Educación e instrucción
*Por Vicente S. Reale. En el uso corriente, los vocablos "educación" e "instrucción se utilizan indistintamente. Lo que colabora a confundir los términos y el sentido de los mismos.
En opinión del autor, la escuela y la familia deben unirse en la educación de las nuevas generaciones para limitar los avances de otras "culturas" que "deseducan".
Por eso, quizás sea bueno dedicar un espacio para intentar "comprender" el sentido original y las implicancias sociales de ambas palabras.
1- ¿Qué es la educación?
Comencemos por tratar de delimitar el contenido de la palabra "educación".
Es ya una frase común en boca de todos que la educación es la piedra fundamental donde se apoya la formación de las personas y de la sociedad, en sus distintas y entrelazadas relaciones.
Cuando hablamos de educar a una persona nos estamos refiriendo a un proceso mediante el que se intenta transmitir hábitos, costumbres y valores culturales que poseen la persona y la sociedad que educan, a la persona que está siendo educada (educando/a).
En el caso de los niños, esa trasmisión es recibida como natural y en forma acrítica, ya que es el primer vínculo de socialización y de contacto con el mundo circundante. Es una educación
que posibilita moverse dentro de una determinada sociedad.
En los jóvenes y adultos, el proceso es más complejo y demanda mayor dedicación porque ellos -por diversos caminos- han ido elaborando hábitos, costumbres y valores culturales que ya son parte de sus vidas, de sus pensamientos y sentimientos.
Por lo que se coincide en que esta educación debe ser procesada y llevada adelante en forma distinta a la educación de la niñez; esto es, intentando que lo que es transmitido tenga diálogo con lo ya presente en cada persona. A esta educación la podemos denominar como "crítica", en el sentido que debe interactuar con los criterios de la persona que la recibe.
Refiriéndonos a la educación de jóvenes y de adultos, se nos plantean, entonces, dos problemáticas: a) cuáles son los valores o criterios fundantes de una determinada sociedad que, a su vez, ésta debe transmitir. Valores que deben ser lo más abarcativos posibles respetando las opciones de conciencia de las personas (en la medida que estas opciones no signifiquen un daño moral o físico a otros); b) cómo transmitir esos valores, no por imposición sino por la ejemplaridad de los miembros de esa sociedad y por el constante intercambio y
diálogo entre las distintas generaciones.
Opino que el desafío presente de nuestra Argentina, en lo educativo y cultural, es -como pauta mínima- encontrar aquellos criterios básicos de convivencia en los que nos reconozcamos y que estemos dispuestos a poner en práctica, en el mutuo respeto por lo acordado y en constante diálogo social. Tarea nada fácil, pero quizás la más urgente de todas.
2- La "instrucción".
Creo que somos conscientes en entender la instrucción como el proceso de transmitir y/o adquirir conocimientos que colaboren a desarrollar las capacidades intelectuales y prácticas de una persona en vista a la vocación y profesión que ella elija en su vida.
Esta instrucción ayuda a que cada persona:
* Se inicie y desarrolle en el proceso de maduración sensorio-motor, en la manifestación lúdica y estética, en la iniciación deportiva y artística, en la capacidad manual.
* Incentive el proceso de estructuración del pensamiento, de la imaginación creadora, de las formas de expresión personal y de comunicación verbal y gráfica.
* Desarrolle su creatividad intelectual y práctica.
Dados los avances tecnológicos, la instrucción -que en épocas anteriores sólo se impartía a través de escuelas, colegios e instituciones de nivel superior- hoy es posible adquirirla también por medio de lo que se denomina "educación (instrucción) no formal e informal". Ejemplo claro de ello son los variados conocimientos que se adquieren por fuera de los espacios escolarizados y vía internet.
3- Apuntando.
A fuer de ser obvio, conviene no pasar por alto -evocando el uso indistinto del que se hacía mención al comienzo- que en la escolaridad primaria y secundaria, "instrucción y educación" van de la mano por el fundamental hecho de que, para niños y adolescentes, el ámbito escolar es un sitio privilegiado de socialización, de interrelaciones con otras personas y con la naturaleza, de adquisición de pautas de comportamiento y de criterios básicos de ubicación en la sociedad.
Es necesario, además, no olvidar que el núcleo familiar (cualquiera sea su composición) es el ámbito primero -y para mí insustituible- del inicial contacto con el mundo y de la originaria socialización.
Ámbito que trasciende lo educativo y lo instructivo, ya que toca el corazón mismo de la personalización: la vida, la contención afectiva, el compartir, la interacción y el "primer lugar en el mundo".
Sería una falta imperdonable, a esta altura, no preguntarnos si la sociedad en que vivimos -aparte de la familia y de las instituciones dedicadas a la instrucción y la educación- colabora o no con el tan ansiado objetivo de encontrar aquellos criterios básicos de convivencia en los que nos reconozcamos y que estemos dispuestos a poner en práctica, en el mutuo respeto por lo acordado y en constante diálogo social.
Es una pregunta válida y de singular importancia, ya que en no pocas situaciones lo que se intenta desde la familia y desde lo educativo se frustra al contacto con "otra cultura" que nos penetra desde las incorrectas, cuando no corruptas, conductas cotidianas, desde la no ejemplaridad de quienes nos decimos adultos, hasta programaciones de medios de comunicación y de internet que nos infantilizan y colaboran eficientemente para que nos evadamos de la realidad.
La respuesta está en todos y en cada uno de nosotros.
Y la disyuntiva también: debemos elegir entre ser artífices de nuestra vida personal y social o padecer lo que otros nos impongan.
Las opiniones vertidas en este espacio, no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes.