Edificando la re-reelección
* Por Mario Fiore. Para seducir a la oposición el kirchnerismo aceptó debatir la boleta única, mientras busca apoyo para el pliego de Reposo.
Envalentonado por los triunfos políticos, mirando de reojo la marcha de la economía, el cristinismo -para ser más precisos- comienza a edificar la única razón por la que se abraza al grito de guerra "vamos por todo": la continuidad en el poder más allá de 2015. No es casual que Diana Conti, la primera voz que se animó a pedir por una "Cristina eterna" en 2011, cuando la Presidenta no era siquiera candidata a una reelección que tenía habilitada por la Constitución, vuelva ahora a ponerse a sondear el ánimo de la oposición sobre una posible aventura reformista.
A muchos legisladores de la oposición los sorprendió que luego de que el Gobierno, a través de Florencio Randazzo, restringiera los nuevos cambios al Código Electoral a la eliminación del DNI libreta, esta semana decidiera abrir la discusión por la boleta única electoral, que todos los partidos opositores reclaman desde agosto del año pasado.
Conti, que preside la comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara baja, aceptó armar una sub-comisión para analizar los más de 9 proyectos presentados por radicales, macristas, cívicos, peronistas disidentes y centro izquierdistas. Claro que el gesto en sí mismo no fue gran cosa porque quien comandará las negociaciones será Jorge Landau, diputado y apoderado del PJ nacional.
Los diputados más desconfiados, como Elisa Carrió, están seguros de que todo quedará en la nada o terminará con la desestimación de los proyectos por las mayorías que tienen el oficialismo y sus aliados. Sin embargo, no es menor lo que se comenzó a discutir en la Cámara baja ya que se trata de la boleta única cuyo dato a tener en cuenta es que ya no podrá ser distribuida por los partidos políticos sino que los electores la encontrarán directamente en el cuarto oscuro.
La papeleta tiene como característica principal que contiene todos los candidatos para todos los cargos y el votante escoge marcando con una lapicera a su favorito. Pero la discusión fina es porque significa una herramienta que pone fin a la práctica más tradicional de los comicios: el reparto del voto armado (casi siempre la lista entera de un mismo partido) los días previos a las elecciones.
Conti avisó que el kirchnerismo defiende el modelo que se conoce hasta ahora (sólo Argentina y Uruguay lo siguen aplicando en todo el continente) porque le sirve al oficialismo de herramienta de militancia del voto, pero para mantener entretenidos a los opositores agregó: "Estamos dispuestos a dejarnos seducir".
No son muchos los opositores que advirtieron en la jugada de Conti, que por supuesto tiene banque presidencial, un operativo de seducción en otro sentido, a la inversa. Es que el debate por la boleta única podría servir al oficialismo de termómetro para conocer hasta qué punto la actual conformación del Congreso podría habilitar una reforma constitucional, con cualquier excusa pero con la única meta de autorizar la re-reelección o si, por el contrario, el kirchnerismo deberá esperar al recambio parlamentario de 2013 para tratar de llegar allí a los dos tercios que se necesitan para autorizar cambios en la Carta Magna. Por ahora, todo parece ciencia ficción.
Pero lo que hoy sobra entre "los soldados de Néstor y Cristina" es espíritu de conquista. La nacionalización de YPF, que tuvo más de 80% de votos positivos de las dos Cámaras, funcionó como combustible de la mística de la perpetuidad.
Queda por delante un próximo test parlamentario que dará un indicio de hasta dónde es posible avanzar en acuerdos entre el oficialismo y la oposición para plantear la reforma constitucional. El escenario es completamente diferente a la expropiación de YPF. Nos referimos al pliego de Daniel Reposo, titular de la Sindicatura General de la Nación, a quien la Presidenta propuso hace un mes para remplazar al procurador general de la Nación, Esteban Righi, quien dimitió luego de que el vicepresidente Amado Boudou acusara a su estudio jurídico de tráfico de influencias.
La votación del Senado promete ser la más apasionante de los últimos tiempos, ya que el kirchnerismo necesita el aval de dos tercios de los senadores presentes. Si los 72 legisladores están sentados, el número a conseguir para el oficialismo son 48; para la oposición, el número que impedirá que Reposo sea el nuevo procurador general, es 25. Ambos sectores tienen por delante una lucha denodada.
El radicalismo está convencido de tener a sus 16 senadores resistiendo y a ellos se sumarían los 4 del Frente Amplio Progresista (FAP) y la cívica María Eugenia Estenssoro. El número es escaso, la adición da 21. Por eso todas las miradas están puestas en los siete senadores del peronismo disidente y en los legisladores que responden a partidos locales no K (como los correntinos José Roldán y Josefina Meabe, el porteño Samuel Cabanchick y el salteño Juan Agustín Pérez Alsina). De este continente, Meabe y Pérez Alsina ya insinuaron que jugarán con el kirchnerismo, que tiene 41 votos asegurados.
