Dólares y política en un mercado cada vez más caliente
*Por Claudio Zlotnik. Las nuevas designaciones de directores de la Anses en empresas y bancos tienen un costado público y otro que, por ahora, se mantiene en un segundo plano, prácticamente en reserva.
Lo que se sabe refiere a la intención del Gobierno de ampliar el control sobre la rentabilidad de las compañías y la forma en que se distribuyen los dividendos y se aplican las inversiones. El otro punto, más subterráneo, tiene que ver con la preocupación oficial por cuidar los cada vez más escasos dólares.
Concretamente, el objetivo del Ejecutivo pasa por incrementar la vigilancia sobre las operaciones cambiarias de las principales compañías del país. Existe la sospecha, de parte de funcionarios claves de la actual gestión, de que una gran cantidad de compra de dólares se realiza en el mercado "blue" (paralelo) con fondos no declarados de grandes empresas y bancos. Y existe una clara intención de cortar con ese circuito, al que puede accederse con información privilegiada colocando tropa propia en los directorios.
La cuestión de fondo se vincula con la mencionada (y por ahora incipiente) escasez de divisas. No es algo que apriete ahora, justo cuando las cerealeras liquidan a razón de 700 millones de dólares por semana de la cosecha de soja en el Banco Central. La mira está puesta en los próximos meses, previos a las elecciones de octubre, y ya entrado el 2012.
Hay un dato que desvela a Economía: la creciente fuga de capitales. Durante el primer trimestre resultó de unos u$s 3.400 millones, nada menos que un 70% por encima a la huida deu$s 2.000 millones contabilizada entre enero y marzo de 2010. Para abril se calcula una fuga de otros u$s 1.400 millones, con lo cual cuando todavía falta un semestre para los comicios, ya acumula unos u$s 4.800 millones.
La todavía incipiente escasez de billetes verdes se presenta entonces como uno de los principales desafíos para el corto y mediano plazo. Porque a la acelerada salida de capitales se le suma el consabido estrechamiento del superávit de la balanza comercial. Un efecto negativo que por ahora pudo recomponerse en parte por las severas restricciones al ingreso de productos importados.
En verdad, la medida de colocar a los directores estatales para que, entre otras cosas, le tomen el pulso a las intervenciones de las empresas y bancos en el mercado cambiario forma parte de un proceso que es distintivo de la administración kirchnerista: tomar medidas para adelantarse a eventos indeseados. A saber:
- En enero de 2007, cuando la aceleración inflacionaria no había llegado a la portada de los diarios pero ya pegaba en los precios de los alimentos, Kirchner dispuso la intervención del Indec. Obviamente no logró frenar la suba de los precios pero nunca admitió este flagelo ni tomó medidas para apaciguar la escalada
- La eliminación de las AFJP se dictaminó apenas unos meses después de que el propio Gobierno abriera la opción para elegir entre el sistema de jubilación privada y el público. Se tomó en medio de la crisis financiera internacional y justo cuando arreciaban las versiones de la City de que el Gobierno no podría hacer frente a los siguientes vencimientos de la deuda. La estatización de los fondos de las AFJP echó por tierra esa posibilidad.
- La última medida que se tomó para ampliar la capacidad financiera del Estado fue la posibilidad de pagar los vencimientos de los títulos públicos directamente con las reservas del Banco Central. Contra todos los pronósticos de que el Ejecutivo se vería obligado a aplicar un ajuste para sostener el nivel de gasto público, esa medida despejó dinero del Presupuesto nacional. Así, durante 2010 se giraron u$s 6.500 millones de las reservas del BCRA y para este año se pagarán unos u$s 10.000 millones.
También vale recordar que durante 2008-2009, cuando el derrumbe bursátil global amenazaba con golpear al mercado local, el Gobierno puso directamente veedores en las principales casas de cambio y bancos de inversiones para desarticular las operaciones financieras para fugar capitales.
Conclusión: cada vez que el Gobierno percibió que se acercaba algún momento complicado o que su política económica corría riesgos se adelantó y tomó la medida que eludió el percance. O puso los pies en el barro con tal de que el escenario no se desmadrara.
Ahora, la idea del Gobierno no se limita a monitorear la actividad cambiaria de cada empresa líder en la cual designó directores sino también poner una gran lupa sobre los proveedores de aquéllas.
En este sentido, tampoco parece casual que la pelea principal se lleve a cabo con Techint, el principal grupo industrial de la Argentina. Y acá ingresa una visión política del asunto: colocar un veedor en esa compañía le permitirá al Gobierno no sólo hacia adónde dirige el financiamiento político ese conglomerado sino también las compañías que de alguna u otra manera están ligadas a él. Techint puede ser un caso testigo: no deja de ser una señal poderosa hacia el resto de los grupos económicos que quieran poner sus fichas en la inminente campaña electoral. De hecho, el candidato Mauricio Macri suele quejarse en privado de que los empresarios le dan la espalda a la hora de pasar la gorra con vistas a octubre.
Al revés de lo que puede pensarse acerca del alza del dólar en el mercado blue, donde los valores son volátiles y mucho dependen de los "humores" de la City, las últimas medidas del Gobierno en relación a las empresas son de tipo estructural. Que van a marcar un camino más allá de 2011.