Policiales
Doble crimen en Vicente López | La empleada detenida pidió ser liberada: “Le tengo miedo a los muertos”
El abogado de María Ninfa Aquino solicitó la libertad de su clienta a través de un habeas corpus en la causa. Los fiscales aseguran que el relato de la mujer es “errático y contradictorio”.
En el marco de la causa que investiga los crímenes de José Del Río y María Mercedes Alonso, María Ninfa Aquino, la empleada doméstica detenida por el hecho ocurrido en Vicente López, pidió ser liberada, a través de un habéas corpus que presentó su abogado. Aunque los investigadores están convencidos de que la mujer dejó entrar a los asesinos a la casona de Vicente López, la defensa alega que su aprehensión fue “arbitraria”.
La causa, a cargo de los fiscales Martín Gómez y Alejandro Musso, estableció que, entre el 24 de agosto -desde las 16.48- y el 25 de agosto -a las 04:30- ingresaron a la casa de la calle Melo al 1100, personas que revolvieron todos los ambientes y se llevaron alrededor de diez mil dólares estadounidenses, un millón quinientos mil pesos, 50 lingotes de oro de 10 grs. y varios diamantes.
Antes, para garantizar su impunidad, mataron a balazos al matrimonio que se encontraba en el hogar. En ese cuadro, los indicios apuntan a Aquino, como la participe necesario en el caso, responsable de franquear el acceso a la propiedad y brindar los datos exactos de los movimientos de la pareja y los elementos de valor que guardaban.
Para los fiscales, una de las principales evidencias está en el relato “errático y contradictorio” de la empleada doméstica que, según dijo, notó el gran desorden que presentaba la casa esa mañana, pero no la alarmó. Por ejemplo, dijo que pensó que el sillón dado vuelta respondía a una maniobra de la dueña de casa para que limpie las telarañas. Y el resto se debía que estaban por mudarse.
Es díficil creer que a Aquino se le hayan pasado otros detalles que daban cuenta de que algo malo había ocurrido en la casa y que los policías notaron al igual que los fiscales y los agentes de Policía Científica apenas cruzaron la puerta. En cambio, la mujer dijo que llegó a las 6.40, vio las luces prendidas “y un poco desordenado”, pero no le dio importancia. Luego, contó que el brocoli que había preparado el día anterior para la cena seguía en la mesada.
Le llamó la atención, pero siguió “con sus tareas”: hizo una tarta de acelga para el almuerzo y les preparó la bandeja para el desayuno. Se hizo un café, debido a que”la señora no bajaba”. Cerca de las 9 le envió un mensaje a la enfermera de Del Río para comentarle esa preocupación. La mujer, de nombre Blanca, le sugirió que bajara al garaje para constatar que estuviera el auto. Lo hizo y encontró los cuerpos, según su versión.
Cuando aún los peritos revisaban la escena del crimen, la policía encontró un monedero en su casa de Tres de Febrero, que había sido de Alonso y en el que, según su hijo, guardaba la llave de la caja fuerte. Sobre ese punto, Aquino dijo que se lo había regalado su empleadora en mayo. En cuanto a la caja de seguridad afirmó que desconocía su existencia.
Para el abogado Hugo López Carribero, los elementos probatorios carecen de valor y tildó a la detención como “ilegal, arbitraria, innecesaria y desproporcionada”. “No hay motivos ni indicios vehementes de riesgos procesales concretos”, asegura y lo contrapone a una “virtual presunción que conlleva la realización de un análisis apodíctico de la existencia de peligro de fuga y de entorpecimiento probatorio”.
En cuanto a la billetera bordó de Alonso hallada en su casa, el defensor fundamenta que no se ha probado que la llave, efectivamente, haya estado en su interior.
A los fiscales, asimismo, les resulta al menos sospechoso el relato de los pasos que la empleada doméstica dio el día del hallazgo de los cuerpos en la casona. “Agarré la llave de cinta verde que está colgada en la pared y abrí la puerta. Ahí los vi. Estaban las dos puertas de atrás abiertas y los señores estaban sentados adentro del auto muertos. Cuando vi eso salí corriendo. Volví a cerrar la puerta, la cerré con llave por miedo”, argumentó.
Y siguió: “Le tengo mucho miedo a los muertos. Subí la escalera corriendo, quería salir de la casa, estaba muy asustada. Ahí me tropecé con la alfombra que está en el living y ahí saltó una vaina”. Ese fragmento despedido del arma le entregó Aquino a la policía, aunque los peritos notaron que la alfombra estaba muy lejos de la puerta, por lo que no pudo haberse tropezado con ella.
Otra crítica de la defensa es que, por el momento, la investigación no logró determinar cantidad de personas ni el género del grupo que entró a la casa, pero sí que se trató de un “plan pre acordado”, con “división de roles”. Para el abogado de Aquino no hay elementos que permitan arribar a esa conclusión, aunque el ingreso de los autores, el desorden en la casa y la disposición de los cuerpos apunten hacia esa dirección.
Por último, como prueba, el abogado propuso la información de la SUBE, a nombre de Alonso y que utilizaba Aquino. En los datos se puede constatar que la tarjeta se usó el 24 y 25 de agosto en los colectivos de la línea 161 y 169 que la empleada doméstica tomaba para ir y volver de la casa del matrimonio asesinado.
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