Discurso contra los prejuicios

Robespierre era respetado por sus pares como un hombre que analizaba con inteligencia la grave situación por la que atravesaba la Revolución, acosada en sus fronteras y con graves disensiones internas.

Sin embargo el diputado, despojándose de todos los prejuicios religiosos sobre los "judíos deicidas" en los que fue formado en el colegio parisino Luis-le Grand, uno de los más importantes de Francia, asume con vigor su defensa.

Ante el estupor de la audiencia, dice: "Todo ciudadano que cumpla con las condiciones de elegibilidad que vosotros habéis establecido, tiene derecho a acceder a todas las funciones públicas. ¿Cómo se puede oponer a los judíos las persecuciones de las que diferentes pueblos los han hecho víctimas? Por el contrario, son crímenes nacionales que debemos expiar, devolviéndoles los derechos imprescriptibles del hombre , de los cuales ningún poder humano puede despojarlos. Se les imputa todavía vicios y prejuicios: el espíritu sectario y el afán de lucro exagerado; ¿pero a quién podemos culpar si no es a nuestras propias injusticias? Después de haberlos excluido de todos los honores, del derecho a la estima pública, no les hemos dejado más que el espacio de las especulaciones lucrativas.

Devolvámosles la felicidad, la patria y la virtud, reconociéndoles su dignidad de hombres y de ciudadanos".

Es, sin duda, el primer discurso contra el antisemitismo, pronunciado públicamente en Francia.
La moción fue rechazada por la Asamblea.

Los prejuicios centenarios tienen larga vida , como lo demuestra la reciente encuesta sobre antisemitismo del Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires, cuyas conclusiones desalentadoras marcan su increíble persistencia .

Sólo una vigilia permanente y la profundización del esclarecimiento del tema en la educación pública y privada de todos los niveles, puede cambiar esta actitud discriminatoria.