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De Silvia Pérez a Carmen Barbieri: los grandes amores de Santiago Bal, en medio de escándalos e infidelidades

El actor murió este lunes. Estaba internado desde mediados de este año por problemas respiratorios y circulatorios.

A los 83 años, Santiago Bal murió este lunes al mediodía luego de estar internado desde principios de julio por problemas respiratorios y circulatorios.

A mitad de año ingresó al Instituto Médico de Alta Complejidad, luego fue trasladado a la Clínica de Rehabilitación Alcla y cuando se salud se agravó lo derivaron nuevamente al IMAC. En las últimas horas, su estado de salud se debilitó aún más cuando entró en coma farmacológico a causa de una neumonía.

El ex marido de Silvia Pérez y Carmen Barbieri, y padre de Mariano, Julieta y Federico Bal, sufría de EPOC (Enfermedad pulmonar obstructiva crónica) y pasó 18 operaciones de un cáncer que le detectaron a los 39 años. Además en los últimos tiempos debió atravesar cuadros de bronquitis y diversas infecciones urinarias.

Lejos de los escenarios, en los últimos años Santiago Bal estuvo en el centro de las polémicas por sus diferentes escándalos amorosos, que sin embargo datan de hace tiempo.

María Isabel Andina fue su primer gran amor, una mujer alejada del ambiente artístico, con quien tuvo a su primogénito: Mariano. Todo fluía hasta que una noche en el Teatro Nacional conoció a Thelma del Río. Ella integraba un grupo de vedetes llamado “las pulposas” que se caracterizaban por sus físicos exuberantes en tiempos donde nadie soñaba con siliconas que otorgan lo que la naturaleza niega.

El flechazo fue mutuo y Bal se mudó con Thelma, pero ese amor también terminaría mal. El romance secreto con una vedette veinteañera, Silvia Pérez, del que nacería Julieta, su única hija mujer, separó a la pareja.

La nueva convivencia duró poco: al tiempo a Santiago le detectaron cáncer y regresó con Thelma, quien no solo perdonó su infidelidad sino que lo recibió en su casa. Bal aseguraba que “había vuelto a su verdadero amor”. Silvia Pérez debió criar sola a su hija, algo que dejaría huellas profundas en Julieta. "Mi papá no fue ni mejor ni peor, simplemente no existió en mi vida y fue su decisión”. El tiempo curaría heridas y repararía ese vínculo.

Verano de 1986. Carmen Barbieri es una vedete con un padre famoso, aunque ella recién comienza a tener nombre propio en la revista. Santiago Bal ya es un consagrado actor y un exitoso humorista. Ella es imponente, bella, con un cuerpo escultural y un corazón curtido por el desamor: durante años fue pareja de Jorge Porcel, quien nunca formalizó el vínculo.

Santiago, ese hombre pulcro, inteligente y seductor innato, pronto acapara su atención. Bal la mira pero trata de no involucrarse; necesita estar tranquilo y siente que esa joven podía ser un terremoto en su vida. Pero Carmen que todas las noches en la obra debía entregarle un sobre en blanco comienza a escribirle mensajes fuera de libreto. "Me estás empezando a gustar”, "Te quiero”, "Te adoro” y el gran seductor se encontró seducido. Comenzaron a salir. Muchos consideraban que sería una aventura que finalizaría con el verano. La diferencia de edad -ella tenía 30, él 50-, el ambiente en el que se movían y las tentaciones que se ofrecían parecían determinar un amor con fecha de vencimiento. Pero no fue así.

Al final de esa temporada Bal dejó a Thelma y se mudó con Carmen. A él no le importó el qué dirán, ella desoyó los gritos de su madre diciéndole que cometía una locura. Pasó el verano, pasaron los años y las temporadas. Carmen y Santiago siguieron juntos y en 1990 nació Federico.

