Desconfianza por el tratado tributario
*Por El País. Miles de consultas llueven en las inmobiliarias y a gente vinculada a la construcción e inversores
... desde que Uruguay y Argentina firmaron el tratado de intercambio de información tributaria.
Los argentinos, especialmente los de clase media, no ocultan su inquietud sobre los alcances del acuerdo reciente entre los gobiernos de José Mujica y Cristina Fernández de Kirchner. Han comprado su casa o apartamento en el este uruguayo y en Montevideo, y no dudan de que serán blanco de la oficina recaudadora de impuestos del vecino país, acosado por problemas económicos, pese a los altos precios que se mantienen, por ahora, en los productos de exportación.
Todo explotó en un inexplicable y sorpresivo discurso del presidente francés, Nicolas Sarkozy, en la reunión del G20, cuando criticó con dureza a varios países, tildándolos de "paraísos fiscales", combinando a algunos que podían estar bajo sospecha y a Uruguay, que como se sabe había firmado acuerdos sin restricciones sobre tributación. Cristina Kirchner, en ese "amor y odio" que ha caracterizado sus relaciones con Mujica y el Uruguay, pidió directamente que la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) exigiera a Uruguay.
La lectura del tratado no da tranquilidad a inversores de ambas márgenes del Plata. Los gobiernos sucesivos, y especialmente los del matrimonio Kirchner, se han caracterizado por no respetar lo convenido.
El presidente Mujica aún mantiene la confianza y el calor de una amistad que no tiene la justificación del buen vecino. Pero la ideología y políticas sociales afines los une y por ahora siguen de mano dada.
Los argentinos, especialmente los de clase media, no ocultan su inquietud sobre los alcances del acuerdo reciente entre los gobiernos de José Mujica y Cristina Fernández de Kirchner. Han comprado su casa o apartamento en el este uruguayo y en Montevideo, y no dudan de que serán blanco de la oficina recaudadora de impuestos del vecino país, acosado por problemas económicos, pese a los altos precios que se mantienen, por ahora, en los productos de exportación.
Todo explotó en un inexplicable y sorpresivo discurso del presidente francés, Nicolas Sarkozy, en la reunión del G20, cuando criticó con dureza a varios países, tildándolos de "paraísos fiscales", combinando a algunos que podían estar bajo sospecha y a Uruguay, que como se sabe había firmado acuerdos sin restricciones sobre tributación. Cristina Kirchner, en ese "amor y odio" que ha caracterizado sus relaciones con Mujica y el Uruguay, pidió directamente que la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) exigiera a Uruguay.
La lectura del tratado no da tranquilidad a inversores de ambas márgenes del Plata. Los gobiernos sucesivos, y especialmente los del matrimonio Kirchner, se han caracterizado por no respetar lo convenido.
El presidente Mujica aún mantiene la confianza y el calor de una amistad que no tiene la justificación del buen vecino. Pero la ideología y políticas sociales afines los une y por ahora siguen de mano dada.