Domingo a domingo
*Por Héctor Mauriño. La noticia política de la semana fue el retorno de Farizano a la primera línea del escenario político con el anuncio de su disposición para ir por la reelección.
Sorpresa
La noticia política de la semana fue el retorno de Farizano a la primera línea del escenario político con el anuncio de su disposición para ir por la reelección. Como se sabe, el ex candidato a gobernador del Frente Neuquino había negado esta posibilidad ante las reiteradas versiones sobre su intención de concretar la "gran Soria", en alusión a la maroma practicada en el 2007 por su colega, el intendente de Roca, luego de perder la carrera por la gobernación rionegrina.
Ahora, después de las dos semanas de riguroso silencio que siguieron a su derrota electoral, Farizano ha elegido un camino parecido, sólo que en su caso el argumento no es de tipo personal sino el de evitar la fragmentación del Frente Neuquino de cara a la nueva oportunidad que se presentará en el 2015.
En ese tren de cosas, el líder radical ofrece su figura como prenda de unidad –la única posible, sugiere– para impedir una diáspora casi segura de la coalición. No dice taxativamente que quiere ser candidato sino que "está dispuesto" a jugar ese rol porque –sugiere– es consecuente con la política de unidad y respeto de los aliados que ha mantenido hasta ahora.
En realidad, más allá de la veracidad de que sólo Farizano podría unificar la oposición al MPN en la capital, la actitud asumida por el intendente no es tan desinteresada.
La política es juego de intereses y las cosas se han encadenado de tal manera que luego de la derrota del 12 de junio a Farizano sólo le restaba volver a cuarteles de invierno. En cierta medida la posibilidad de que doblara la apuesta estaba prefigurada el día en que eligió dar batalla contra Quiroga por la candidatura a gobernador.
Probablemente si Farizano no se hubiera plantado Quiroga lo hubiera llevado de la nariz. Pero tan cierto como eso parece que al decidir enfrentarlo el intendente estaba quemando etapas. Si salía bien, llegaría cuatro años antes a disputar el sillón de la calle Rioja, pero si salía mal el riesgo era irse con una mano atrás y otra adelante. Salvo que la derrota no fuera tan estrepitosa como para cerrarle el paso a la "gran Soria".
El resultado no fue bueno, pero en todo caso fue menos malo que el de Quiroga. Salvo en la capital, donde la diferencia en contra de Farizano fue aún mayor que en el resto de la provincia. Con todo lo que eso pareciera estar indicando sobre los déficits de gestión, el 30% de los sufragios obtenidos no es sin embargo una performance tan catastrófica como para que el protagonista esté condenado a desaparecer. A no ser que sus aliados le nieguen esa posibilidad, lo que equivaldría a decretar el acta de defunción de la coalición de cara al futuro.
El miércoles Farizano reunió a sus colaboradores para plantearles lo que iba a hacer y, más allá de las dudas, recogió unánime respaldo; después de todo, habrán pensado los funcionarios, no hay peor derrota que no haberlo intentado.
El jueves, con Mansilla y Martínez, sus principales socios de la Coalición, las cosas no fueron tan sencillas. Hubo sorpresa y reproches por no haber planteado las cosas desde un principio. Pero eso dio paso al realismo de admitir que, hoy por hoy, sólo el intendente es capaz de atar el paquete. O que, en todo caso, es muy difícil negarle la posibilidad de legitimarse o no en una interna abierta.
Las encuestas que maneja la oposición, previas a la jugada de Farizano, colocan en primer término y por escaso margen a Quiroga, segundo a Brillo y tercero, más lejos, a Mansilla. El candidato de Une es un hombre realista y sabe que hoy tiene un techo entre los sectores medios. No sería él quien firme el acta de defunción del frente abriéndose por su cuenta. Por lo demás, no está escrito que vaya a perder la interna; por el contrario, si gana saldrá fortalecido y podrá perforar ese techo.
Martínez, en cambio, no estaba dispuesto a ir a una interna con Une y tampoco lo está ahora que se ha agregado Farizano. Su expectativa es más modesta, pero es joven y le queda mucho trecho por recorrer. Además, aspira a crecer como el hombre de Cristina en la ciudad. No por todo esto parece, empero, que el PJ se vaya a abrir de la coalición; lo más probable es que imponga sus condiciones y termine aceptando alguna forma de coordinación.
Falta, todavía, que se pronuncien los restantes socios del Frente y ver también qué hará finalmente el radical Burgos, a quien no le cayó nada bien la jugada de su correligionario.
Quiroga, a su turno, advirtió ayer que la candidatura de Farizano "no forma parte" de sus preocupaciones. Pero, misterios del subconsciente, cuesta creer que el asunto le sea indiferente. La elección municipal es una pulseada de tercios, el ganador estará rondando poco más de 30 puntos y si a alguien le resta posibilidades Farizano es a él.
Sin embargo, la pirueta que ensaya el intendente actual no sólo no es garantía de éxito sino que, por el contrario, podría mejorar las chances del MPN. Por lo pronto, un colaborador de Sapag deslizó que "está bueno que vaya Farizano". Recordó que su partido ganó la provincia pero gobierna "sólo municipios chicos. Ésta puede ser la oportunidad para la ciudad de Neuquén", apuntó.
A la dilatada lista de precandidatos emepenistas se agregó el viernes la jefa de Gabinete, Zulma Reina. Para algunos entendidos corre con el "caballo del comisario". Aunque Sapag debe tener varios pingos, porque también está Laffitte.
Farizano se ha guardado la fecha de las elecciones, aunque insinuó que serían con las nacionales del 23 de octubre. Pero el MPN no esperará más para fijar la fecha de su interna. El 31 de julio está muy cerca y luego vienen las internas abiertas, así que se habla de la segunda quincena de agosto.
En el gobierno se insiste en plantear la necesidad de una lista única "para no dejar heridos". Fortalecido como está por su reciente triunfo, ¿podrá Sapag imponer un/a favorito/a? Quienes lo conocen de cerca aclaran que si al final hay internas apoyará a quien gane. Aunque tenga que hacerse gárgaras.
HÉCTOR MAURIÑO