Del Bric y la Argentina
Hace una década, la visión de un economista británico enunció la primera teoría acerca del nacimiento del Bric, toda una revolución en la economía globalizada.
Bric, el notorio acrónimo de Brasil, Rusia, India y China, fue acuñado por el economista británico Jim O’Neil, de Goldman Sachs, megacorporación estadounidense que ahora preside. Lo hizo en su ensayo "Soñando con los Bric: rumbo a 2050", publicado en 2003.
En su momento, parecía una de las tantas tesis que procuraban reemplazar al Consenso de Washington, uno de los mayores fracasos macroeconómicos del siglo 20. En ese 2001 otro economista de Goldman Sachs ya predecía el fin del liderazgo de los Estados Unidos en la economía global.
La tesis de O’Neil se basaba en el hecho de que los Bric (hoy convertidos en Brics, con el agregado de Sudáfrica) disponían de condiciones inmejorables para dejar de ser emergentes y transformarse en grandes potencias, desplazando a algunas que, como Japón, Francia, Italia y España, perdían impulso y carecían del potencial necesario para mantener o recobrar sus posiciones en el ranking mundial. La principal virtud de los Bric era aceptar las reglas de juego de la economía global y crecer a tasas excepcionales.
En 10 años, entre 2001 y 2011, su desarrollo fue exponencial. El producto interno bruto (PIB) de Brasil pasó de 552.836 millones de dólares a más de dos billones 90 mil millones; Rusia, de 306.583 a un billón 465 mil millones; India, de 481.430 a un billón 538 mil millones y China de un billón 324.814 millones a cinco billones 878 mil millones. Según el economista inglés, China y la India se convertirán en proveedores dominantes de tecnología y de servicios, mientras que Brasil y Rusia dominarán los mercados de materias primas, aunque desarrollan pujantes industrias.
Por ahora, los Bric no poseen políticas comunes en defensa, relaciones exteriores ni economía. No tienen semejanza con la Unión Europea o el Mercosur. Sus gigantescos potenciales obran como su mejor factor de cohesión.
El principal postulante a ser cooptado en el grupo de los cuatro grandes es Sudáfrica, que en una década triplicó su PIB hasta alcanzar los 367.300 millones de dólares. Y aguarda su turno para ingresar en la economía global el Civet: Colombia, Indonesia, Vietnam, Egipto y Turquía, considerados "potencias promisorias".
Se presume así que el paso siguiente será la cooperación dentro del Bric, puesto que Brasil y Rusia juntos constituyen los mayores surtidores de materiales y alimentos del mundo actual.
Nuestro país no integra ni el Bric ni el Civet. La explicación puede ser dada por nuestra marginalidad: a pesar de nuestro excepcional potencial, el país ocupa los últimos lugares en las estadísticas mundiales de inversiones extranjeras directas (IED) y en Investigación y Desarrollo (I+D) y permanece excluido de los mercados de capitales. La histórica pasión argentina por el aislamiento y la obsesión de "vivir con lo nuestro" son extremadamente costosas en términos de crecimiento económico y social.