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Derechos para los inhumanos

La seguidilla de actos colmados de violencia ponen en una encrucijada a la moral y los deseos de Justicia. 

Pedir Justicia
Pedir Justicia
El crimen de Villa Gesell y la violación y asesinato de Puerto Deseado son dos de los temas que hacen que las personas comunes nos replanteemos ciertas cosas. 

Más allá del pedido de Justicia por parte de familiares de las víctimas, la opinión pública suele ser menos benévola con los deseos hacía los criminales que matan sin piedad. Para quienes lo hacen con el mayor desprecio hacia la vida humana. 

Ya fue motivo de varias columnas en este portal, pero es inevitable  seguir hablando de la muerte de Fernando Baez Sosa (y no debemos dejar de hablar). Su asesinato impío, a traición, con ganas y con todos los agravantes (no sé si funcionen como tal en términos legales, pero si para la sociedad) que día a día se van conociendo hacen que los deseos para esos responsables (sean ocho, diez u once) no sean los mejores y sean dignos de una confesión y una penitencia, al menos para los católicos. 

En estos días se sumó un lamentable y nuevo caso. Esos de los cuales a los periodistas nos cuesta hablar. La aberración se hizo presente una vez más y una vida inocente se fue también, siendo turista. Se trata de Santino, el niño de sólo cuatro años al cual dos violadores y asesinos mataron de una manera cruel, sin piedad. A golpes. Lo destrozaron.

Hay más: lo mataron porque había sido testigo de la violación de su mamá por esos mismos dos. También quisieron terminar con la vida de la mujer. Se fueron creyendo que habían logrado su objetivo. Pero no, la mujer estaba viva. Pero le mataron a su pequeño hijo. Entre gritos y sangre la acogieron vecinos del lugar y ella solo preguntaba por su pequeño porque aún no sabía que lo habían matado. Creía que lo habían secuestrado. Con esa esperanza maternal prefería pensar "lo menos peor". "Mí mujer sólo grita 'Mi bebé, mí bebé'" dijo su marido. Y a todos se nos heló la sangre. 

Al igual que para los asesinos de Fernando Baez Sosa, no se puede ser misericordioso con los deseos para los asesinos de este pequeño niño y violadores de esa mamá. 

Al igual que con los rugbiers, no nos sale simplemente pedir "que se pudran en la cárcel".

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