Como la energía física ya no lo acompañaba tanto, Santiago suplía los picaditos de fútbol por juegos aritméticos que a su hijo le encantaban o lo invitaba a comer con sus amigos Rolo Puente o Pinky. Cuando cumplió 12 años lo llevó a Brodway a ver Cabaret, un guardia intentó impedirles la entrada “porque no es una obra adecuado para un niño”, pero finalmente lograron entrar. La sala estaba ambientada como un cabaret, la puesta era maravillosa y las bailarinas lo rodeaban seductoras pero Santiago permanecía impasible. Sería Nueva York pero esas mujeres jamás eclipsarían a Carmen.

La pareja parecía que lo tenía todo, pero la vida da y otras veces quita. Cuando decidieron convivir, Santiago fue muy claro. “Mirá que conmigo, más que pensar en viajes y paseos, vas a tener que aprender a dar inyecciones”, le advirtió. “Yo ya sé darlas”, le replicó ella.

Y lo que parecía una humorada se transformó en profecía. Porque en los veinticinco años que estuvieron juntos Santiago Bal tuvo que afrontar dieciocho operaciones. Tres veces le diagnosticaron cáncer. Cuando le preguntaban cómo hizo para superarlo, respondía con una sonrisa: “Así, de bonito que soy”, para inmediatamente aclarar que no podría haberlo logrado sin sus grandes aliados: Dios, los médicos y Carmen. En esas circunstancias que describió como las más atroces de su vida, ya sea en la cama del sanatorio con un diagnóstico oscuro o tendido en una camilla de un quirófano pensando en el peor final, siempre contó con Carmen como su compañera incondicional.

Pese a los problemas de salud y las dificultades económicas que comenzaron a atravesar, el matrimonio se mostraba como uno de los más sólidos y consolidados de la farándula. Federico contó que jamás oyó ni presenció una discusión entre sus padres. Santiago decía que lo único por lo que peleaba con su mujer era cuando ella criticaba alguna obra que él escribía, pero eran diferencias artísticas, no de convivencia.

Pero en el año 2011 el matrimonio estalló por los aires y por las pantallas de televisión. Una hasta entonces desconocida bailarina, Ayelén Paleo, aseguró que mantenía un romance con Bal. El escándalo ocupó horas de programas de chimentos, tapas de revistas y comentarios de panelistas. La pareja que parecía irrompible se rompió. Carmen se quedó en el departamento de Belgrano y él se mudó a la casa de Ingeniero Maschwitz. Bal jamás reconoció la infidelidad. En el año 2014, la bailarina admitió: “Él me decía que estaba enamorado. Nos encontramos tres o cuatro veces en una confitería de Belgrano. Tomábamos algo, me contaba un montón de cosas, del laburo y de su vida privada. Me daba consejos y a mí me servían” y aclaró que jamás tuvieron relaciones sexuales.

Con el tiempo el escándalo se fue apagando. Bal repetía en cada entrevista que Carmen era el amor de su vida “tuve parejas y algunos éxitos personales, pero con nadie viví 25 años. Con ella sí y tuvimos un hijo maravilloso, Federico”. Carmen por su parte dejó de amarlo pero jamás de cuidarlo. En un programa contó entre risas “Lo sigo atendiendo porque siempre está muriéndose pero nunca lo logra… se está muriendo y al rato ¡tostadas con dulce de leche! En su última internación lo veía a Federico llorando todo el tiempo. Un día fui a las 3 de la mañana a verlo al lugar donde estaba internado y le dije: ‘Santiago, soy Carmen -él estaba en coma- y parpadeó… Te lo pido por favor, tu hijo llora, no te vayas, remala una vez más. Y al otro día empezó a respirar solo y ahora está con chicas de 21 años’”.

Es que para Bal las mujeres jamás fueron el sexo débil pero si su debilidad. “Me gustan tanto las mujeres. Pero me gustan de verdad, me gusta observarlas. De arriba hacia abajo, son preciosas, y si encima son simpáticas y bonitas, mucho mejor todavía. Amo a la mujer y me encanta verla, aunque ya no me es tan fácil conseguir algo. A lo mejor, alguna que esté desesperada, pero nada más”, comentó.

Los últimos tiempos los vivió en un departamento en Recoleta que mantenía siempre pulcro, ordenado hasta el mínimo detalle y con la heladera repleta de viandas riquísimas de comida casera que le preparaba Carmen.

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