Dos semanas decisivas
Descontado hoy el triunfo de Mauricio Macri sobre Daniel Filmus –resta saber por cuánto–, el gobierno y sus adversarios revisan estrategias para dos compulsas inmediatas: una distrital, la del domingo próximo en Córdoba, y la otra llamada a tener una proyección decisiva.
Dentro de dos semanas, en las que se verá cuál es el grado de adhesión de la presidenta Cristina Fernández en todo el país y qué fuerza de la tornasolada oposición alcanza el segundo lugar con un guarismo atrayente y con capacidad de mostrarse como alternativa de recambio para la elección general del 23 de octubre.
Argentina podría estar viviendo un sueño apacible, montada en el crecimiento económico y en el consumo vertiginoso. Y, sin embargo, padece algunas pesadillas que tornan imprevisibles los acontecimientos políticos y sociales. Se ve sacudida y sudorosa, por ejemplo, cuando se intenta cambiar las normas del fútbol para evitar el descenso de grandes como River o se producen ocupaciones de predios en Jujuy que terminan con represión y muerte.
Al hablar el martes ante empresarios petroleros sobre las bondades de la cuenca neuquina en materia gasífera, el gobernador Jorge Sapag dijo que el país debería ser visto como una niña bonita, porque abriga en su territorio la energía y los alimentos que demanda el mundo. Y no perder tiempo con peleas intestinas, reducidas prácticamente a la nada si se las compara con hechos de terrorismo internacional (además del islámico el que consumó un extremista de derecha en la apacible Noruega), el tsunami de Japón o el peligro del default en Estados Unidos.
Una cuestión de foco. El gobernador exhortó a preocuparse por alentar a "los locos sabios" para conseguir la tecnología que permita explotar los yacimientos no convencionales.
"Los hacedores natos (donde se incluyó) las llevaremos adelante, para la felicidad de la gente y pesar de los inútiles crónicos que se la pasan criticando".
Pero, vaya uno a saber por qué deficiencia congénita, los dirigentes están más ocupados en disputar sin piedad el poder que en acordar pautas mínimas de diálogo y convivencia que promuevan el desarrollo y acoten a límites civilizados esa liza democrática.
La Rosada sintió el impacto de las caídas en la ciudad de Buenos Aires y en Santa Fe, donde el peronismo representado por el diputado Agustín Rossi quedó relegado al tercer lugar detrás del socialista Antonio Bonfatti y el cómico Miguel del Sel, receptor de un voto bronca contra los administradores usuales.
En el seno del Frente para la Victoria los más conciliadores y cercanos al justicialismo tradicional le advirtieron a la presidenta no seguir rompiendo puentes. "Ya espantamos a dos senadores nacionales pampeanos, nos castigaron duro en la capital federal y en Santa Fe, ¿qué esperamos para acordar con 'El Gallego'?", recitó Juan Carlos "El chueco" Mazzón ante el secretario Legal y Técnico, Carlos Zannini, en vísperas del comicio en Córdoba.
El kirchnerismo se había quedado sin candidato por la decisión de José Manuel de la Sota de sostener a la compañera de fórmula, Alicia Pregno, mal vista por su participación contra el gobierno nacional durante el conflicto con el campo. Como tampoco aceptó llevar como candidatos a diputados a los nominados por el dedo presidencial (Cristina lo puso como condición sine qua non, pues pretende bancadas parlamentarias homogéneas y obedientes), hubo una ruptura que pareció ser definitiva. Pero, fieles al pragmatismo, los peronistas aflojaron posiciones y decidieron encolumnarse detrás de De la Sota, a la espera de que luego del 8 de agosto éste retribuyera cediendo los cargos para diputados. No fueron inocentes las manifestaciones de adhesión de Daniel Scioli y José Pampuro, a los que se unieron con oportunismo los anti-K Eduardo Duhalde y Carlos Reutemann.
Un resultado desfavorable en Córdoba, donde se afanan Luis Juez (acicateado por el socialista Hermes Binner) y el radical Oscar Aguad (alentado por parte del macrismo y Ricardo Alfonsín), sería otro factor negativo para los "cristinos" antes de las PASO.
Ayer, el propio De la Sota puso distancia de las conversaciones entre bambalinas. No quiere echar todo a perder frente al exigente electorado cordobés. Aceptó públicamente la adhesión de Reutemann y Scioli, pero huyó espantado del abrazo del oso que intentaron darle leales sin sombras como Zannini.
Cristina pretende "oxigenarse" en las internas abiertas y simultáneas del 14 de agosto con "una gran triunfo nacional". Apuesta, sobre todo, a un éxito en la provincia de Buenos Aires, donde muchos intendentes pusieron el grito en el cielo por el armado que terminó beneficiando a La Cámpora y abriendo la colectora de Martín Sabbatella.
"Cristina se instala sola, en esta oportunidad no necesita de nosotros", aceptan los astutos jefes comunales, a quienes no les conviene jugar a dos puntas dentro de dos semanas ni el 23 de octubre. Distinta sería su posición en una eventual segunda vuelta, a la que aspiran forzar tanto Alfonsín como Duhalde.
Los encuestadores más serios (no se tiene en cuenta a los que fallaron estrepitosamente) hablan de una paridad entre ambos, aunque el ex presidente tiene un techo por su alta imagen negativa, circunstancia que no traba al radical, objetado por otros motivos.
Si resulta que terminan parejos, habrá un problema porque ninguno se bajará y eso acrecentará las chances de Cristina. Si Alfonsín obtuviese una ventaja apreciable, Duhalde no dudaría en desistir y tratar de establecer con él un gobierno de coalición para acabar con el ciclo K. A la inversa, el radical no se comportaría igual e insistiría en la porfía. Los demás candidatos cuentan relativamente, por su aislamiento o fraccionamiento: Elisa Carrió, Hermes Binner y Alberto Rodríguez Saá.
En algunos temas y ante el fracaso, como quedó demostrado, el oficialismo se encargó de enfatizar que la culpa no es de Cristina sino de sus colaboradores. Los logros sí son atribuidos a ella sin cortapisas. Hubo uno que desmintió a los que la ubican en la franja del chavismo. Ocurrió el viernes, en Brasilia, donde acrecentó la relación con la presidenta Dilma Rousseff y su antecesor, Lula da Silva, quien le dio impulso al Mercosur junto con el desaparecido Néstor Kirchner.