Demagogia e hipocresía
* Por Pepe Eliaschev. En el gobierno nacional prevalece esa mezcla recalentada de setentismo tardío y "garantismo" necio con el que se identifica la conducción que tiene este país desde hace casi ocho años.
Resulta difícil entender que la delincuencia perpetrada por jóvenes se preste a tanta demagogia ridícula. Es indigerible que una enfermiza ideologización del delito se haga carne en un gobierno que presume maniobras golpistas o conspiraciones reaccionarias en quienes sólo tienen miedo al delito y temor permanente ante la inseguridad.
Pero ahora la intervención en este tema del gobernador de la provincia de Buenos Aires, pidiendo la edad legal de imputabilidad por hechos criminales se reduzca a 14 años la edad, ratifica la perversa politización que empapa a una realidad que debería ser confrontada con verdaderas políticas de estado, y no con monsergas ideológicas supuestamente políticas.
Pero mientras Daniel Scioli piensa de esa manera, en el gobierno nacional prevalece esa mezcla recalentada de setentismo tardío y "garantismo" necio con el que se identifica la conducción que tiene este país desde hace casi ocho años.
Scioli se ha puesto a la cabeza de un pedido político extremadamente legítimo, una nueva ley que establezca en 14 años la edad en la que una persona puede ser tratada penalmente. Hoy esa edad es 16 años. Pero el gobierno de Cristina Kirchner está empecinado en dictaminar que considerar asesinos o ladrones a personas que maten o roben no es una solución, sino una "criminalización" de personas que, siendo victimarios, serían sólo víctimas. ¿Para qué una nueva ley?, se pregunta el kirchnerismo. Dicen que las leyes actuales sirven, pero no se las usa.
Un nuevo régimen de responsabilidad penal de jóvenes podría perfectamente reducir, por ejemplo, cerrar esa brecha obvia derivada de la propia realidad. Eso sería congruente con una sociedad en la que decenas de miles de muchachas son madres a los 14 años y donde la propia economía ya incorpora al circuito productivo a gente de 14 años. Para no hablar de la masa enorme de adolescentes inmersa en el trabajo en negro, hipócritamente llamado "informal".
No es un secreto que las encuestas manejadas en el oficialismo invariablemente revelan una sostenida intención mayoritaria de impulsar la baja en la edad de imputabilidad penal de los menores, pero no como "la solución", sino como una herramienta metodológica de advertencia muy fehaciente y razonable.
Se trata de disuadir, no de solucionar, porque el argumento de que con la cárcel no se resuelve nada, se destroza si se lo extrapola a los adultos. ¿Por qué condenar y encerrar adultos, entonces, si entonces tampoco eso resuelve nada? En La Plata, el gobierno de Scioli hizo y trascender los resultados de un sondeo en sus manos, según el cual el 78% del electorado bonaerense apoya la baja de la edad de imputabilidad penal.
Estas cosas no pasan en el aire. No son cuestiones abstractas. Fabián Esquibel, un hombre de 41 años residente en la localidad de Tolosa, cercana a La Plata, fue asesinado por una persona de 15 años, consecuentemente "no punible". Eso provocó un comentario irrebatible del ministro de Justicia y Seguridad de la provincia, Ricardo Casal: "Ese joven podría volver a andar armado y en libertad la semana que viene". Y su pregunta de colofón es de una coherencia lapidaria: "Cómo explicarle a Adela (la madre de Fabián) que el asesinato de su hijo no tiene juicio, ni tiene causa".
Pero Mercedes Catani, la fiscal a cargo del asesinato de Fabián, apeló la resolución del juez de Garantías, Fabián Cacivio, de no aceptar "la medida de restricción de la libertad" de ese quinceañero, acusado del asesinato de Esquibel. La fiscal pide que el acusado no quede en libertad. ¿Qué tiene de excesivo o represivo que una persona sobre la que pesa tamaña imputación permanezca encerrada hasta que se sustancie la causa? ¿Qué deformación enfermiza de la noción de derechos humanos determina que se proteja más al victimario que a la víctima?
El juez Cacivio considera que el imputado del robo y del crimen es inimputable porque es inconstitucional encarcelarlo. El asunto lo deben dirimir los camaristas a cargo de resolver la apelación, Carlos Campos, María Riusech y Raúl Dalto. Si confirma la Cámara lo resuelto por Cacivio, imputado seguiría internado en una comunidad terapéutica en Mar del Plata donde permanece ser drogadicto. Pero si prevalece el pedido de la fiscal, hay que definir dónde y por cuánto tiempo será encerrado.
Esquibel fue atacado por tres delincuentes menores de 16 años el martes 18 cuando se iba a trabajar. Le dispararon un balazo a la cabeza delante de su hijo de 11 años. Murió en el acto. Convocada por el hijo del asesinado Fabián, la policía llegó cuando los asesinos fugaban, y los uniformados pudieron agarrar al quinceañero.
En los casi ocho años de kirchnerismo en el poder éste es un tema pétreo en el que no hay decisión de cambio. El oficialismo, convencido por razones ¿ideológicas? o apelando a una demagogia desorbitada, teme ser acusado de perseguir a los desheredados o de hostigar a los pobres. La pobreza es vista como una razón que atenúa la responsabilidad individual: son violentos por marginados, roban y matan porque nunca aprendieron a trabajar. Mirada elitista y en el fondo paternalista: estos criminales deben ser "contenidos" porque los responsables de esa miseria y esa violencia son "los de arriba", los ricos, los políticos, los jueces.
Dicho esto, también debe decirse que el Gobierno se balea sus propios pies con esa filosofía, porque -de hecho- asume así que la pobreza y la marginalidad son hoy enormes y poderosas. Si muchachos de 15 años matan hoy en la Argentina para robar, tras ocho años de "modelo" y de "inclusión" social, algo ha funcionado aquí bastante peor de lo que la Casa Rosada está dispuesta a aceptar.