Detrás de las lágrimas de River
*Por Osvaldo Pepe. ¿Especuló políticamente el Gobierno, al permitir luego del informe del comité de seguridad en los estadios, que depende de la ministra Garré, que el partido de River con Belgrano se jugara con público?
No se entiende por qué, y ante situaciones similares como el episodio violento de la noche del primer partido en Córdoba, no se aplicó el mismo criterio que en los encuentros de Huracán con Estudiantes, Vélez y Tigre, además del de San Lorenzo con Vélez. Todos se jugaron con tribunas vacías . Y ayer, agazapados en medio de casi 50 mil hinchas, un puñado de barrabravas, forajidos que crecieron desde el retorno de la democracia, transformaron la tristeza y la frustración en el infierno tan temido: el caos de la violencia, con 68 heridos, 25 de ellos policías, y medio centenar de detenidos (Ver: River descendió y estalló la violencia en el Monumental).
En el Mundial de 1982, Julio Grondona quiso inaugurar el ciclo de prebendas a cambio de apoyo con barrabravas que entonces eran "nenes de pecho" comparados con los de hoy, asociados al delito, la droga y la cachiporra política en actos partidarios . Clubes como River, y tantos otros, siguieron esa senda, con la complicidad de los dirigentes que los usaron de escudos y los transformaron en socios de sus liderazgos. Aquella experiencia fallida de 1982 tuvo su correlato en Sudáfrica 2010, con Hinchadas Unidas Argentinas, de sello kirchnerista, en medio de la alianza del Gobierno con Grondona, casi 30 años más viejo pero con más poder que incluso en tiempos de dictadura, cuando ya gobernaba la AFA.
Esos barras, apañados por los dirigentes, son los que mancharon de verdad la historia grande de River.
El club fue saqueado. Vendió en 20 años jugadores como para dos selecciones nacionales. Y ahora, por primera vez en su historia, jugará la B Nacional y está al borde de la quiebra . Jugadores y cuerpo técnico hicieron lo que pudieron. No alcanzó.
"Medio país" futbolero llora el descenso de River.
Las lágrimas de millones de argentinos son las de un sentimiento que atravesó generaciones por 110 años. Ellos aprendieron que una parte de sus vidas era llevar en sus corazones esa identidad de la que no se abjura . Son parte de la grandeza que nadie le podrá quitar a River. En el fútbol, como en la vida, se gana y se pierde.
De ahora en más, River deberá remontar estas horas de amargura para reescribir páginas de antigua gloria y honrar su estirpe . Es momento de respetar al hincha genuino y a los jugadores en su caída. Y también de aplaudir la hazaña de Belgrano.