Desafíos convocantes
*Por María Herminia Grande. Argentina presenta hoy distintas situaciones que en sí reflejan bienestar y malestar.
En realidad hay una expectativa sobre el por venir después de marzo. Claro que la expectativa centrada en la puja salarial está cifrada en el 65 por ciento de los asalariados de convenio. El 35 por ciento restante pertenece a la economía informal. La incógnita en los trabajadores blanqueados pasa por saber si sus dirigentes sindicales lograrán que el gobierno les quite el peso que hay sobre ellos en este terreno. Pareciera que desde el gobierno se apuesta a desconocer lo que marca la Constitución cual es la representatividad de empresarios y sindicalistas para lo social y económico. Digo esto dado que recurrentemente se alude a la falta de prestigio que muchos dirigentes gremiales tienen, pareciera que con la intención de obviar su representatividad. Pero hay algo que me recordaba, con razón, la diputada Graciela Camaño, cuando me decía "los sindicalistas podrán tener mala fama entre los votantes de la política, pero no entre sus votantes".
Decía al iniciar este análisis que en Argentina se presentan situaciones disímiles. Hay temor empresarial y al mismo tiempo record de venta de autos. Hay temor sobre el mañana pero esta temporada veraniega ostenta un récord —a la fecha- de 10,5 millones de veraneantes. Como en la teoría del vaso medio vacío o medio lleno, esta situación se presta, como mínimo, a dos lecturas: en el caso de la compra de bienes muebles es efecto del crecimiento y la bonanza o el resguardo económico; o darse simplemente un gusto aunque luego pagar "la fiesta" de las vacaciones, con la refinanciación de tarjetas de crédito, nos dé más de un dolor de cabeza....
¿Cuál es entonces la verdadera Argentina? En la primera respuesta debo emular a Hugo Moyano cuando marca la realidad del changuito del supermercado... También es cierto que esta realidad está precedida por la actitud de algunos empresarios inescrupulosos que "remarcan" sus productos por las dudas... ¿Cómo encontrar el equilibrio entre lo real y lo aparente? Quiero señalar algunos indicios en camino a esa respuesta. Argentina creció aproximadamente, en los últimos ocho años, al 9 por ciento anual. Eso es indiscutible. Pero no tuvo, no supo o no quiso el gobierno evitar el crecimiento de las puntas. Es decir logró que haya más ricos de la misma manera que haya más pobres. Si la construcción inmobiliaria es un ejemplo, vemos la multiplicación de torres inteligentes en las zonas más caras del país, y la multiplicación de viviendas precarias en barrios marginales. La histórica gran clase media argentina derrapó. En la caso de los más ricos, muchos multiplicaron sus dineros por la inversión usuraria. Se obvió estimular la inversión en energía, en vías férreas, en transporte. Y en el caso de la pobreza, se apostó el todo por el todo a la asistencia social que crea el voto dependiente porque la necesidad sigue intacta, dado que no se termina con la pobreza. Tal vez esta dualidad entre incertidumbre y certezas tenga que ver con el hecho de estar atravesando momentos en los cuales si llevamos las manos al bolsillo, todavía tocamos plata. Lo cierto es que este año bajo el título de quita de subsidios, sintonía fina, el ajuste ha llegado. A esta altura uno debiera preguntarse —al igual que lo hace la diputada Camaño- si no estamos ante un caso de malversación de dineros públicos, porque los que hoy no necesitan los subsidios de ayer, ayer tampoco los necesitaban. Pero sí muchísimos argentinos, tanto ayer como hoy, siguen necesitando de la atención inmediata de su salud sin largas esperas; de cloacas: en promedio el 30 por ciento de la población no las tiene y en sitios puntuales donde vive el 25 por ciento de la población, dicho porcentaje asciende al 45 por ciento; de agua potable: 10 por ciento de los hogares no la posee, en los conurbanos este porcentaje asciende al 25 por ciento; de viviendas, con el agravante de un 13 por ciento de hogares viviendo en forma irregular: no son ni propietarios, ni inquilinos, son ocupantes; de trabajo para los jóvenes, de mantenimiento del trabajo para los adultos... esto debió impulsarse en momentos de vacas gordas. Hoy, ingresamos en un mundo difícil a una etapa en donde resultará imposible no ajustar el cinturón
Las oposiciones políticas debieran dejar de lado sus narcisismos, salir de su inactividad, suspender sus largas vacaciones, para colaborar políticamente a que Argentina no vaya camino hacia épocas en las que por una u otra razón, a todos nos fue mal.
