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Dignidad del trabajo y el salario

La celebración de mañana debe reafirmar en todos los asalariados el compromiso de trabajar en condiciones laborales dignas y en alerta ante la inflación, que destroza los sueldos.

El recuerdo de las jornadas protagonizadas por los Mártires de Chicago, que tuvieron su día más trágico el 1° de mayo de 1886 en esa ciudad norteamericana, debe reafirmar el compromiso de todos los gobiernos para seguir luchando por la dignidad del trabajo.

Ya no se trata, como hace más de un siglo, de la lucha por la jornada laboral de ocho horas, sino que existen otras cuestiones relacionadas con las condiciones de higiene y seguridad, la capacitación constante, el cuidado del medio ambiente, la protección de la familia, que deben estar en la agenda de prioridades.

En nuestro país, luego de la dolorosa experiencia de la crisis de los años 2001 y 2002, que dejó sin ocupación a uno de cada cuatro argentinos, el empleo se recuperó en forma paulatina, y puede decirse que hoy sólo se halla desocupado el siete por ciento de la población económicamente activa. Es un registro que hacía muchas décadas que no conocía el país.
No caben dudas de que la Argentina dio pasos importantes en la recuperación del empleo. Sin embargo, aún persisten numerosos factores que impiden proclamar que se ha alcanzado con plenitud la dignidad en el trabajo. Por un lado, las condiciones laborales de millones de trabajadores, además de la explotación de mujeres y niños, configuran una delicada situación que la década de expansión económica no pudo corregir. El accionar de las autoridades laborales ha sido insuficiente a todas luces, más allá de los recientes operativos encarados para denunciar el trabajo "en negro", como se llama a la situación informal del empleado asalariado.

La permanencia desde hace varios años de la informalidad laboral en niveles tan elevados –que termina por afectar a uno de cada tres asalariados– es una asignatura pendiente, cuya corrección debe asumir en forma indelegable el Ministerio de Trabajo de la Nación y sus delegaciones en todo el país.

A este cuadro se suma un nuevo factor, que es la inflación, hecho económico que es minimizado en forma permanente por las autoridades que gobiernan el país desde 2003. Sin embargo, es la suba generalizada de los precios de bienes y servicios durante los últimos años la que termina golpeando el bolsillo de los más humildes, desplazándolos a la marginalidad.

Esta los aleja de la posibilidad de condiciones de vida dignas, así como la dificultad para acceder a mínimas prestaciones en salud y educación. Este reservorio de pobres termina alejado de las aptitudes y actitudes que se exigen hoy en el mundo laboral y pasan a dar forma al fenómeno que se conoce como "desempleo estructural".

Las banderas han cambiado de modo sustancial en relación con los reclamos que se enarbolaban en 1886, pero la defensa del trabajo y del salario deben ser tareas irrenunciables de todos los gobiernos.