Los peronistas no K son personajes conocidos: Carlos Reutemann, Adolfo Rodríguez Saá, Liliana Negre de Alonso, Roberto Basualdo, Juan Carlos Romero, Sonia Escudero y Graciela Di Perna (cuñada de Mario Das Neves); todos tienen tradición de no acompañar al Gobierno, pero entre ellos hay matices. En el radicalismo, que milita activamente en contra de Reposo, achican las esperanzas a los cuatro senadores más ultra anti K: los puntanos Rodríguez Saá y Negre de Alonso, y los salteños Romero y Escudero. Reutemann hace tiempo que hace su propio juego y es impredecible, en tanto hay indicios de que Di Perna y Basualdo jugarían con el kirchnerismo como ya anticiparon que actuarán Meabe y Pérez Alsina.
Por ahora, sólo Rodríguez Saá y Negre han dado señales de votar en contra de Reposo. La lista se achica aún más: Romero y Escudero. El último miércoles, mientras se debatía la ley de "muerte digna", el radical Gerardo Morales le preguntó a Escudero qué haría y la respuesta fue seca: "No lo tenemos decidido". Minutos más tarde, ante la vista de todos, el kirchnerista Miguel Pichetto le propuso a Romero juntarse a conversar la semana entrante. Los radicales escucharon alarmados.
Sobre los otros nombres que quedan sueltos, hay las mismas incógnitas que sobre Reutemann. Cabanchick viene votando con el Gobierno pero no ha dicho nada y Roldán, un radical correntino que es enemigo político del actual gobernador Ricardo Colombi, cortó diálogo con sus pares de la UCR (el oficialismo, lo cuenta como voto propio).
La votación podría darse a principios de junio, es decir, en tres semanas. Ayer venció el plazo para hacer impugnaciones al pliego de Reposo y se espera que la semana entrante, o la siguiente, la Presidenta mande el expediente al Senado. En la última semana de este mes tomará estado parlamentario e inmediatamente la Comisión de Acuerdos llamará a una urgente audiencia pública cuyo resultado está cantado: el kirchnerismo hará valer su mayoría para aprobar el dictamen y podrá pedir que se trate en la próxima sesión del cuerpo.
Ese día, el de la votación, no sólo se develará cuál será el destino de Reposo; la ilusión del cristinismo de impulsar una reforma constitucional (aunque se haya descartado la propuesta de Eugenio Zaffaroni de cambiar por el sistema parlamentario) tendrá un dato certero que le estará indicando si la pelea legislativa por cambiar la Constitución es posible ahora mismo o si tendrán que esperar dos años más.
Del resultado dependerá, en buena medida -creen los más desconfiados- la suerte de la boleta única. Si Reposo zafa, es probable que la oposición se quede con un nuevo sistema electoral más transparente. Pero si el pliego del militante K naufraga, el oficialismo necesitará más que nunca la vieja boleta que reparten doblada los punteros para garantizar un triunfo inapelable en 2013.
A muchos legisladores de la oposición los sorprendió que luego de que el Gobierno, a través de Florencio Randazzo, restringiera los nuevos cambios al Código Electoral a la eliminación del DNI libreta, esta semana decidiera abrir la discusión por la boleta única electoral, que todos los partidos opositores reclaman desde agosto del año pasado.
Conti, que preside la comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara baja, aceptó armar una sub-comisión para analizar los más de 9 proyectos presentados por radicales, macristas, cívicos, peronistas disidentes y centro izquierdistas. Claro que el gesto en sí mismo no fue gran cosa porque quien comandará las negociaciones será Jorge Landau, diputado y apoderado del PJ nacional.
Los diputados más desconfiados, como Elisa Carrió, están seguros de que todo quedará en la nada o terminará con la desestimación de los proyectos por las mayorías que tienen el oficialismo y sus aliados. Sin embargo, no es menor lo que se comenzó a discutir en la Cámara baja ya que se trata de la boleta única cuyo dato a tener en cuenta es que ya no podrá ser distribuida por los partidos políticos sino que los electores la encontrarán directamente en el cuarto oscuro.
La papeleta tiene como característica principal que contiene todos los candidatos para todos los cargos y el votante escoge marcando con una lapicera a su favorito. Pero la discusión fina es porque significa una herramienta que pone fin a la práctica más tradicional de los comicios: el reparto del voto armado (casi siempre la lista entera de un mismo partido) los días previos a las elecciones.
Conti avisó que el kirchnerismo defiende el modelo que se conoce hasta ahora (sólo Argentina y Uruguay lo siguen aplicando en todo el continente) porque le sirve al oficialismo de herramienta de militancia del voto, pero para mantener entretenidos a los opositores agregó: "Estamos dispuestos a dejarnos seducir".
No son muchos los opositores que advirtieron en la jugada de Conti, que por supuesto tiene banque presidencial, un operativo de seducción en otro sentido, a la inversa. Es que el debate por la boleta única podría servir al oficialismo de termómetro para conocer hasta qué punto la actual conformación del Congreso podría habilitar una reforma constitucional, con cualquier excusa pero con la única meta de autorizar la re-reelección o si, por el contrario, el kirchnerismo deberá esperar al recambio parlamentario de 2013 para tratar de llegar allí a los dos tercios que se necesitan para autorizar cambios en la Carta Magna. Por ahora, todo parece ciencia ficción.
