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Democracia real ya

Frente al surgimiento y la masiva y notoria presencia del movimiento social español Democracia Real Ya, lo primero que debemos reconocer son las determinantes situacionales y las razones expuestas por sus impulsores que en corto plazo pueden reflejarse en nuestro medio.

Si reclaman democracia real, cabe interpretar que no viven en democracia. Es decir que el sistema político que los gobierna encubre la tiranía de un grupo de poder sin recambios; es como si vivieran en democracia, sólo se cubren las formas y, con el transcurso del tiempo, aumenta la distancia entre los intereses de los gobernantes y los del pueblo que gobiernan. Ello surge con claridad en los nueve reclamos plasmados en el "manifiesto" de los "indignados".

La situación socioeconómica en decadencia de un sector de la población, evidente en los distintos países europeos, genera un movimiento casi explosivo y en forma simultánea. Se produce con el auxilio de las redes sociales habilitadas por la web y despierta un fuerte sentimiento de pertenencia. Ello rápidamente encuentra identificación y algunas simpatías, naturalmente por el espíritu inquieto que caracteriza la condición humana en la época de consumismo que vivimos, con el atractivo de la posibilidad de una renovación esencial en las propias raíces de la democracia.

La democracia liberal

Uno de los pilares de la democracia liberal es privilegiar la libertad por sobre la igualdad, aunque no se descuida esta propiedad en las Constituciones y en las gestiones de gobierno. Las críticas, en general, apuntan a las desigualdades que se generan con el transcurso del tiempo, ya que los grupos con mayores recursos financieros tienden a aumentar su hegemonía en detrimento de los sectores más empobrecidos. La democracia liberal siempre ha utilizado los estabilizadores económicos ortodoxos para mantener el equilibrio entre la oferta y la demanda, con la finalidad de generar crecimiento y mantener a la mayoría del pueblo con un nivel de recursos mínimos para la subsistencia.

Otra característica destacable del sistema liberal consiste en mantener las condiciones de permeabilidad de las clases sociales, dejando abiertas múltiples posibilidades para el ascenso social y económico. También la promoción de talleres de capacitación, numerosas alternativas laborales para conseguir trabajos dignos con posibilidades de progreso, carreras universitarias para los hijos de los obreros, en el deporte la ilusión del crack en las diversas disciplinas, y algunas otras formas lúdicas de estímulos o ilusiones que han permitido sustentar el modelo desde hace aproximadamente dos siglos.

En la actualidad parece que no bastan los paliativos económicos de gran de magnitud, ni tampoco valerse de acciones políticas gatopardistas (cambiar algo para que nada cambie). Se requieren transformaciones muy profundas frente a la ostensible disminución de las posibilidades laborales y la destrucción del modelo de vida gestado en el siglo pasado. En efecto, el extraordinario avance tecnológico genera en la industria la prescindencia de la participación humana, reemplazada por los robots con el auxilio de las computadoras, y por las mismas razones la simplificación de los procesos de producción en todos los rubros. Ni hablar de la administración pública o privada, que se desenvuelve con la mínima intervención humana con mayor velocidad y precisión.

Enfrentar los problemas

Frente a este estado de cosas, no aparece como aconsejable un cambio radical que provoque más problemas que soluciones. Si estamos viviendo una alteración de gran magnitud con la ruptura del equilibrio vigente, es conveniente que la transición histórica se dé en forma paulatina y con la mayor participación ciudadana posible. Los cambios producidos tienen sus raíces en el siglo pasado con consecuencias lógicas impredecibles, en especial si consideramos el quietismo de las instituciones actuales, que no responden a las transformaciones sociales y científicas que han modificado la vida ciudadana hasta límites insospechados, signados por las vertiginosas renovaciones cotidianas.

Los reclamos de los "indignados" deben ser atendidos mediante la concepción de nuevos paradigmas políticos en la forma de gobernar. Como lo señalamos en párrafos anteriores, la gradualidad debe guiar el proceso de transformación hacia una sociedad más participativa y que elabore sus decisiones como si se tratara de una democracia directa. Sabemos que ello es imposible. Ahora bien, en coincidencia con Carlos S. Nino en "Ética y derechos humanos", apoyamos la democracia como el sistema de gobierno apropiado para disminuir la posibilidad de desvíos morales. El autor, completando el teorema de Condorcet, expresa: "Cuando más amplio y ecuánime haya sido el debate crítico previo a una decisión, cuando más se haya procurado honestamente adoptar un punto de vista imparcial y racional, cuando más gente haya concurrido libremente en la decisión, cuanto más posibilidades haya de revisarla, tanto más sólida será la presunción de la legitimidad de esa decisión".

Si adherimos a esa perspectiva de la democracia, nuestras acciones deben orientarse a trabajar para alcanzar un sistema político afirmado sobre dos pilares: prohibir toda reelección en todos los niveles públicos, que alcance a los gremios, a las entidades autárquicas y a las asociaciones sin fines de lucro, hasta la AFA inclusive. La intención es conseguir un recambio constante, evitar la corrupción y facilitar el mayor acercamiento ciudadano. Otra cuestión, no menos importante, es la relacionada con la potestad de los gobernantes. No pueden realizar actos de disposición, sólo actos de administración. Para decisiones de disposición del patrimonio público o de interés general, se requiere la intervención voluntaria del pueblo con el auxilio de internet u otro recurso plebiscitario.

Por la exactitud que sus palabras contienen resulta elemental insistir en el teorema de oportunidad política: "Si la organización de las instituciones públicas es deficitaria, ingenua o injusta y el pueblo no participa en forma activa, (entonces) los dirigentes tienen allanado el camino hacia el ejercicio del poder hegemónico, su perpetuación y la impunidad para los comportamientos corruptos".