos las profundas razones de la pésima y desigual educación que estamos entregando a nuestros jóvenes y porque llevamos muchos años usando a la educación como caballito de batalla de la política de turno".
En nuestro país podríamos discutir si la instrucción pública es aquí más inclusiva. La brecha entre la enseñanza pública y la privada es menos dramática aunque cada día se amplía más y la inversión pública educativa pasó del 2,5 al 6% del PBI entre 2004 y 2010. Sin embargo, el resultado en términos de calidad y actualización es mediocre.
Tenemos alto porcentaje de adolescentes que abandonan el secundario y no vuelven más; demasiados estudiantes que reprueban el ingreso en Lectura y Comprensión de Textos; un país de pocos ingenieros y excesivos crónicos de estudios sociales. Hay pues una escuela pública degradada que, más que promover, busca contener masivamente, pero que ni aún eso logra; en la que se invierte más pero que es pobre en calidad, en el esfuerzo y la disciplina académica.
Los países exitosos socialmente, lo son porque han jugado sus cartas a la educación; extendiendo la oportunidad a todos, gastaron más y bien, impusieron el criterio de la exigencia y el esfuerzo, apuntaron a la calidad, con buena infraestructura, currícula moderna, régimen y salarios docentes con dignificación profesional, disciplina y chequeo de resultados permanentes en el alumnado y evaluación del establecimiento. Esa calidad educativa los llevó a una mejora del capital social, a una economía más dinámica y a mejores condiciones de vida.