Dos de cada tres empleos entre los jóvenes son informales
Unos 25 de cada cien jóvenes de entre 18 y 24 años no trabaja ni estudia en el país y dos de cada tres de los que están insertos en el mercado laboral, poseen empleos informales.
La marginalidad laboral y social de los jóvenes es un problema complejo que responde a carencias en sus hogares, educación de baja calidad y una legislación laboral no preparada para abrirle sus puertas.
Un estudio de IDESA indica que bajo el discurso de generar normas que protegen a los trabajadores, en la práctica se montan "poderosos mecanismos de discriminación contra los jóvenes".
"La mejor forma de proteger a los jóvenes es multiplicando las posibilidades de conseguir rápidamente un empleo formal y de alta calidad", sostiene el análisis.
Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, se observa que el 25 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 24 años no trabaja ni estudia. El 31 por ciento de esos jóvenes sólo estudia y el 44 por ciento restante esta inserto en el mercado laboral. De los jóvenes que trabajan, el 36 por ciento lo hace como asalariado formal en empresas privadas y el 64 por ciento declara trabajar como asalariado no registrado.
Entre esos últimos se encuentran los cuentapropistas, quienes se desempeñan en servicio doméstico o como colaboradores sin salario, y los que reciben un plan oficial. Aunque son muy generales, los datos confirman las enormes dificultades que enfrentan los jóvenes para obtener un trabajo registrado con un salario digno.
Poco menos de un tercio se dedica exclusivamente a estudiar e instruirse para insertarse al mercado laboral, mientras que uno de cada cuatro ni estudia ni trabaja. Por ello, entre los que consiguen un empleo prevalecen las ocupaciones de muy baja calidad.
El problema nace en la baja calidad y pertinencia de la educación, pero se prolonga y profundiza por la forma en que están diseñadas las instituciones laborales, sostiene el informe.
Un estudio de IDESA indica que bajo el discurso de generar normas que protegen a los trabajadores, en la práctica se montan "poderosos mecanismos de discriminación contra los jóvenes".
"La mejor forma de proteger a los jóvenes es multiplicando las posibilidades de conseguir rápidamente un empleo formal y de alta calidad", sostiene el análisis.
Según datos de la Encuesta Permanente de Hogares del INDEC, se observa que el 25 por ciento de los jóvenes de entre 18 y 24 años no trabaja ni estudia. El 31 por ciento de esos jóvenes sólo estudia y el 44 por ciento restante esta inserto en el mercado laboral. De los jóvenes que trabajan, el 36 por ciento lo hace como asalariado formal en empresas privadas y el 64 por ciento declara trabajar como asalariado no registrado.
Entre esos últimos se encuentran los cuentapropistas, quienes se desempeñan en servicio doméstico o como colaboradores sin salario, y los que reciben un plan oficial. Aunque son muy generales, los datos confirman las enormes dificultades que enfrentan los jóvenes para obtener un trabajo registrado con un salario digno.
Poco menos de un tercio se dedica exclusivamente a estudiar e instruirse para insertarse al mercado laboral, mientras que uno de cada cuatro ni estudia ni trabaja. Por ello, entre los que consiguen un empleo prevalecen las ocupaciones de muy baja calidad.
El problema nace en la baja calidad y pertinencia de la educación, pero se prolonga y profundiza por la forma en que están diseñadas las instituciones laborales, sostiene el informe.