Desafío para Bonfatti
* Por Teresa Pandolfo. Como lo ha consignado la crónica diaria, los cruces dentro del Frente Progresista Cívico y Social se profundizaron hasta llegar a una intensidad lacerante.
Hermes Binner ratificó sus dichos sobre el socialismo como sostenedor de la coalición y un nuevo lanzamiento tuvo como protagonistas a la vicegobernadora Griselda Tessio y al ministro de Gobierno, Antonio Bonfatti. Los dos tendrán renovados roles a partir del 11 de diciembre frente a un justicialismo que exhibirá mayoría en las dos cámaras legislativas de la provincia.
En la opinión de esta periodista hay dos elementos que se conjugan para que las aguas no puedan volver al cauce que se necesita en la provincia.
El primero es que la relación en el Frente estaba lastimada con anterioridad a la realización de elecciones provinciales. Los comicios primarios fueron una expresión palmaria de que al Frente le faltaba cohesión interna y es real que durante los últimos cuatro años, la gestión estuvo dominado por las decisiones que tomaba el socialismo.
Al mismo tiempo que Hermes Binner imponía su esquema de gobierno a todos los demás partidos de la coalición, su figura se insertaba cada vez más a nivel nacional.
No es que todas las cosas se hubieran hecho bien en Santa Fe: las relaciones con las Comunas no son buenas porque las asambleas ciudadanas no pueden reemplazar a los intendentes y presidentes de comunas; no se ha construido la infraestructura que requiere la producción ni resueltos los problemas de inclusión social y de inseguridad. Sin embargo, la ciudadanía percibió cambios saludables respecto de los gobiernos justicialistas y el Frente se impuso nuevamente las elecciones. En Santa Fe, los liderazgos que en su momento representaron una renovación dentro del peronismo se desdibujaron y el PS demostró una vocación de poder fuerte frente a las demás alternativas electorales.
Hacia el poder
El camino iniciado por Binner no conoce descansos. Consolidada su figura y la de su partido en Rosario, no dudó en unirse a los radicales y otros partidos para que le dieran la estructura provincial que requería ganar las elecciones en Santa Fe. La UCR, por entonces sin recomponerse del 2001, aceptó esas reglas de juego. Era Carlos Fascendini el elegido por el partido para acompañarlo y no Tessio, pero Binner la impuso como su compañera de fórmula y el radicalismo acató.
Con el triunfo provincial, Binner volvió a interferir a la hora de las elecciones para diputados y senadores nacionales. Rubén Giustiniani estaba a muchos puntos de diferencia con Carlos Reutemann antes de que el gobernador "se metiera" de lleno en la campaña. Resultado, Reutemann ganó por un punto una elección que fue crucial en su carrera política porque se impuso ante dos contrincantes al mismo tiempo: el kirchnerismo y el Frente.
Con esa misma decisión, Binner maneja ahora su propia campaña para la Presidencia de la Nación. El Frente santafesino no logró su expresión nacional. Entre los que lo acompañan a Binner no están ni radicales ni seguidores de Elisa Carrió. La UCR tomó sus propias decisiones y catapultó a Ricardo Alfonsín como candidato presidencial sólo por la portación de un apellido. El actual diputado nacional está lejos de tener la consideración de su padre tanto público como de su partido. Las dudas del electorado también se transparentan dentro de su agrupación política
En la actualidad, y aquí aparece el segundo elemento fuerte, tres fórmulas presidenciales, con distinta impronta, compiten en el mismo espacio que ocupa el Frente en la provincia. Los roces y los discursos de campaña esmerilan cada vez más una relación que nunca fue perfecta.
Otra actitud
En este escenario aparece una diferencia sustancial: a pesar de perder, Binner nunca lo consideró así porque el objetivo había sido posicionar el Frente Amplio en el plano nacional y eso se había logrado.
Su actitud fue totalmente diferente a la de Elisa Carrió, a la de Ricardo Alfonsín o la de Eduardo Duhalde (éste fuera del espacio progresista), que quedaron impactados por la diferencia de votos con la que perdieron frente a Cristina Kirchner. Para tres de los nombrados, las primarias nacionales resultaron demoledoras; para Binner no. Capitalizó la posición lograda y persigue llegar a un segundo lugar superando a los adversarios.
Los comicios del 14 de agosto fueron desoladores también para las dirigencias y los partidos; y esto es quizás lo que más duela porque en todas las agrupaciones, incluso en el justicialismo bajo la consigna de Frente para la Victoria, se iniciaba una renovación de dirigentes. La UCR debió tocar fondo para que apareciera la figura de Mario Barletta como dirigente provincial y salvando las diferencias, en el peronismo, Agustín Rossi, Omar Perotti o María Eugenia Bielsa han venido a reemplazar a los ya históricos dentro del PJ. Ninguno cuenta todavía con la fuerza de Carlos Reutemann o de Jorge Obeid pero es indudable que está teniendo lugar una recambio generacional.
De toda esta saga lo que más preocupa es el impacto de esta interna dentro del Frente porque Antonio Bonfatti deberá abrirse mucho más que su antecesor y con menos margen político de Binner. Sin dudas, para que se encaucen las cosas en el gobierno, como en la Legislatura, Bonfatti deberá apelar al concurso de las radicales que son más numerosos que los socialistas en ambas cámaras.
Mientras tanto -un "mientras tanto" demasiado largo para una gestión de cuatro años, considerando además que uno se ha sido en campaña electoral-, el intendente de Rosario y secretario del PS, Miguel Lifschitz, visualiza que antes del 23 de octubre no se podrá comenzar a conversar otra vez dentro del Frente y con la oposición justicialista. La elección nacional tendrá también su veredicto en el futuro provincial.