Dos que juntos son dinamita
* Por Ricardo Roa. Randazzo y Ramos, el ministro y el secretario de Transporte, no se llevan bien aunque tienen algo en común: ninguno de los dos es un experto en el tema. Quizá por eso deban vestir y desvestir con frecuencia los anuncios que hacen.
Nota extraída del diario Clarín
Randazzo y Ramos, el ministro y el secretario de Transporte, no se llevan bien aunque tienen algo en común: ninguno de los dos es un experto en el tema. Quizá por eso deban vestir y desvestir con frecuencia los anuncios que hacen.
Sin embargo, Randazzo no se anda con chiquitas. Le dijo a un diario oficialista que le "gustaría ser el hombre que resolvió los problemas históricos del transporte en la Argentina". Y como si eso fuera poco, se largó con que en pocos meses iba a notarse "la verdadera revolución" en la que está empeñado.
El arrugue de barrera llegó al día siguiente: afirmó que había sido "mal interpretado" y que en el corto plazo no habrá ningún cambio de raíz, sino "algunas mejoras en los servicios".
El secretario Ramos, que en las formas depende de Randazzo, también pretendió volar más alto de lo que puede: anunció un plan para reemplazar nada menos que 6.900 kilómetros de vías. Parecido a la revolución de su jefe. Pero ayer tuvo que aterrizar de emergencia: lo que era un megaplan se redujo a "una importante reunión con empresarios para conformar mesas de trabajo".
Ahora, a la que le falta bajar a tierra es a la ministra de Industria Débora Giorgi, quien copiloteó el acto de Ramos. Allí, les dijo a los empresarios que "va a haber que jugarse, vamos a tener que dejar el discurso para agarrar el martillo, los fierros y los sopletes".
Se supone que fue una metáfora. Primero, porque el martillo, los fierros y los sopletes hace mucho que dejaron de usarse para construir vías. Y luego porque acá ya no se hacen más rieles: se traen hechos desde el exterior. Está bueno "dejar el discurso" para ponerse a trabajar, empezando por el Gobierno, que trabaja para desmentir lo que promete.
"Algunos se preguntarán –agregó Giorgi– por qué no se hizo antes". Es una observación que se hacen todos, mirando el enorme y creciente deterioro del sistema ferroviario después de diez años de gestión kirchnerista. La respuesta de la ministra fue que "todo no se puede hacer al mismo tiempo". Es cierto, pero queda claro que para el Gobierno los ferrocarriles nunca fueron una prioridad.
Hay menos trenes y se viaja peor que cuando arrancaron los Kirchner en 2003. Muchos servicios fueron cancelados. Y por el estado de los rieles, en otros se producen descarrilamientos o se debe circular a 8 o 12 kilómetros por hora. En 10 años apenas se mejoraron o renovaron menos de 1.000 kilómetros de vías.
Lo peor es que esta nueva promesa es la improvisación misma: no se sabe el costo de la inversión ni cómo se financiarán las obras ni en qué lugares y plazos se harán. Encima, quedó a la vista la interna entre los dos hombres que manejan el transporte. Randazzo, que sin Ramos anunció la compra de trenes a China, no estuvo en la ceremonia de Ramos y Giorgi. De esa manera también funcionan los trenes.