Economía y educación se complementan
La apertura de un terciario oficial, en Ugarteche, otorgando el título de técnico en enología e industrias frutihortícolas, constituye una muy buena iniciativa porque cubre las necesidades de una zona significativa de Mendoza, tanto desde el plano económico como educativo.
Un tema que hemos abordado en distintas oportunidades desde estas columnas editoriales ha sido el de la lógica preocupación de los jóvenes por su futuro laboral. Entre otros aspectos, uno de los que más inquieta a los estudiosos se centra en el hecho de que los chicos suelen priorizar la posibilidad de trabajo por sobre la vocación, cuando deben elegir una carrera universitaria. Otro de los planteos pasa por la gran variedad de ofertas educativas en el tercer nivel y si estas se adaptan, o no, a las necesidades de la economía regional.
La decisión sobre la educación en relación a su adaptación a la economía debe surgir desde las propias gestiones gubernamentales. En ese esquema cabría recordar que al finalizar la Segunda Guerra Mundial y con un mundo hambreado, desde el Gobierno nacional argentino se impulsó la creación de escuelas agrícolas, como sucedió en el caso de Mendoza con la Miguel A. Pouget, mientras en otras provincias se direccionó particularmente hacia la ganadería.
Años después, cuando la Argentina intentó su modernización industrial y desarrollarse como país integrado, se incentivó la creación de escuelas técnicas, como las ENET, que en la provincia contaron con varios establecimientos.
Lamentablemente, tanto las escuelas con contenido educativo dirigido hacia la agricultura como las de la industria fueron dejadas de lado en la década de 1990 y recién ahora están cobrando nuevamente vigencia.
En este nuevo esquema de situación, en la intención de recuperar iniciativas importantes que se perdieron, se encuentra la decisión oficial de impulsar un terciario en enología para los jóvenes de Ugarteche, en Luján.
De acuerdo con lo señalado oficialmente, el establecimiento dará el título de técnico en enología e industrias frutihortícolas y "tiene que ver con una demanda concreta de la comunidad y en especial de la población estudiantil que, al no poder insertarse en los ámbitos de gestión privada, debía emigrar al centro de Luján o a otros departamentos, como Maipú, Tupungato o Tunuyán, para seguir estudiando", se indicó.
La matrícula establece tres años de cursado y el interés por la nueva carrera no sólo ha alcanzado a los chicos recién egresados, sino también a gente mayor -de entre 45 y 50 años- procedente de Ugarteche y de sectores aledaños, como El Carrizal, Agrelo y Perdriel, según se indicó.
La respuesta positiva respecto de la iniciativa también surge de los potenciales demandantes de los egresados, como es el caso de productores vitivinícolas o bodegueros que intentan contar con personal idóneo. Debemos considerar en este aspecto que tanto la vitivinicultura como el resto de la actividad agrícola y frutícola deben enfrentarse a desafíos de consumidores -nacionales e internacionales- cada vez más exigentes, por lo que la calidad del producto resulta fundamental.
Iniciativas similares deberían implementarse en otros lugares de la provincia, alcanzando también a zonas de cultivos hortícolas, en razón de que en muchos de los casos los productores suelen desconocer las exigencias de los nuevos mercados.
Es una forma también de radicar a los jóvenes en sus lugares de origen evitando la emigración hacia la gran ciudad. Los mendocinos tenemos suficiente experiencia en este último aspecto y el ejemplo está dado por la gran cantidad de villas inestables que se multiplicaron en el Gran Mendoza, integradas mayormente por gente del campo que llegó a la ciudad en la búsqueda de mejores horizontes económicos.