Detuvieron a un hombre por el atentado a la sede de Clarín
El arresto fue realizado por la Policía Federal en el barrio de Almagro tras una investigación a cargo del juez Luis Rodríguez.
A las 4 de la mañana de hoy viernes, la División Unidad de Antiterrorismo de la Policía Federal detuvo en la zona de Almagro a un sospechoso por el ataque incendiario al edificio del Grupo Clarín en la calle Piedras ocurrido el lunes último por la noche, donde participaron otros ocho sospechosos y que incluyó ocho bombas molotov, confirmaron fuentes del caso a Infobae.
Su teléfono fue intervenido, en una causa desarrollada bajo un estricto secreto de sumario. “Tengo miedo de que me pase lo del Gordo Mortero”, se lo escuchó decir en la línea. Ante un riesgo de fuga del sospechoso, se avanzó con el procedimiento, dispuesto por el juez del caso, Luis Rodríguez. Así, se lo encontró en un domicilio de la calle Lavalle. Se sospecha que el detenido sería un militante anarquista: se lo identificó por medio de las imágenes obtenidas y las que constan en los registros nacionales, afirman investigadores.
El procedimiento continuaba cerca de las 8 de la mañana, con varios objetos incautados. Su indagatoria se espera para la tarde de hoy.
Los rostros de los nueve sospechosos, de los cuales tres serían mujeres, fueron obtenidos a mediados de esta semana. Tras un relevo de cámaras de seguridad de la zona, se logró captar a los sospechosos sin sus capuchas puestas y con sus caras descubiertas.
En ese contexto, los investigadores de la Unidad Antiterrorismo de la Policía Federal y la Policía de la Ciudad elaboraron un mapa móvil para identificar las vías de escape e ingresos a la puerta del edificio del Grupo Clarín.
“Cuatro de los agresores viajan en dos motos de baja cilindrada pero no llegan a ver la patente”, dijeron las fuentes consultadas. El rastro de las cámaras se detuvo cuando los sospechosos continuaron su fuga hacia la zona sur de la Ciudad, tras separarse en dos grupos. En una de las bombas molotov que no fueron incendiadas se encontró una huella dactilar. Fue cotejada con registros oficiales, pero no se encontró ningún resultado positivo.
En las filmaciones del ataque, que muestran toda la secuencia, se puede ver a los atacantes arrojar las bombas molotov sobre la vereda y el hall de entrada al edificio de Barracas, provocando un principio de incendio. El diario Clarín informó que no se reportaron heridos ni daños materiales. En el edificio quedaron manchas de combustible y rastros del fuego.
Las sospechas de que los atacantes serían militantes anarquistas sobrevuela el expediente desde el comienzo. A través de proclamas web en los últimos seis meses, diversos grupos se adjudicaron golpes incendiarios como una llamarada en una terminal de colectivos de Derqui, el supuesto incendio de un patrullero en Villa Crespo en mayo último y otros ataques a locales comerciales como cafeterías y carnicerías a lo largo de este año.
Los grupos suelen emitir comunicados tras los focos incendiarios para reconocer el ataque, sin dar precisiones mayores: los comunicados no hablan de organizaciones establecidas y sostenidas en el tiempo, sino de grupos que adoptan nombres ocasionales. Reconocen en esas proclamas que los atentados suelen realizarse “en solidaridad” con detenidos anarquistas en Chile, o como un gesto de agitación pura.
Los hechos resuenan en la historia reciente. El miércoles 14 de 2018, un dispositivo construido con caños, pólvora negra y un temporizador de horno explotaba en la tumba del jefe de policía Ramón Falcón en el cementerio de Recoleta. Ocurrió en el aniversario número 109 de su muerte, a manos del anarquista Simón Radowitzky. Anahí Salcedo y Hugo Rodríguez, una pareja de anarquistas, terminaron detenidos, ella desfigurada, él encarcelado e indagado con una causa instruida por el fallecido fiscal Jorge Di Lello. Una semana antes, una bomba explotó en un cajero en una sucursal del banco Santander Río en la zona de Flores, con una causa por intimidación pública a cargo del juez Julián Ercolini. Otro grupo anarquista también se adjudicó el hecho a través de un mensaje anónimo.
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