Las correcciones en política no son síntomas de debilidad, sino de inteligencia.
A propósito, un buen síntoma fue la convocatoria que realizó la presidenta a todos los sectores con representación política y social. Malvinas es y será convocante para los argentinos. La pobreza y el futuro merecen igual convocatoria.
Decía al iniciar este análisis que en Argentina se presentan situaciones disímiles. Hay temor empresarial y al mismo tiempo record de venta de autos. Hay temor sobre el mañana pero esta temporada veraniega ostenta un récord —a la fecha- de 10,5 millones de veraneantes. Como en la teoría del vaso medio vacío o medio lleno, esta situación se presta, como mínimo, a dos lecturas: en el caso de la compra de bienes muebles es efecto del crecimiento y la bonanza o el resguardo económico; o darse simplemente un gusto aunque luego pagar "la fiesta" de las vacaciones, con la refinanciación de tarjetas de crédito, nos dé más de un dolor de cabeza....
¿Cuál es entonces la verdadera Argentina? En la primera respuesta debo emular a Hugo Moyano cuando marca la realidad del changuito del supermercado... También es cierto que esta realidad está precedida por la actitud de algunos empresarios inescrupulosos que "remarcan" sus productos por las dudas... ¿Cómo encontrar el equilibrio entre lo real y lo aparente? Quiero señalar algunos indicios en camino a esa respuesta. Argentina creció aproximadamente, en los últimos ocho años, al 9 por ciento anual. Eso es indiscutible. Pero no tuvo, no supo o no quiso el gobierno evitar el crecimiento de las puntas. Es decir logró que haya más ricos de la misma manera que haya más pobres. Si la construcción inmobiliaria es un ejemplo, vemos la multiplicación de torres inteligentes en las zonas más caras del país, y la multiplicación de viviendas precarias en barrios marginales. La histórica gran clase media argentina derrapó. En la caso de los más ricos, muchos multiplicaron sus dineros por la inversión usuraria. Se obvió estimular la inversión en energía, en vías férreas, en transporte. Y en el caso de la pobreza, se apostó el todo por el todo a la asistencia social que crea el voto dependiente porque la necesidad sigue intacta, dado que no se termina con la pobreza. Tal vez esta dualidad entre incertidumbre y certezas tenga que ver con el hecho de estar atravesando momentos en los cuales si llevamos las manos al bolsillo, todavía tocamos plata. Lo cierto es que este año bajo el título de quita de subsidios, sintonía fina, el ajuste ha llegado. A esta altura uno debiera preguntarse —al igual que lo hace la diputada Camaño- si no estamos ante un caso de malversación de dineros públicos, porque los que hoy no necesitan los subsidios de ayer, ayer tampoco los necesitaban. Pero sí muchísimos argentinos, tanto ayer como hoy, siguen necesitando de la atención inmediata de su salud sin largas esperas; de cloacas: en promedio el 30 por ciento de la población no las tiene y en sitios puntuales donde vive el 25 por ciento de la población, dicho porcentaje asciende al 45 por ciento; de agua potable: 10 por ciento de los hogares no la posee, en los conurbanos este porcentaje asciende al 25 por ciento; de viviendas, con el agravante de un 13 por ciento de hogares viviendo en forma irregular: no son ni propietarios, ni inquilinos, son ocupantes; de trabajo para los jóvenes, de mantenimiento del trabajo para los adultos... esto debió impulsarse en momentos de vacas gordas. Hoy, ingresamos en un mundo difícil a una etapa en donde resultará imposible no ajustar el cinturón
Las oposiciones políticas debieran dejar de lado sus narcisismos, salir de su inactividad, suspender sus largas vacaciones, para colaborar políticamente a que Argentina no vaya camino hacia épocas en las que por una u otra razón, a todos nos fue mal.
Las correcciones en política no son síntomas de debilidad, sino de inteligencia.
A propósito, un buen síntoma fue la convocatoria que realizó la presidenta a todos los sectores con representación política y social. Malvinas es y será convocante para los argentinos. La pobreza y el futuro merecen igual convocatoria.