Pero lo que hoy sobra entre "los soldados de Néstor y Cristina" es espíritu de conquista. La nacionalización de YPF, que tuvo más de 80% de votos positivos de las dos Cámaras, funcionó como combustible de la mística de la perpetuidad.
Queda por delante un próximo test parlamentario que dará un indicio de hasta dónde es posible avanzar en acuerdos entre el oficialismo y la oposición para plantear la reforma constitucional. El escenario es completamente diferente a la expropiación de YPF. Nos referimos al pliego de Daniel Reposo, titular de la Sindicatura General de la Nación, a quien la Presidenta propuso hace un mes para remplazar al procurador general de la Nación, Esteban Righi, quien dimitió luego de que el vicepresidente Amado Boudou acusara a su estudio jurídico de tráfico de influencias.
La votación del Senado promete ser la más apasionante de los últimos tiempos, ya que el kirchnerismo necesita el aval de dos tercios de los senadores presentes. Si los 72 legisladores están sentados, el número a conseguir para el oficialismo son 48; para la oposición, el número que impedirá que Reposo sea el nuevo procurador general, es 25. Ambos sectores tienen por delante una lucha denodada.
El radicalismo está convencido de tener a sus 16 senadores resistiendo y a ellos se sumarían los 4 del Frente Amplio Progresista (FAP) y la cívica María Eugenia Estenssoro. El número es escaso, la adición da 21. Por eso todas las miradas están puestas en los siete senadores del peronismo disidente y en los legisladores que responden a partidos locales no K (como los correntinos José Roldán y Josefina Meabe, el porteño Samuel Cabanchick y el salteño Juan Agustín Pérez Alsina). De este continente, Meabe y Pérez Alsina ya insinuaron que jugarán con el kirchnerismo, que tiene 41 votos asegurados.
Los peronistas no K son personajes conocidos: Carlos Reutemann, Adolfo Rodríguez Saá, Liliana Negre de Alonso, Roberto Basualdo, Juan Carlos Romero, Sonia Escudero y Graciela Di Perna (cuñada de Mario Das Neves); todos tienen tradición de no acompañar al Gobierno, pero entre ellos hay matices. En el radicalismo, que milita activamente en contra de Reposo, achican las esperanzas a los cuatro senadores más ultra anti K: los puntanos Rodríguez Saá y Negre de Alonso, y los salteños Romero y Escudero. Reutemann hace tiempo que hace su propio juego y es impredecible, en tanto hay indicios de que Di Perna y Basualdo jugarían con el kirchnerismo como ya anticiparon que actuarán Meabe y Pérez Alsina.
Por ahora, sólo Rodríguez Saá y Negre han dado señales de votar en contra de Reposo. La lista se achica aún más: Romero y Escudero. El último miércoles, mientras se debatía la ley de "muerte digna", el radical Gerardo Morales le preguntó a Escudero qué haría y la respuesta fue seca: "No lo tenemos decidido". Minutos más tarde, ante la vista de todos, el kirchnerista Miguel Pichetto le propuso a Romero juntarse a conversar la semana entrante. Los radicales escucharon alarmados.
Sobre los otros nombres que quedan sueltos, hay las mismas incógnitas que sobre Reutemann. Cabanchick viene votando con el Gobierno pero no ha dicho nada y Roldán, un radical correntino que es enemigo político del actual gobernador Ricardo Colombi, cortó diálogo con sus pares de la UCR (el oficialismo, lo cuenta como voto propio).
La votación podría darse a principios de junio, es decir, en tres semanas. Ayer venció el plazo para hacer impugnaciones al pliego de Reposo y se espera que la semana entrante, o la siguiente, la Presidenta mande el expediente al Senado. En la última semana de este mes tomará estado parlamentario e inmediatamente la Comisión de Acuerdos llamará a una urgente audiencia pública cuyo resultado está cantado: el kirchnerismo hará valer su mayoría para aprobar el dictamen y podrá pedir que se trate en la próxima sesión del cuerpo.
Ese día, el de la votación, no sólo se develará cuál será el destino de Reposo; la ilusión del cristinismo de impulsar una reforma constitucional (aunque se haya descartado la propuesta de Eugenio Zaffaroni de cambiar por el sistema parlamentario) tendrá un dato certero que le estará indicando si la pelea legislativa por cambiar la Constitución es posible ahora mismo o si tendrán que esperar dos años más.
Del resultado dependerá, en buena medida -creen los más desconfiados- la suerte de la boleta única. Si Reposo zafa, es probable que la oposición se quede con un nuevo sistema electoral más transparente. Pero si el pliego del militante K naufraga, el oficialismo necesitará más que nunca la vieja boleta que reparten doblada los punteros para garantizar un triunfo inapelable en 2013.