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Dos pesadillas: las adicciones y el suicidio

Si para los males sociales, como ocurre con los físicos, el tratamiento contemplara las tres etapas, a saber, la de la prevención, la de la atención del mal ya declarado y la del mantenimiento de la recuperación obtenida, este mundo de todos los días sería notablemente más feliz.

Pero en el plano de las afecciones sociales, las estrategias son más complejas, más largas, más necesitadas de la intervención de múltiples factores humanos de otra naturaleza por lejos más difíciles de conseguir que las mediciones para las enfermedades del cuerpo.

Compárese, por ejemplo, lo que ocurre con la prevención. En muchos casos de dolencias corporales, basta una vacuna para evitar el mal. Pero cuando se trata, por ejemplo, de una adicción, como la que esclaviza a una sustancia peligrosa, la prevención demanda una modificación del entorno que la pone al alcance de la mano y que la vuelve apetecible para alguien.

Esta modificación, que con tanta naturalidad se nombra, implica transformaciones de una hondura tal, y acciones concertadas de un logro casi imposible, que convierten a la prevención en etapa problemática de una terapia de resultados más inciertos.

Pero cuantos saben de estas dolencias indican que es la prevención la más segura manera de disminuir y, deseablemente, remover estas pesadillas de los tiempos que corren, que son las adicciones y el suicidio de víctimas mayoritariamente adolescentes y juveniles.

Una investigación efectuada por una profesional médica local en una escuela de la periferia de la Ciudad y en otra del interior de la provincia, reveló que, en lo que respecta al suicidio, hay un riesgo de moderado a alto y en relación con el alcoholismo, que la edad de iniciación ha bajado a la franja de entre 11 y 12 años.

También, que la familia actúa como factor desencadenante, por ser bebedores los padres, por otra parte, de bajo nivel de educación primaria y de igualmente precaria situación económica.

La profesional, Dra. Graciela Maturano, que expuso en oportunidad de la Primera Jornada en Salud sobre Prevención de Adicciones y Suicidios en Jóvenes Escolares, organizada por el Círculo Médico de Catamarca, aludió a la prevención primaria, que tiene en cuenta a los niños que no han tenido contacto con las adicciones ni tampoco ideas suicidas, a la que se le debe otorgar preferente atención; y a la prevención secundaria, dirigida a quienes ya han tenido experiencias.

Otros datos fueron provistos por la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR). Respecto a las adicciones, Catamarca está por debajo de la media nacional, y el mayor consumo no es el de las drogas ilegales, sino el de alcohol y el tabaco. En lo que toca al suicidio, en lo que va del año, se han registrado 29 casos. El año pasado, computados todos sus meses, fueron 41. Se advierte que los suicidios aumentan en número en el último trimestre. El SEDRONAR, por otra parte, apunta que la prevención contra el suicidio y las adicciones no se hace, pese a que debería constituir una política de Estado.

En verdad, estos males requieren tantas modificaciones de la realidad -la de los pueblos y la de los gobiernos-, que para efectivizarse necesitan que el problema sea reconocido en la importancia que tiene: la sociedad que viene dependerá de lo que ahora se haga.

Hay inquietud por la insuficiente atención que se brinda al problema de las adicciones y el suicidio.