Descontrol vial y muertes en rutas
Las muertes en las rutas y en, general, en el tránsito del país expresan la dimensión más trágica de un problema en el se conjugan la ausencia de políticas públicas articuladas, el control insuficiente, la débil educación vial y la imprudencia de los conductores.
El último hecho, registrado anteayer en Santiago del Estero, dejó un saldo de una docena de muertos y quince heridos, al volcar un ómnibus en la ruta provincial 176. La unidad no disponía de autorización oficial para ingresar a terminales ni disponía de boletos. Este transporte irregular, además se hallaba en malas condiciones y circulaba a alta velocidad. La mayoría de los pasajeros era gente de campo, que se desplazaba en medio de una ausencia total de controles. En apenas más de un mes, 48 personas murieron en las rutas, muchas de ellas en accidentes que causaron muertes múltiples.
Pinchaduras de cubiertas o ausencia de luces han sido algunas de las causas de los siniestros; pero también lo ha sido la irresponsabilidad de los conductores, que suelen transgredir límites de velocidad y adoptar otras conductas riesgosas, sin que nadie sancione las irregularidades. En el ámbito urbano, colectivos y automóviles particulares siguen desafiando las pautas razonables de circulación, pasando semáforos en rojo, no respetando a los peatones y adelantándose de manera que se obstruye el tránsito. Esta verdadera selva urbana provoca múltiples accidentes cotidianos y se expande sin que se ejerza un control adecuado.
El tránsito, entonces, se ha convertido en un prisma apropiado para observar algunos de los rasgos que perturban la dinámica social argentina. Crispación de automovilistas, falta de respeto a las reglas que ordenan el espacio de circulación, desprecio por los derechos de los otros, y este dominio salvaje tiene su condición de existencia en la débil atención que le brindan las políticas públicas. Sin controles y sin una adecuada y firme socialización en el orden vial, que garantice el respecto de las normas y que se base en sanciones, las muertes seguirán siendo responsabilidad de estas falencias.
En apenas más de un mes se han registrado 48 muertes en las rutas. La imprudencia y el descontrol son conductas particulares e institucionales que deben revertirse.