Dilemas del aplauso fácil
*Por Hugo Grimaldi. La pléyade de entusiastas asistentes al Salón de las Mujeres Argentinas anteayer se pasó media hora de su vida ovacionando la verdadera inflación pero convalidando a la vez las cifras mentirosas del Indec. O una u otra cosa, pero las dos juntas es algo que resulta materialmente imposible de sostener.
En primer término, porque los porcentajes brindados sobre la cantidad de pobres e indigentes sólo tienen sustento a partir de índices de precios y de valores de canastas que ya llevan una falsificación de cuatro años. Pero además porque, si los aplausos fueron para premiar saltos nominalmente altos (22,7% para la Asignación Universal por Hijo), entonces o se ha otorgado un enorme aumento en términos reales y es muy raro que no se lo haya dicho o bien lo que ha ocurrido es que, sin decirlo, desde el Estado se ha buscado compensar el flagelo inflacionario.
Es más o menos lo mismo que sucedió la semana anterior, cuando se convalidó el salario mínimo de los trabajadores con un aumento de 25%.
No se le puede reprochar a la presidenta de la Nación que presente como quiera, incluida la cadena nacional, estos ajustes de subsidios. Se comprende la puesta en escena, ya que ella es una política en campaña sin rivales a la vista y hasta puede permitirse algunas chicanas, como sugerir que ya ganó y que, por eso, hace el anuncio ahora.
En primera fila, había algunos que quizás vivieron la inflación muy de costado cuando eran más chicos y probablemente no conozcan sus efectos, sobre todo desde el golpe al bolsillo de los más humildes. Tampoco deben tener muy en claro que la inflación inhibe a los inversores.
Pero el grueso del auditorio sabe muy bien qué ocurre en el límite y, aunque es cierto que las condiciones macroeconómicas son hoy muy diferentes a las que existieron en las nefastas experiencias de 1976, l989 o después del 2001, también es verdad que los pilares del modelo están flaqueando y que necesitan un service, ya que no se puede vivir para siempre de la buena suerte internacional.
Justamente, esa asignatura pendiente es la que tiene en vilo a los compradores de dólares, que buscan tener certezas sobre la corrección que olfatean. Volviendo a los aplaudidores de ocasión, tampoco era momento para que algunos de ellos se pusieran a reflexionar en términos de sus orígenes políticos, sobre todo ante una definición de Cristina sobre peronismo y revolución que debe haber dejado con la boca abierta a más de un setentista, ya que contradijo nada menos que a Eva Perón. En medio de estas tribulaciones, los vítores también resonaron fuerte para los aumentos de las asignaciones familiares, con porcentajes disímiles, aunque con un número decididamente negativo para el tope de los sueldos mayores.
Como se hizo alguna vez con los jubilados que cobraban por encima de la mínima, en ese rango el salto resultó de $ 4.800 a $ 5.200 (8,33%), con un notorio achatamiento de la pirámide. Ante tantas cifras y la necesidad de figurar, los aplaudidores no estaban para pensar en el caso Badaro ni en la falta de ajuste a los monotributistas o en un mayor aumento para el mínimo no imponible de Ganancias. Habían batido tantas palmas que se comprende el mareo.