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Debería terminar la larga historia del agua marrón en las casas de La Plata

Una vez más numerosos vecinos de nuestra ciudad se vieron afectados por la salida de agua marrón de las canillas, en una situación que perfectamente puede ser inscripta como un capítulo más de las frecuentes anomalías en el servicio de agua domiciliaria.

En esta oportunidad, según Aguas Bonaerenses, la situación se originó como consecuencia de tareas realizadas con el propósito de mejorar la presión en la zona que, luego, resultó afectada por esta deficiencia. Cabría señalar que en anteriores ocasiones desde la misma empresa se aludió a otros factores técnicos imprevistos, reiterándose así explicaciones que, acaso, podrían ser aceptables en el corto plazo, pero no si se las incluye en una historia poblada por muchas de estas imperfecciones y siempre en directo perjuicio de los habitantes.

En esta oportunidad, los reclamos provinieron de residentes de un vasto sector delimitado por las calles 24 a 31, desde 54 hasta la 72 quienes, además de referirse a la imposibilidad de consumir el agua por su mal gusto e, inclusive, de utilizarla para higienizarse ya que se mostraba ostensiblemente turbia, dejaron traslucir su temor ante la posibilidad de que fuera peligrosa para la salud.

Resulta digna de mención, en este contexto, la intervención de la Defensoría del Pueblo de la Provincia, que dispuso requerirle a la empresa que instrumente un sistema de aviso a la población para que en tiempo y forma los vecinos estén al tanto de las obras que Absa realiza en su zona de concesión y de los eventuales efectos colaterales que podrían resultar de esos trabajos.

Mientras tanto, se impulsarán estudios a cargo de un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) que buscará determinar si el cambio de coloración del agua tuvo repercusión en la potabilidad y si la calidad del producto cumple con la normativa vigente para el consumo humano.

En realidad, a lo largo de las últimas décadas y sólo en muy pocas oportunidades lograron obtenerse dictámenes técnicos que, al menos parcialmente, explicaban la presencia de agua marrón en las cañerías y sus efectos. Una de ellas señalaba que en muchas de las cañerías, algunas de ellas extremadamente antiguas, existen roturas o fisuras que, al incrementarse la presión de agua, hacen que el líquido fluya hacia el exterior. Cuando la presión cede, buena parte de ese líquido retorna a los caños pero, por cierto, contaminado, al haber tomado contacto con la materia exterior.

Sea como sea, lo cierto es que el problema genera serias incomodidades para el desarrollo de las tareas domésticas y para la vida cotidiana. De los testimonios recogidos por el diario surgía un listado de dificultades que no resultan menores para una familia: desde la imposibilidad de bañarse hasta las limitaciones para cocinar o lavar la ropa.

No hace falta remarcar que el servicio de agua resulta indispensable y esencial para el funcionamiento cotidiano de una casa o de un comercio, por lo cual debería asegurarse que no sea interrumpido ni afectado por contaminaciones de este tipo. Cabe esperar, entonces, una solución rápida e integral por parte de la empresa a cargo del suministro