Durmiendo con Jacinto
De todos los caballeros que real o imaginariamente compartieron mi lecho, no hubo ni habrá ninguno parecido a Jacinto.
Tan atento a mis desvelos, tan sutil para indicar sus gustos, tan pendiente de mi respiración adormilada, tan subrepticio y gozoso, tan incansablemente "sonoro"... porque Jacinto es un grillo!!! Socorro!!! Que alguien me lo saque debajo de la cama!!!
Jacinto apareció un día y casi muere por ser confundido con una cucaracha pero comprobado la virilidad de sus bigotes, sus aptitudes saltarinas y su alma musical, fue bautizado y depositado en el patio.
Corazón sociable
Tal es el que demostró Jacinto, quien a las 48 horas de instalado se apersonó en el living para trinar canciones de bienvenida y duetos a una sola voz en los momentos mas inesperados.Decididamente simpático, mas diría, adorable. Haciendo uso de la confianza, tan cuidadosamente ganada, Jacinto decidió avanzar en sus posiciones y una buena noche aterrizó debajo de mi almohada (al menos así sonaba en mis tímpanos).
La primera noche de desvelo fue invertida en la cacería de Jacinto que trinaba ya ferozmente, pero desde un lugar no localizable. Barrí la pieza a las tres de la mañana, desarmé el botinero a las cuatro, a las cinco rastreé el piso con una linterna y finalmente, con la luz del amanecer, ambos nos quedamos dormidos.
Aprendiendo a convivir
A la noche siguiente cambié la estrategia. Total llevo el insomnio en la médula, así que con sólo conseguir que Jacinto se callara de vez en cuando, me animaba a enfrentar la noche. Opté por la táctica de la amenaza: cuando a las tres de la mañana lanzó su triunfante gorjeo, di un puñetazo contra el placard, sin moverme de la cama, que fue debidamente interpretado: Jacinto se intimidó hasta el mutismo. A las cuatro, ya recuperado del susto, hizo un nuevo intento, aplacado por otro puñetazo. Resumiendo terminé la noche con los nudillos hechos mierda y Jacinto hondamente disgustado.
Nuestra historia de amor, recién comenzaba. Jacinto, como todo varón que haya pasado por mi vida... pero más rápidamente, comprendió que lo mío era una impostura, así que decidió hacer caso omiso a mis furias y ambos optamos por iniciar una amorosa convivencia.
¿Con un grillo, es zoofilia?
La situación actual está en el siguiente punto: Jacinto yace a mi derecha cada noche y hemos conseguido comunicarnos. Él canta y yo doy un tincazo (breve y amoroso) y él me contesta con otro trino que se va entibiando más y más mientras transcurren las horas.
La comunicación se ha establecido, falta saber qué quiere decir Jacinto. Ya expliqué que soy una insomne profesional, de esas que no pueden alcanzar ni el sueño ni una vigilia creativa. Entonces, cerca de las cuatro de la mañana, con el cerebelo cual un queso gruyere, prendo la tele y comienzo un agobiado zapping por los canales donde están pasando las películas clase "z" que ya he visto seiscientas veces. Luego de algunas noches de diálogo inconexo pude descubrir que Jacinto detesta las películas de guerra (debe ser pacifista) desdeña las de terror, se aburre con las policiales y siente un entusiasmo apasionado por las ¡de amor!
Le he explicado largamente que así no es la vida. Que después del "the end" comienza una historia poco luminosa. Que las películas de amor son nada más que una trampa. Jacinto, con su trino mas dulce e insinuante me respondió: "comigo puede ser distinto", y la verdad, lo estoy pensando. ¡Socorro, creo que es zoofilia nomás!