Desbandada en el Gobierno y sálvese quien pueda
La audaz pluma de Carlos M. Reymundo Roberts trae una particular manera de analizar el panorama político de cara al balotaje.
Extraído del diario La Nación
Por favor, no me dejen solo. Esto es una desbandada, un sálvese quien pueda. El otro día fui a una reunión con amigos de La Cámpora y apenas llegué se me tiraron encima: "Dale, decinos, ¿a qué macrista podés presentarnos?" Antes se juntaban para hacer planes. Ahora están haciendo las valijas. La señora nos mandó a presentar batalla en el ballottage, pero el body language del Gobierno (nombramientos de apuro, leyes exprés, quema de documentos.) revela que se pudrió todo, que hay que saltar por las ventanas. Algunos compañeros ya no contestan el teléfono cuando los llaman de la Casa Rosada. No sé, es como que me dan ganas de salir a las calles a gritar: "¡Resistamos, no nos demos por vencidos! ¡La revolución nacional y popular está viva!" Pero tengo miedo de que me lleven preso. Por revolucionario.
No hay día en que no lleguen noticias espantosas. Dicen que Cristina está deprimida, irascible, dubitativa. Que pasa de preparar una cadena de cuatro horas a amenazar con encadenarse a un árbol en Olivos. Dicen que Máximo no está seguro de si va a asumir en Diputados ("Lo mío son los bancos, más que las bancas"). Que Alicia perdió esa sonrisa que la acompañaba todo el día. Que Boudou llora por los pasillos. Que ya no se sabe para quién trabaja Zannini. Que en los ministerios no labura nadie. Que los gobernadores se cortan solos. Que Kicillof está releyendo a Adam Smith.
Que en el Congreso el tarifario para la aprobación de leyes se fue por las nubes. Que Timerman pidió la visa de Irán y se la negaron. Que Oyarbide se puso a disposición del Pro y ahora usa moños amarillos. Que Aníbal pidió un café en su despacho y todavía lo está esperando. Que los espías no saben a quién espiar. Y lo peor: de Scioli ya no se dice nada.
Con un grupito de leales me puse a preparar un informe lapidario contra Macri. Nada de seguir con los cataclismos que sobrevendrían en caso de que fuera presidente, tipo: "Si gana va a prohibir el mate". Eso no funcionó y hasta se nos está volviendo en contra. De hecho, Nik pidió en una cadena de WhatsApp votar a Macri para volver a los 90. "En esos años -dice el padre de Gaturro- era soltero, flaco, tenía pelos, la plata me alcanzaba, salía de jueves a domingo y, modestia aparte, estaba hecho un toro." Vamos a hacer una campaña limpia, con hechos reales de sus ocho años de gobierno en la ciudad: vamos a decir que truchó las estadísticas, compró jueces y legisladores, durante años ninguneó al cardenal Bergoglio y después corrió a melonearlo a Roma, favoreció a empresarios amigos, no puede explicar su súbito enriquecimiento, se propuso ir por todo, atropelló las instituciones, sometió a propios y extraños con la caja, montó una cadena de medios afines, denunció golpes inexistentes, se rodeó de funcionarios corruptos, ocultó el crecimiento de la pobreza, contribuyó a la expansión del narcotráfico, intentó hacernos creer que lo de la inseguridad era una sensación, hizo fraude en las elecciones, abusó de los discursos por cadena.
Estamos convencidos de que la exposición de estos hechos irrefutables hará reflexionar a la gente. Confrontado con la realidad, el relato estallará por los aires. Entregate, Mauricio, estás rodeado.
La otra vuelta de tuerca es apuntalar a Daniel, al que vemos perdido, sin rumbo, pegando barquinazos. Unos focus groups que mandamos a hacer de urgencia esta semana revelaron que la gente hoy no sabe bien cuál es el verdadero Scioli: el manso y tranquilo que siempre ponía la otra mejilla, o este gruñón convertido de pronto en un gallo de riña. El Scioli de los spots, beatífico, o el del videíto viralizado en las redes, malhumorado y maltratador mientras se peina. Le creen al que no va al debate o al que desafía a Macri a debatir. El que hablaba día y noche de su "responsabilidad" o el que promete bajar Ganancias, el 82% móvil para los jubilados y la vida eterna. El que le manda señales a Obama o el que se saca fotos con Raúl Castro. El de La Cámpora o el de Urtubey. En fin, el de la continuidad o el del cambio. Lo hablamos directamente con él. "Mirá, Daniel, vos siempre decís: la gente me conoce, la gente me conoce. En realidad te están conociendo ahora, y no estamos tan seguros de que eso sea bueno. En una de ésas resulta mejor lo de antes. Como que eras una duda. Una apuesta. Un desafío. ¿Lo pensaste bien antes de mostrarte tal cual sos, o salió así por un descuido?" Su respuesta fue un canto a la ternura: "Es que a esta altura ya no sé quién soy.".
Entonces lo ayudamos. Si Macri hoy lidera las encuestas (se habla de hasta 10 puntos), hay que tratar de opacarlo en aquello en lo que se muestra fuerte. Al huracán María Eugenia hay que contraponerle el tsunami Karina. Al eficiente Marcos Peña, el ubicuo Francisco de Narváez. A los campeonatos de Boca, los de su equipo de fútbol 5 en Villa La Ñata. A Tevez, el "Pichichi" Daniel. Al soporte intelectual de Santiago Kovadloff, el de Samid. Lo animamos a sacarse la corbata, aguar un poquito el anaranjado y bailar sobre los escenarios: es imposible que lo haga peor que Mauricio.
El último consejo fue que revisara eso de que va a ser "más Scioli que nunca". Le propusimos un ligero retoque. "Scioli, nunca más".